Trad. Moka Seco. Anaya, Madrid, 2006. 40 pags. 10 € / Trad. Eduardo Martínez. Lóguez, Salamanca, 2006. 64 págs. 11 €
Villar Arellano
Villar Arellano
El césped de los campos de fútbol puede ser un excelente terreno para el cultivo de álbumes ilustrados. Buena prueba de ello son estos dos últimos fichajes procedentes de la Alemania del Mundial 2006; dos ejemplos que comparten cierta afinidad, en cuanto a su formato y estética y una misma vocación humorística, pero que difieren sustancialmente en el argumento y el tono: aventura costumbrista y humor distendido para los más pequeños frente a complicidad e ironía dirigida a lectores más avezados.
Así, en Miguel juega al fútbol, una simpática familia de conejos improvisa un partido en el campo, transformando la reunión dominical en casa de la abuela en una alocada lección de balompié. La progresiva incorporación en la escena de los parientes (padres, tíos, primos...) permite un gráfico desfile de genuinos y pintorescos personajes, una galería de tipos humanos (a pesar de su aspecto conejuno) que comparten el protagonismo de las ilustraciones con los animales de la granja, estos sí, verdadera fauna.
El texto parodia con acierto el estilo espontáneo y entrecortado de un comentarista deportivo: Narra sin pausa y describe con minuciosidad cada movimiento de los jugadores. La presencia de diálogos —las quejas de los futbolistas y los comentarios de mamá árbitro— incrementa progresivamente la tensión y subraya el tono épico que requiere la ocasión. Todo ello configura un relato especialmente apto para ser leído en voz alta y reforzar con la entonación las posibilidades expresivas y cómicas del texto.
Además de divertir y entretener, el desarrollo de la acción permite mostrar al lector el reglamento del popular deporte. Un glosario, con sencillas definiciones, pone el broche final a esta faceta documental.
El conejo Miguel es un jovial personaje que posee su propia serie de aventuras. Sus andanzas, publicadas en la editorial Anaya, son anécdotas sencillas que transcurren en contextos cercanos para los primeros lectores: la hora de acostarse o de levantarse, las vacaciones en el campo... Rotraut Susanne Berner, la autora, tiene un merecido prestigio internacional, fruto de una productiva y brillante carrera. Sus ilustraciones, de línea clara y gran riqueza cromática, presentan un estilo caricaturesco, caracterizado por la presencia de animales humanizados en escenas alegres llenas de divertidos detalles.
Los dibujos de Philip Waechter, autor del otro álbum que nos ocupa, también son humorísticos y, como los de R. S. Berner, limpiamente contorneados. Igualmente alemán, este autor alcanzó gran éxito con Yo, un pequeño pero poderoso relato capaz de inyectar enormes dosis de autoestima.
Muy famoso también ayuda a quererse, pero desde la comprensión de las propias limitaciones. Y es que este libro invita a sonreír con los deseos de grandeza de un pequeño soñador mientras las imágenes desvelan con humor la verdadera escala de sus logros cotidianos.
«Yo seré futbolista». Con esta determinación comienza la historia, y continúa: «Yo seré un futbolista muy famoso. La gente me reconocerá por la calle...» Página a página, el muchacho protagonista va formulando sus deseos al tiempo que destaca sus principales méritos deportivos «Yo tengo un extraordinario dominio del balón (...) mi gran visión táctica del juego...», cualidades que lo hacen merecedor de un glorioso futuro lleno de éxitos.
Sin embargo, el significado de dichos enunciados, fantástico y ambicioso si leemos únicamente el texto, se ve matizado por las ilustraciones, que aportan un nuevo punto de vista, más ajustado a la realidad. Los dibujos muestran a un pequeño futbolista querido y admirado... en su casa, que triunfa entre los suyos, que domina a la perfección... a su hermano pequeño. Una persona, en fin, que disfruta y exprime al máximo sus pequeñas experiencias vitales.
En esta discordancia entre imágenes y texto reside el principal encanto del libro: lejos de la sátira o el sarcasmo, la ironía del álbum aporta un tono de ternura, de afecto cómplice. El humor es aquí un sutil guiño, fruto de la inteligente desproporción entre palabras y motivos. La voz ingenua y pretenciosa del narrador, junto al testimonio veraz de las escenas ilustradas, sitúan al lector adulto ante un espejo de su niñez. La identificación se refuerza al constatar que los más intensos e inquebrantables sueños de la infancia son en el fondo etéreos y volubles, como la propia fama, a la que puede llegarse por muy variados caminos.
