Trad. Gemma Gallart. Ilustr.: Alejandro Colucci. Destino, Barcelona, 2007. 218 pp. 13,95 €
Ángeles Escudero
«Hechizo cuenta la historia inquietante y fabulosa de una familia atrapada en el tiempo y condenada a vivir una noche eterna de invierno tras los muros de una impresionante mansión». He elegido para encabezar este comentario esta cita de Amanda Craig —publicada en Times on line— que aparece en la contraportada del libro porque resume mi impresión sobre esta novela. Pero, claro, hay mucho más que decir.
La sugerente y cuidada cubierta te envuelve, antes incluso de abrir el libro, en una atmósfera en la que se desarrollarán las doscientas dieciocho páginas en las que Sarah Singleton nos cuenta esta historia. La palabra "hechizo" aparece difuminada sobre una luna incompleta que, tapada en parte por una neblina incierta, corona una mansión con aire fantasmagórico. La figura de una niña de perfil, de pelo largo y tez extremadamente blanquecina, como privada de la luz del sol, nos pone en situación, nos hace visible el escenario.
El ambiente, buscando algún paralelismo cinematográfico, recuerda al de Los otros de Amenábar, sólo que no se trata en Hechizo de un no dejar pasar la luz tapando cualquier rendija por la que pudiese entrar el sol, sino que la familia protagonista está atrapada en el tiempo, y condenada a vivir los días de forma invertida tras los muros de la impresionante mansión en la que habitan.
«El libro estaba oculto en un cajón de embalaje de madera, en el desván situado encima del ala oeste de la casa, insinúa ya un misterio por resolver», dice la primera línea de la novela. Ya en el arranque, la autora nos propone la lectura de Century, cien años de hechizo, escrita por la misma protagonista de la historia, Mercy Galliena Berga, y fechada en 1890. La historia dentro de la historia comienza hablando de fantasmas. Mercy puede percibir los ecos de personas que ya han muerto. El recurso al más allá (o tal vez el más acá, que no todo está dicho en este terreno incierto) funciona a cualquier edad. Nos horroriza, nos perturba, e incluso ambas cosas a la vez lo que no podemos controlar, lo que escapa a lo que podemos medir, analizar o explicar. Pero, como bien conocerá la autora, ese es también el motivo por el que la muerte y la posibilidad de un después, nos atrae de forma irremediable. Además en literatura juvenil, o literatura que también pueden leer los jóvenes como es el caso, este tema ha dejado de ser tabú. Mercy ve fantasmas, y lo curioso es que lo asume de forma natural, quizás porque hasta lo más excepcional si se convierte en cotidiano se hace costumbre y pierde su poder de sorpresa o excepción. Lo que provoca miedo es lo inesperado, lo que conocemos nos da seguridad, y para Mercy, aunque vive una situación difícil, lo que realmente resultará duro serán las novedades que se van a producir en su rutina y que le llevarán a tener que tomar la determinación de actuar. Es el día en que encuentra un fantasma que no le es familiar, cuando se sentirá perturbada. Se trata de una mujer que se desliza bajo el hielo de un lago cercano a la casa. Esa visión dará comienzo a los cambios que se producen en Century.
Hay elementos recurrentes en argumentos de misterio pero que no por muy utilizado son un recurso menos efectivo. Mercy encontrará unas llaves en el lodo, quizás guiada por la mujer del fondo, y al cogerlas asumirá el reto de darle una explicación. Comienza entonces a ser consciente de que su situación no es normal: pasear bajo la luna, con un intenso frío, sobre la hierba helada; estudiar y comer a la luz de las velas, o con el resplandor de las llamas de la chimenea; e irse a dormir antes de que el sol despunte en el horizonte. La familia Berga esconde un secreto y Mercy descubre que tiene relación con la muerte de su madre, Tecla, aunque la historia esconde mucho más.
