miércoles, agosto 05, 2009

Inés azul, Pablo Albo

Thule, Barcelona, 2009. 28 pp. 14,90 €

Ignacio Sanz

Pablo Albo es un narrador oral surrealista. Buena parte de sus historias tienen al absurdo como hilo conductor. Un absurdo con el que establece una curiosa complicidad con el público. Pero, además de narrador oral, o acaso porque es un gran narrador oral que durante años interiorizó la estructura de los cuentos tradicionales, ahora se ha convertido en uno de los escritores de literatura infantil más interesantes. Hace unos meses, sin ir más lejos, se alzó con el último premio “Lazarillo”.
Inés Azul, el libro objeto de este comentario, es un álbum ilustrado por Pablo Auladell. Por supuesto, el color azul es el dominante, un color que viene del cielo y del mar y que llega hasta las guardas.
La protagonista de este libro es Inés, una niña con una altísimo bombín en la cabeza que echa de menos a Miguel. El lector no sabe qué pasa, si es que Miguel ha marchado por un tiempo o si es que ha desaparecido para siempre. Hay un misterio latente en las páginas del libro que es el misterio de la muerte. Inés piensa en Miguel, a veces con pensamiento absurdos, propios de una mente infantil.
«Los peces se van gritando, siempre los pillamos desnudos.
Hacemos montañas de arena y las escalamos.»
Inés, como ve que se prolonga la espera y Miguel no vuelve, decide sembrar la semilla de un árbol centenario para verlo crecer.
«Cuando me acuerde de Miguel, vendré aquí a regarlo.»
Cuanta sutileza alrededor de la ausencia o de la muerte, porque eso nunca lo sabremos. Un libro sugerente que deja una estela de melancolía en el ánimo del lector, al menos de este lector adulto, que ha vuelto una y otra vez a abrir las páginas hermosas de este libro. Como un niño seducido por ese no se qué que queda balbuceando.

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