Juan Laborda Barceló
Hampa canaria. Ese es el mensaje que esta potente novela de Alexis Ravelo suscita en el lector. El reciente ganador del premio Getafe Negro 2013 con La última tumba, nos demuestra su buen hacer con esta otra novela negra publicada por la Editorial Alrevés.
Hampa canaria, decíamos, pero también universal, como el crimen. Teñir un territorio conocido y propio al más puro estilo “noir” no es tarea al alcance de muchos. Para llegar a ello hay que poseer un afilado dominio del género, de la técnica narrativa, de la construcción de los personajes, haciéndolos atrayentes y cercanos, y por extensión de los motivos de la naturaleza humana para actuar.
No hay nada nuevo en los temas que nos presenta la obra: la preparación de un golpe, algo que se tuerce, la necesidad de la huida, de enfrentar los hechos, los salvajes mecanismos del crimen, que una vez accionados no son controlables…son temas afincados en las bases de la novela criminal (así como en el cine, Apuestas contra el mañana, Código del hampa o Forajidos acuden constantemente a la cabeza del lector cinéfilo), lo interesante es el cómo. El estilo lo es todo en esta novela de reminiscencias cinematográficas e interesantes motivaciones, no por comunes menos verosímiles y sentidas.
El cómo es la técnica narrativa. Cada capítulo está dividido en subtramas que son algo así como escenas con entidad propia, de ahí su marcado carácter cinematográfico y estético. La narración nos lleva de “El Rubio” a Cora, pasando por “Tito el Palmera”, hasta el otro lado de una compleja madeja delictiva. Nada falta y nada sobra.
Las motivaciones, negrísimas y espléndidas, son la fuerza básica de la obra. Los cambios de un personaje a otro son un juego donde las intenciones cobran fuerza, hasta que se destapa quién es más hábil a la hora de llegar al final de la partida. En este punto, el título de la novela cobra una singular importancia. El pequinés, que le echa arrestos y a cada momento le planta cara a los Rottweiler que le acechan, es capaz de sobrevivir un día más en este mundo loco.
El género negro, que nunca ha abandonado nuestras letras, resurge estos días con autores como Ravelo, capaces de mostrar nuestro tiempo desnudo, con sus dosis de bondad y perversión intactas, como si de una radiografía se tratara. La violencia y la épica se dan la mano en un discurso atractivo que nos refleja tal y como somos. Se trata de un fenómeno similar al que ocurrió con los primitivos autores norteamericanos de novela negra, verdaderos cronistas de las salvajes prácticas policiales de su tiempo. Hoy, aunque la literatura pueda ser una suspensión de la realidad (o no), este género nos habla de quienes somos. No dejen de reflexionar sobre ello a través de estas sugerentes letras.
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