Ángeles Escudero
«Hechizo cuenta la historia inquietante y fabulosa de una familia atrapada en el tiempo y condenada a vivir una noche eterna de invierno tras los muros de una impresionante mansión». He elegido para encabezar este comentario esta cita de Amanda Craig —publicada en Times on line— que aparece en la contraportada del libro porque resume mi impresión sobre esta novela. Pero, claro, hay mucho más que decir.
La sugerente y cuidada cubierta te envuelve, antes incluso de abrir el libro, en una atmósfera en la que se desarrollarán las doscientas dieciocho páginas en las que Sarah Singleton nos cuenta esta historia. La palabra "hechizo" aparece difuminada sobre una luna incompleta que, tapada en parte por una neblina incierta, corona una mansión con aire fantasmagórico. La figura de una niña de perfil, de pelo largo y tez extremadamente blanquecina, como privada de la luz del sol, nos pone en situación, nos hace visible el escenario.
El ambiente, buscando algún paralelismo cinematográfico, recuerda al de Los otros de Amenábar, sólo que no se trata en Hechizo de un no dejar pasar la luz tapando cualquier rendija por la que pudiese entrar el sol, sino que la familia protagonista está atrapada en el tiempo, y condenada a vivir los días de forma invertida tras los muros de la impresionante mansión en la que habitan.
«El libro estaba oculto en un cajón de embalaje de madera, en el desván situado encima del ala oeste de la casa, insinúa ya un misterio por resolver», dice la primera línea de la novela. Ya en el arranque, la autora nos propone la lectura de Century, cien años de hechizo, escrita por la misma protagonista de la historia, Mercy Galliena Berga, y fechada en 1890. La historia dentro de la historia comienza hablando de fantasmas. Mercy puede percibir los ecos de personas que ya han muerto. El recurso al más allá (o tal vez el más acá, que no todo está dicho en este terreno incierto) funciona a cualquier edad. Nos horroriza, nos perturba, e incluso ambas cosas a la vez lo que no podemos controlar, lo que escapa a lo que podemos medir, analizar o explicar. Pero, como bien conocerá la autora, ese es también el motivo por el que la muerte y la posibilidad de un después, nos atrae de forma irremediable. Además en literatura juvenil, o literatura que también pueden leer los jóvenes como es el caso, este tema ha dejado de ser tabú. Mercy ve fantasmas, y lo curioso es que lo asume de forma natural, quizás porque hasta lo más excepcional si se convierte en cotidiano se hace costumbre y pierde su poder de sorpresa o excepción. Lo que provoca miedo es lo inesperado, lo que conocemos nos da seguridad, y para Mercy, aunque vive una situación difícil, lo que realmente resultará duro serán las novedades que se van a producir en su rutina y que le llevarán a tener que tomar la determinación de actuar. Es el día en que encuentra un fantasma que no le es familiar, cuando se sentirá perturbada. Se trata de una mujer que se desliza bajo el hielo de un lago cercano a la casa. Esa visión dará comienzo a los cambios que se producen en Century.
Hay elementos recurrentes en argumentos de misterio pero que no por muy utilizado son un recurso menos efectivo. Mercy encontrará unas llaves en el lodo, quizás guiada por la mujer del fondo, y al cogerlas asumirá el reto de darle una explicación. Comienza entonces a ser consciente de que su situación no es normal: pasear bajo la luna, con un intenso frío, sobre la hierba helada; estudiar y comer a la luz de las velas, o con el resplandor de las llamas de la chimenea; e irse a dormir antes de que el sol despunte en el horizonte. La familia Berga esconde un secreto y Mercy descubre que tiene relación con la muerte de su madre, Tecla, aunque la historia esconde mucho más.
Se introduce en este punto un juego temporal, con las paradojas que ello conlleva. Nuestra protagonista ha de volver al pasado para tratar de solucionar el misterio. En ese tiempo pasado no la ven, la autora nos lo explica diciendo que sus mentes no registran su presencia. Mercy se ve a sí misma y a su familia antes de que el hechizo cayese sobre sus vidas y sobre la mansión. Hará varias incursiones al pasado y cada vez que regrese a su presente todo será un poco más difícil, y constatará el deterioro que sufre Century. La niña se verá obligada a escoger entre el único modo de vida que ha conocido hasta ese momento, y el cambio que le propone Claudius, un nuevo personaje que aparece en su vida y que la llevará a actuar deshaciendo la magia, cuestionando incluso la autoridad de su padre. Mercy es valiente y, aunque llega un momento en que no sabe en quien confiar, actúa. Se rebela por sí misma, y ayudada por su hermana buscará la forma de volver a vivir y no estar encerrada en una noche eterna y gélida.
