Trad. Martin Lexell y Mónica Corral Frías
Destino, Barcelona, 2016. 480 pp. 20 €
Tomás Sendarrubias
Que Alan Turing es un personaje que podría haber sido calificado como el espíritu del Siglo XX es algo de lo que supongo no habrá duda alguna. Este matemático británico, no tan conocido como debiera, ha sido una de las mejores mentes que este planeta ha visto en su historia, y sus ideas y trabajos han marcado tanto nuestro tiempo que podría decirse que Turing es, como nadie más, el arquitecto del siglo XXI. Alan Turing fue un matemático inglés que colaboró con uno de los proyectos más secretos de la Segunda Guerra Mundial, el operativo de Bletchley Park, cuyo objetivo era romper los códigos secretos de comunicación de los nazis (el famoso código Enigma). Sin el éxito de Turing (y el resto de los hombres y mujeres que formaban ese operativo) probablemente la evolución de la Segunda Guerra Mundial hubiera sido muy diferente, pero cuando hablamos de Turing como "padre" del mundo moderno, no lo hacemos en un sentido contrafactual de "qué hubiera pasado si...", sino que lo hacemos porque Turing es quien definió con sus trabajos lo que sería todo el mundo informático del que hoy tanto dependemos. Empeñado en crear una máquina inteligente y capaz de aprender de sus errores, Turing legó a la posteridad los principios de la moderna informática... y también una historia dramática. Y es que a pesar de sus éxitos para los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial, Turing fue víctima de una caza de brujas en la Gran Bretaña de su época, debido a su tendencia sexual (Alan Turing era un homosexual reconocido), y sufrió el escarnio público, el acoso de su propio gobierno, y finalmente, acabó con su vida envenenándose con una manzana con cianuro.
Y precisamente ese es el punto del que el escritor sueco David Lagercrantz (Soy Zlatan Ibrahimovic; Lo que no te mata te hace más fuerte) decidió partir hace unos años a la hora de escribir su obra La Caída de un Hombre en Wilmslow, que había permanecido hasta ahora inédito en nuestro país, donde no hace mucho se ha publicado con el título más llamativo de El Enigma Turing. La novela llega a remolque de tres corrientes de actualidad que parecen haber confluido para que tengamos con nosotros esta historia. La primera, la fama adquirida por el escritor en el último año, después de que se decidiera que él fuera el continuador de la Trilogía Millenium, del finado Stieg Larsson, con la publicación de la cuarta parte de la historia, Lo que no te mata te hace más fuerte. Por otro lado, el éxito el año pasado de la película Descifrando a Enigma, protagonizada por Benedict Cumberbatch ha traído a Turing de vuelta a la actualidad. Y sin duda, el título de la novela en España es un homenaje a toda la serie de novelas que, a raíz de El Código DaVinci de Dan Brown han surgido, llenándolo todo de misterios y enigmas atribuibles a Dante, Wagner, Miguel Ángel, etc...lo que sin duda lo hacía mucho más atractivo en nuestro país que su nombre original.
Ahora bien. ¿Qué es lo que nos encontramos en esta novela? David Lagercrantz arranca su historia precisamente con la muerte de Alan Turing, y convierte en el protagonista de la trama al policía encargado de investigar su fallecimiento, un hombre de carácter desagradable llamado Leonard Corell, que se encuentra de pronto sumergido en el confuso mundo del que Turing había surgido, y lo hace en plena Guerra Fría, y en un momento de gran persecución a la homosexualidad por parte de las propias instituciones británicas. Corell decide investigar los motivos de la muerte de Turing, y lo hace yendo más allá de las propias indicaciones de sus superiores, encontrándose con que el estudio de Turing le permite acceder a partes de él ya olvidadas, como sus intereses por las matemáticas o su compleja vida adolescente y de estudiante en uno de los prestigiosos colegios ingleses.
Sin duda, los amantes de la literatura sueca y de la Saga Millenium encontrarán en El Enigma Turing una lectura interesante, ya que comparte muchos puntos en común con el estilo de Larsson... ahora, aquellos que no se sientan tan atraídos por esa forma de escribir, encontrarán en El Enigma Turing un hueso duro de roer. La narración es lenta y personal, Corell una criatura absolutamente desagradable, y aunque plantea algunas cuestiones matemáticas y filosóficas muy interesantes, el entorno en el que se siembran es algo árido. Un libro orientado a un público muy concreto, que sin duda disfrutará de Lagercrantz y su retrato de la década de los cincuenta.
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