Jaime Valero
Una de las cuestiones comunes que solemos encontrar en las obras de género negro (ya hablemos de una novela, una película o, como en este caso, un cómic) es su intento por sacar a relucir aspectos ocultos o desconocidos de la sociedad en la que se ambienta la narración. Por lo general, tendemos a relacionar ese lado oculto con el mundo de los bajos fondos, con los criminales y asesinos que operan al margen de las leyes. Pero en muchas ocasiones la podredumbre más inquietante de un país no se encuentra en los más bajos estratos, como esa suciedad que acumulamos en casa debajo de la alfombra, sino al contrario, en el territorio de las altas esferas. Basta un somero repaso de la actualidad política y social de los últimos años en nuestro país para darnos cuenta de la gran cantidad de estafas, malversaciones y otros actos de corrupción que han tenido lugar dentro de nuestras fronteras. Y si escarbamos un poco más, nos damos cuenta que en muchos casos el epicentro de todas estas actividades ilegales ha sido el sector inmobiliario, lo cual dio lugar a una burbuja cuyos efectos seguimos padeciendo en la actualidad. De ahí parte precisamente la historia que Víctor Santos ha querido contarnos con Intachable, aunque sus ramificaciones llegan mucho más allá.
El protagonista es un joven de buena familia llamado César Gallardo, que ya desde su adolescencia dio muestras de una ambición desmesurada y de una absoluta falta de escrúpulos a la hora de conseguir sus propósitos. Ese cóctel de codicia y ansia de poder que caracteriza a César se completa cuando conoce a Gabriel Solís, joven pandillero que con los años terminará siendo un destacado cabecilla del crimen organizado en la costa mediterránea. Juntos asistirán a la llegada de la democracia, al desarrollo de los partidos políticos y sus ideologías, a la expansión económica del país y sus lucrativas oportunidades de negocio, y en todo momento se sirven de cualquier medio a su alcance para proseguir su ascenso hacia la cúspide, Gabriel como empresario y César como joven promesa de la política. Ninguno de estos personajes es real, pero bien podrían serlo, ya que cada lector podrá ver en ellos reflejos de muchas personas de la vida pública (y de dudosa moral). El autor profundiza en ellos y en sus motivaciones, al tiempo que nos presenta la investigación de los policías que andan tras sus pasos, comandados por un veterano agente que lleva en el rostro la huella de sus años de servicio en el País Vasco. A excepción de Unamuno (el literario apellido de este personaje) y de su compañera, Marisa Fuster, Intachable es un cómic sin héroes, donde todos guardan un lado oscuro o cambian de chaqueta a las primeras de cambio. Un mundo plasmado en viñetas en el que nadie confía en nadie y donde no importa el precio que haya que pagar por conseguir lo que se desea.
Con esta obra, Víctor Santos se vuelve a confirmar como uno de los historietistas de género negro más destacados de nuestro país, después de otros trabajos memorables como el que realizó para DC Comics en Filthy Rich (en España, Asquerosamente rica) con guión de Brian Azzarello. Su narrativa es directa y concisa, afilada, igual que los diálogos que pone en boca de sus personajes. A ello hay que sumar un estilo de dibujo heredero del Frank Miller de Sin City que con los años ha cobrado mayor fuerza y personalidad, especialmente cuando trabaja en blanco y negro, aunque también se desenvuelva bien con el color, como demuestra este Intachable y las atmósferas que transmite. Tal vez no sea necesario que a estas alturas alguien nos conciencie del alto nivel de corrupción que se da entre muchos de nuestros dirigentes, pero siempre es de agradecer que queden autores con la pluma en alto dispuestos a denunciar esta realidad que muchos querrían seguir manteniendo oculta.
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