Century aborda el tema de la inmortalidad, aunque de forma peculiar, y reflexiona sobre cómo la vida, cuando es efímera e intensa y por tanto finita, adquiere su auténtico sentido, el único quizás. La eternidad puede ser un castigo más que una utopía deseable. Es en este contexto donde la autora introduce una reflexión, que roza lo filosófico, sobre lo que nos da la vida. El aliento vital del que hablarán los presocráticos como origen de la vida; Ka, el espíritu animador de los egipcios; el alma inmortal de los esquimales, Inua. La autora se sirve en este punto de los autómatas, esos viejos habitantes de la literatura —de Hoffman a Ruiz Zafón— y lo hace de forma dramática pero creíble, reviviendo el mito de Frankenstein, o la vuelta a la vida al precio que sea.
Sin duda, lo que más atrae del libro es la maravillosa idea de cómo la literatura nos puede hacer libres, corrigiendo la realidad al reescribirla. La protagonista de Century, título original de la novela, encontrará en la nueva narración de los cien años ya transcurridos la fórmula para romper el hechizo.
Se cerrarán todos los círculos, se resolverán las incógnitas (que son muchas y que deberán resolver también quienes lean la novela) y en la última frase del libro, escrita por la propia protagonista, se hará patente que lo vivido se materializa cuando lo ponemos por escrito.
Century aborda el tema de la inmortalidad, aunque de forma peculiar, y reflexiona sobre cómo la vida, cuando es efímera e intensa y por tanto finita, adquiere su auténtico sentido, el único quizás. La eternidad puede ser un castigo más que una utopía deseable. Es en este contexto donde la autora introduce una reflexión, que roza lo filosófico, sobre lo que nos da la vida. El aliento vital del que hablarán los presocráticos como origen de la vida; Ka, el espíritu animador de los egipcios; el alma inmortal de los esquimales, Inua. La autora se sirve en este punto de los autómatas, esos viejos habitantes de la literatura —de Hoffman a Ruiz Zafón— y lo hace de forma dramática pero creíble, reviviendo el mito de Frankenstein, o la vuelta a la vida al precio que sea.
Sin duda, lo que más atrae del libro es la maravillosa idea de cómo la literatura nos puede hacer libres, corrigiendo la realidad al reescribirla. La protagonista de Century, título original de la novela, encontrará en la nueva narración de los cien años ya transcurridos la fórmula para romper el hechizo.
Se cerrarán todos los círculos, se resolverán las incógnitas (que son muchas y que deberán resolver también quienes lean la novela) y en la última frase del libro, escrita por la propia protagonista, se hará patente que lo vivido se materializa cuando lo ponemos por escrito.
¿Y qué, si no, es la esencia de la literatura?
4 comentarios:
pues aa mi me parece un libro muy bueno e interesante, apenas lo estoy voy a la mitad del libro, al principio creí que la muerta era ella, pero, parece que no, espero no me defraude
hola!!! yo lo stoy lyndo y m parec k s 1 libro xulisimo k nganxa 1 mntonazo todavia nos a rsuelto muxo pro sta top guay
Amo este libro!
Es muy especial y me siento bastante identificada..
Es precioso!
Este junto con Fenris el elfo & Las lagrimas de Shiva son de los mejore k e leido asta el momento....
Es precioso me falata bastante pasa terminarlo pero desde las primeras paginas me a enganxado..
Un beso y los recomiendo!
^_^
*** Muy bueno, lo lei de un tiron, en general no sabes lo que ocurre pero sabes que algo ocurre mientras vas desentrañando el misterio.
Recomendable.***
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