José Miguel López-Astilleros
La novela negra de Mario de los Santos y Oscar Sipán, que son los autores que aglutina el pseudónimo Galgo Cabanas, es, parafraseando a Borges, el punto de partida para la invención y el razonamiento, de modo que el marchamo de género no se agota aquí en sus características al uso, porque si bien hay un personaje principal que quiere saber la verdad, asesinatos y corrupción, el primer protagonista es la literatura, que desborda la precisión y la asepsia expresiva clásica del género, dotando a la obra de una profundidad considerable y un estilo con numerosos aciertos poéticos, e incluso líricos.
En un principio nos encontramos con una trama que transita por la superficie, consistente en mostrarnos el mundo que rodea al sastre Carlo Montelongo, la relación con dos de sus amantes, Martina Reynaga y Sera, o la misteriosa muerte de sus amigos. Todo ello en una época sin especificar, pero que suponemos en años en los que aún se utilizaban barcos de vapor, en un lugar de Hispanoamérica también sin concretar, ya que los personajes además de “coger”, beben pulque y jugos. Lo cual proporciona una mayor libertad a la hora de focalizar el detalle en los rasgos humanos de los tipos que transitan por esta geografía, sin la tiranía de los datos históricos. Aunque no por ello la ambientación de la ciudad se vea menoscabada; por el contrario, se nos suministran, por ejemplo, dos elementos capitales y muy efectivos en la pintura del ambiente, como son la omnipresencia de un río, metáfora clásica por donde transcurre la vida y la muerte, indicativo de esto último son los innumerables cadáveres que van a parar a su fondo. El otro elemento es el constante sonido ubicuo de las balas, escuchadas por todos los rincones de la ciudad, a cualquier hora, procedentes de los revolucionarios comunistas y de la policía.
Pero bajo esta apariencia hay otra trama, dividida a su vez en dos, por una parte tenemos los avatares de una banda mafiosa que trafica con opio, que no repara en asesinar a quien representa una dificultad para sus intereses, y por otro lado tenemos a los revolucionarios comunistas que luchan por hacerse con el poder a cualquier precio. Estas dos tramas confluyen en la sastrería de Carlo Montelongo, quien, a pesar de ser el protagonista principal, se sitúa al margen de ambos grupos, tanto que hasta los últimos capítulos permanece ignorante de lo que realmente se cuece en su almacén. Esta dualidad, se verá reforzada por la presencia de dos mujeres que tienen una parte muy activa en el desarrollo de los acontecimientos, en quienes nuestro protagonista verá una única dimensión, la de la pasión amorosa, ni la política ni la delictiva, al menos hasta el final.
El desarrollo de la trama se precipita cuando Carlo decide averiguar quién ha asesinado a sus amigos, a partir de ahí el ritmo es vertiginoso hasta la resolución del enigma, que lo deja sumido en la más absoluta desolación, al comprobar que la corrupción es inherente al ser humano.
Entretejidos en el argumento, dándole consistencia, aparecen personajes secundarios que representan lo mejor y lo peor del ser humano, sea Jairo Casares, el sastre mentor de Carlo Montelongo o el sicario “Dosdedos”, entre otros. Por otra parte, los movimientos climáticos y anticlimáticos respecto de la acción central están muy bien dosificados, estos últimos con los encuentros amorosos del protagonista con la seductora Martina Reynares, el recuerdo de su familia o la rememoración de las sabias palabras del desaparecido Casares, por poner unos ejemplos.
Una novela de amor, de corrupciones, asesinatos, soledades, mujeres fatales, de revolucionarios, traiciones, bajos fondos…, en la que los autores aportan ángulos insospechados sobre los que asomarse a una sociedad en descomposición y al alma humana, con un estilo de indudable calidad literaria. Esta novela recibió el XVI Premio de Novela Negra de Getafe en 2012.
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