Ariadna G. García
Nada hay más frágil que el cuerpo. Es fuente de placer, pero sobre todo de dolor. Desde que nacemos, se expone a la meteorología, a seres microscópicos y al resto de los hombres. Su desnudo lo hace vulnerable. Y esa fragilidad, precisamente, es la inspiradora de El cuerpo humano, segunda novela de Paolo Giordano (1982). Aclamado por la crítica tras su debut en el mundo de la literatura (La soledad de los números primos, 2008), el joven narrador turinés ha necesitado cinco años –en los que ha ido descartando proyectos narrativos y se ha deshecho, incluso, de un par de borradores– para dar a la imprenta una obra magnífica. El cuerpo humano es una novela coral protagonizada por los soldados italianos de la base de operaciones Fob Ice, en el valle de Gulistán (Afganistán). Un encuentro fortuito en un desfile militar pone en contacto a dos antiguos compañeros de armas, el teniente médico Egitto y el subteniente René. Ambos compartieron el episodio más crudo de sus vidas, y ambos han tratado después de reinventarse. Tras este misterioso prólogo, el narrador nos relata la vida de la base y la misión que convirtió a esos hombres en dos prófugos de su propia existencia. El libro se divide en dos bloques. “Experiencias en el desierto” engloba las pequeñas misiones y tareas encomendadas a los soldados (adiestramiento de la policía afgana, construcción de una lavandería, prácticas de tiro, limpieza de la base), nos relata los problemas y peligros a los que deben hacer frente (ataques, tormentas de arena, intoxicaciones…) y nos presenta a unos personajes creíbles, muy bien caracterizados. El miedo, la culpa, los nervios o el insomnio son algunos de los sentimientos y de las reacciones físicas que los reclutan y los oficiales padecen a diario. Entre ellos destaca el teniente Egitto –hombre al que sus compañeros consideran equilibrado y meticuloso, pero que en realidad oculta con antidepresivos un hondo desarraigo familiar–, cuyo relato autobiográfico supone una de las cimas de la novela. Además, a través de conversaciones de chat y del intercambio de e-mails, tenemos acceso a la interioridad de otros personajes y a su modo de encarar, en la distancia, sus relaciones íntimas. En esa convivencia, los soldados –con independencia de su graduación– se despojan de su pudor y asumen como propio el cuerpo ajeno. La desnudez, el deporte, la obsesión por el sexo y la disentería los convierte en un cuerpo indisoluble. La segunda parte del libro, “El valle de las rosas”, relata la misión de escolta que el contingente militar realiza fuera de la burbuja de seguridad de la base. La introspección psicológica y las pequeñas aventuras que forman parte de la vida ordinaria de un soldado ceden paso a un angustioso episodio de narrativa bélica, de terribles y graves consecuencias para la tropa.
El cuerpo humano es un libro potente, en el que Giordano da muestras de una grandiosa habilidad para la descripción de caracteres. La guerra sirve de excusa para ahondar en las debilidad humana, en la soledad (países, compañeros y amantes componen un escenario efímero donde se representa la tragedia humana), en las razones por las que los individuos necesitan huir de su pasado. El sometimiento continuo a diferentes pruebas saca de cada uno reacciones insospechadas, respuestas animales que mitigan la frustración y el sufrimiento. La familia, a su vez, lejos de constituir un horizonte de quietud, se muestra como un potro de tortura que demanda insaciable centímetros –de talento, de tiempo o de amor– imposibles de dar.
Paolo Giordano ha tardado un lustro en encontrar la inspiración para su nuevo libro. No es relevante. Un escritor lo es por la calidad de su obra, no por su número de publicaciones. El cuerpo humano está lleno de vida y de verdad. Cuando se escriben novelas así no importa que la espera sea larga, así que pasen cinco años.
2 comentarios:
No lo conocía, pero gracias a tu reseña me llama muchísimo. Leí hace años La soledad de los números primos y me pareció tan bueno como inquietante, y me quedé con ganas de leer más de Giordano. Apunto El cuerpo humano a mi wishlist, ¡besos!
La novela de Giordano va de menos a más. En un principio mientras presenta a los personajes se me hizo demasiado coral, demasiados nombres, que además unido a la similitud de alguno de los apellidos en italiano (al menos para un oído no entrenado en ese idioma) me dificultó en momentos reconocer a los personajes. Pero superadas las presentaciones y cuando la trama se va focalizando cada vez más en Afganistán, la novela sufre un in crescendo espectacular. Los capítulos finales me recordaron al anterior libro del autor, La soledad de los números primos, donde las flaquezas del Ser Humano se hacen protagonistas de la trama.
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