jueves, abril 18, 2013

El paraíso de los gatos y otros cuentos gatunos, VV.AA

Trad. Íñigo Jáuregui. Nórdica. Madrid, 2012. 112 pp. 15 €

Victoria R. Gil

Cuatro escritores: Émile Zola, Mark Twain, Rudyard Kipling y Saki, y cuatro ilustradores: Ana Juan, Elena Ferrándiz, Adolfo Serra y Javier Olivares, son los que ha reunido la Editorial Nórdica en este delicioso libro donde los gatos son protagonistas absolutos de otras tanta narraciones con apariencia de cuento y corazón de fábula. Ignoro si esta hermosa edición responde a la necesidad, cada vez más presente, de que el libro en papel ofrezca algo más que un atrayente contenido que marque distancias con el ebook o se debe sólo al buen gusto de sus responsables, pero El paraíso de los gatos y otros cuentos gatunos se disfruta tanto por su lectura como por su cuidada presentación, hermosas ilustraciones, acogedora tipografía y cómodo formato.
Si el exterior resulta exquisito, el interior no lo es menos, y no únicamente para esos apasionados de los felinos, entre los que me incluyo, que los creen poseedores de juicio y belleza en la misma proporción, sino para cualquier lector dispuesto a conocer su naturaleza, nunca del todo domesticada. Y permite descubrir, de paso, algunos textos menos conocidos de sus muy conocidos autores.
Desde su portada, El paraíso de los gatos… lanza un guiño al lector atento con la absorta figura que, rabo en alto y sentada sobre un cojín, lee El gato negro, de Edgar Allan Poe, quizás, junto con el de Cheshire, el felino más famoso de la literatura. El ilustrador Juan Olivares nos presenta así a Tobermory, ese gato pajizo de gustos sibaritas y humanas habilidades, al que el autor británico Héctor Hugh Munro, Saki, convierte en azote de la hipocresía social.
«—¿Qué opinas de la inteligencia humana?—preguntó sin convicción Mavis Pellington.
—¿La de quién en particular? —dijo fríamente Tobermory.
—Pues… la mía, por ejemplo— dijo Mavis soltando una risita.
—Me pone usted en una situación embarazosa —dijo Tobermory, cuyo tono y actitud ciertamente no sugerían el menor embarazo—. Cuando se habló de invitarla a esta reunión, sir Wilfried dijo que es usted la mujer más estúpida que ha conocido, y que hay una gran diferencia entre la hospitalidad y la atención a los deficientes».
Si “Tobermory” pasea su dignidad felina por los salones victorianos, “El gato que andaba solo”, de Kipling, nos traslada a las cavernas y a un tiempo en que todos los animales vivían salvajes y el hombre aún no había aprendido a utilizarlos. Con un estilo que evoca antiguas leyendas de tradición oral, descubriremos el modo en que nuestros antepasados domesticaron al perro o al caballo, y el pacto al que tuvieron que llegar con los gatos, motivo por el que aún conservan su independencia, sin sentirse nunca propiedad de quienes se creen sus dueños.
Esta sabiduría, siempre pragmática, la vamos a encontrar también “El paraíso de los gatos”, de Zola, cuento que abre el volumen y donde un más que orondo gato de angora se enfrentará a una disyuntiva tan vigente en nuestro mundo de hoy como es la de elegir entre seguridad y libertad. ¿Su conclusión? «La verdadera felicidad, el paraíso, mi querido amo, consiste en ser encerrado y golpeado en una habitación donde haya carne». Zola sólo habla de los gatos, claro.
En “El gato de Dick Baker”, por último, vamos a conocer a dos duros mineros, buscadores de oro y de lo que haga falta: Dick Baker y su gato, en el que no falta, como es habitual en Mark Twain, un punto de humor para aliviar la esforzada labor que ambos realizan. Y peligrosa, como descubrirá Tom Cuarzo (el felino protagonista del relato), tras sobrevivir a un inesperado accidente y terminar con «una oreja en el cogote, la cola en punta, las pestañas chamuscadas, negro de pólvora y humo, y cubierto de cieno y barro».
Un espléndido trabajo el de Nórdica que nos hace lamentar, únicamente, su brevedad, y una lectura que no siendo propiamente infantil, hará disfrutar a cualquier niño, además de acercarlo a los grandes nombres de la literatura universal.

2 comentarios:

Ana Blasfuemia dijo...

Me regalaron este libro por mi cumpleaños, alguien que me conoce bien y sabe de mi pasión por los gatos (aunque ahora que lo pienso, tampoco hace falta conocerme mucho para saber que me gustan los animales en general y los gatos en particular...). En estos últimos meses he estado leyendo más en el Ipad y tenía un poco abandonada la lectura de libros en papel. Creo que este libro va a hacer que retome la lectura de libros en papel pendientes. Gracias por la reseña. Un saludo.

Elodie dijo...

Hay lecturas que requieren de papel y ésta es una de ellas, sin duda. Qué gran acierto el de Nórdica.