Dos ejemplos de que fútbol y lectura pueden presentarse de la mano y cargados de humor para lectores de cualquier edad.
Así, en Miguel juega al fútbol, una simpática familia de conejos improvisa un partido en el campo, transformando la reunión dominical en casa de la abuela en una alocada lección de balompié. La progresiva incorporación en la escena de los parientes (padres, tíos, primos...) permite un gráfico desfile de genuinos y pintorescos personajes, una galería de tipos humanos (a pesar de su aspecto conejuno) que comparten el protagonismo de las ilustraciones con los animales de la granja, estos sí, verdadera fauna.
El texto parodia con acierto el estilo espontáneo y entrecortado de un comentarista deportivo: Narra sin pausa y describe con minuciosidad cada movimiento de los jugadores. La presencia de diálogos —las quejas de los futbolistas y los comentarios de mamá árbitro— incrementa progresivamente la tensión y subraya el tono épico que requiere la ocasión. Todo ello configura un relato especialmente apto para ser leído en voz alta y reforzar con la entonación las posibilidades expresivas y cómicas del texto.
Además de divertir y entretener, el desarrollo de la acción permite mostrar al lector el reglamento del popular deporte. Un glosario, con sencillas definiciones, pone el broche final a esta faceta documental.
El conejo Miguel es un jovial personaje que posee su propia serie de aventuras. Sus andanzas, publicadas en la editorial Anaya, son anécdotas sencillas que transcurren en contextos cercanos para los primeros lectores: la hora de acostarse o de levantarse, las vacaciones en el campo... Rotraut Susanne Berner, la autora, tiene un merecido prestigio internacional, fruto de una productiva y brillante carrera. Sus ilustraciones, de línea clara y gran riqueza cromática, presentan un estilo caricaturesco, caracterizado por la presencia de animales humanizados en escenas alegres llenas de divertidos detalles.
Los dibujos de Philip Waechter, autor del otro álbum que nos ocupa, también son humorísticos y, como los de R. S. Berner, limpiamente contorneados. Igualmente alemán, este autor alcanzó gran éxito con Yo, un pequeño pero poderoso relato capaz de inyectar enormes dosis de autoestima.
Muy famoso también ayuda a quererse, pero desde la comprensión de las propias limitaciones. Y es que este libro invita a sonreír con los deseos de grandeza de un pequeño soñador mientras las imágenes desvelan con humor la verdadera escala de sus logros cotidianos.
«Yo seré futbolista». Con esta determinación comienza la historia, y continúa: «Yo seré un futbolista muy famoso. La gente me reconocerá por la calle...» Página a página, el muchacho protagonista va formulando sus deseos al tiempo que destaca sus principales méritos deportivos «Yo tengo un extraordinario dominio del balón (...) mi gran visión táctica del juego...», cualidades que lo hacen merecedor de un glorioso futuro lleno de éxitos.
Sin embargo, el significado de dichos enunciados, fantástico y ambicioso si leemos únicamente el texto, se ve matizado por las ilustraciones, que aportan un nuevo punto de vista, más ajustado a la realidad. Los dibujos muestran a un pequeño futbolista querido y admirado... en su casa, que triunfa entre los suyos, que domina a la perfección... a su hermano pequeño. Una persona, en fin, que disfruta y exprime al máximo sus pequeñas experiencias vitales.
En esta discordancia entre imágenes y texto reside el principal encanto del libro: lejos de la sátira o el sarcasmo, la ironía del álbum aporta un tono de ternura, de afecto cómplice. El humor es aquí un sutil guiño, fruto de la inteligente desproporción entre palabras y motivos. La voz ingenua y pretenciosa del narrador, junto al testimonio veraz de las escenas ilustradas, sitúan al lector adulto ante un espejo de su niñez. La identificación se refuerza al constatar que los más intensos e inquebrantables sueños de la infancia son en el fondo etéreos y volubles, como la propia fama, a la que puede llegarse por muy variados caminos.
Dos ejemplos de que fútbol y lectura pueden presentarse de la mano y cargados de humor para lectores de cualquier edad.
1 comentario:
qué gracioso
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