Pre-Textos, Valencia, 2010. 180 pp. 14,42 €
Miguel Sanfeliu
No somos pocos quienes sabemos que los libros de José María Conget no defraudan, que sus historias nos van a arrastrar a ese universo particular en el que se removerán nuestros propios recuerdos, nuestra juventud y nuestro mundo imaginario, tal es el efecto de su prosa, de los puentes que tiende con la ayuda del cine y de las lecturas compartidas. No somos pocos los que, ante la noticia de la publicación de un nuevo libro suyo, en este caso La ciudad desplazada (Editorial Pre-Textos), nos apresuramos a conseguirlo.
Recursos metaliterarios, personajes reales, referencias cinéfilas o literarias empapan el volumen de realidad, de credibilidad, componiendo un artefacto con varios niveles de lectura. José María Conget tiene un dominio absoluto del lenguaje, es un narrador con un estilo muy depurado, complejo en su estructura, pero sin oscuridades ni trucos rebuscados. Sus historias se precipitan con una oralidad hipnótica y sus personajes, pese a la brevedad, resultan entrañables y son capaces de marcarnos con sus vivencias, recordándolos mucho tiempo después de la lectura del libro, hablando de ellos como se habla de un conocido.
“Fútbol antiguo”, por sí solo, ya justificaría la lectura de este libro, y eso que no soy ningún aficionado a dicho deporte, pero esta semblanza al padre y a lo que un equipo de fútbol puede llegar a significar es un texto realmente emotivo. “Quillomamona” es la historia de un veterano profesor que se enfrenta a una clase de chicos conflictivos. “La ciudad desplazada” nos cuenta el desconcierto de un hombre que regresa a una ciudad en la que todo se encuentra en un lugar distinto al que cree recordar. Un hombre, víctima de un infarto, que está en la habitación de un hospital, entre sus recuerdos y las actuaciones del personal médico, es el protagonista de “Despedida”, todo como envuelto en brumas, recuerdos y vivencias fusionados en un ambiente algo kafkiano y desolador. En “Variación sobre un tema” dos mujeres someten su amistad a una prueba demasiado exigente. Y también encontraremos recuerdos de la mili, historias de amor, los caprichos del azar, obsesiones bibliófilas... Relatos imaginativos, humanos y fascinantes.
Dice Conget en una entrevista, cuando le preguntan cómo se definiría como escritor: “No tengo poética del cuento ni de la novela y descreo bastante de la teoría literaria. En general, cada escritor suele considerar que la única forma válida de enfrentarse al hecho literario es la suya; a mí no me ocurre. Mi experiencia personal como escritor suele ser más visceral que analítica”. Tal vez ese sea el motivo por el que su narrativa nos depara una experiencia única, una forma de mirar el mundo, condicionada siempre por el poso de los recuerdos, capaz de conectar con esos referentes que nos han ido formando.
José María Conget es un escritor ajeno a las modas, a las corrientes, a las teorías y opiniones que pretenden dictar lo que se debe y no se debe hacer en narrativa. Sigue su propio camino y yo les recomiendo que intenten seguirle. Descubrirán maravillas, sorpresas, emociones con la potencia suficiente como para salir corriendo a la librería la próxima vez que se anuncie la publicación de un nuevo libro suyo.
Miguel Sanfeliu
No somos pocos quienes sabemos que los libros de José María Conget no defraudan, que sus historias nos van a arrastrar a ese universo particular en el que se removerán nuestros propios recuerdos, nuestra juventud y nuestro mundo imaginario, tal es el efecto de su prosa, de los puentes que tiende con la ayuda del cine y de las lecturas compartidas. No somos pocos los que, ante la noticia de la publicación de un nuevo libro suyo, en este caso La ciudad desplazada (Editorial Pre-Textos), nos apresuramos a conseguirlo.
Recursos metaliterarios, personajes reales, referencias cinéfilas o literarias empapan el volumen de realidad, de credibilidad, componiendo un artefacto con varios niveles de lectura. José María Conget tiene un dominio absoluto del lenguaje, es un narrador con un estilo muy depurado, complejo en su estructura, pero sin oscuridades ni trucos rebuscados. Sus historias se precipitan con una oralidad hipnótica y sus personajes, pese a la brevedad, resultan entrañables y son capaces de marcarnos con sus vivencias, recordándolos mucho tiempo después de la lectura del libro, hablando de ellos como se habla de un conocido.
“Fútbol antiguo”, por sí solo, ya justificaría la lectura de este libro, y eso que no soy ningún aficionado a dicho deporte, pero esta semblanza al padre y a lo que un equipo de fútbol puede llegar a significar es un texto realmente emotivo. “Quillomamona” es la historia de un veterano profesor que se enfrenta a una clase de chicos conflictivos. “La ciudad desplazada” nos cuenta el desconcierto de un hombre que regresa a una ciudad en la que todo se encuentra en un lugar distinto al que cree recordar. Un hombre, víctima de un infarto, que está en la habitación de un hospital, entre sus recuerdos y las actuaciones del personal médico, es el protagonista de “Despedida”, todo como envuelto en brumas, recuerdos y vivencias fusionados en un ambiente algo kafkiano y desolador. En “Variación sobre un tema” dos mujeres someten su amistad a una prueba demasiado exigente. Y también encontraremos recuerdos de la mili, historias de amor, los caprichos del azar, obsesiones bibliófilas... Relatos imaginativos, humanos y fascinantes.
Dice Conget en una entrevista, cuando le preguntan cómo se definiría como escritor: “No tengo poética del cuento ni de la novela y descreo bastante de la teoría literaria. En general, cada escritor suele considerar que la única forma válida de enfrentarse al hecho literario es la suya; a mí no me ocurre. Mi experiencia personal como escritor suele ser más visceral que analítica”. Tal vez ese sea el motivo por el que su narrativa nos depara una experiencia única, una forma de mirar el mundo, condicionada siempre por el poso de los recuerdos, capaz de conectar con esos referentes que nos han ido formando.
José María Conget es un escritor ajeno a las modas, a las corrientes, a las teorías y opiniones que pretenden dictar lo que se debe y no se debe hacer en narrativa. Sigue su propio camino y yo les recomiendo que intenten seguirle. Descubrirán maravillas, sorpresas, emociones con la potencia suficiente como para salir corriendo a la librería la próxima vez que se anuncie la publicación de un nuevo libro suyo.
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