Guillermo Ruiz Villagordo
Es de sobra conocido cómo la publicación de A sangre fría de Truman Capote marcó un antes y un después en la narración de hechos reales, al proporcionarle un trato artístico equiparable al que se dispensaba a la ficción. A los escritores inmersos en el espíritu renovador de la contracultura norteamericana que adoptaron este nuevo enfoque en sus intervenciones periodísticas, que cuenta con nombres imprescindibles como Tom Wolfe, Terry Southern, Norman Mailer y Hunter S. Thompson, se les englobó en lo que se dio en llamar 'nuevo periodismo', que se convertiría en una exitosa corriente bajo cuya etiqueta nacieron obras señeras como Miedo y asco en Las Vegas y Elegidos para la gloria. Nada sabíamos por aquí sin embargo de una importante figura de este movimiento, muy conocida por el contrario en su país de origen, el dandy Gay Talese, quien curiosamente sea el más periodista de todos en el sentido clásico del término. Este desconocimiento de la obra de Talese en el panorama editorial español ha sido solventado en pocos meses de golpe y porrazo con la publicación de tres volúmenes: Honrarás a tu padre (reseñada anteriormente en este mismo blog), donde se introduce en las interioridades de la mafia; Retratos y encuentros, recopilación de esas semblanzas que constituyen el género en el que más cómodo se siente por su habilidad para penetrar limpiamente en la psicología de sus protagonistas; y este La mujer de tu prójimo.
Talese adquirió una merecida fama por el reportaje Frank Sinatra está resfriado, cuyo proceso compositivo nos dice mucho sobre nuestro escritor: surgido como encargo de la revista Esquire, que quería un perfil de Sinatra, al no obtener el permiso del cantante para ser entrevistado Talese le presenta a distancia, visto desde lejos, como mito adorado no exento de vulgaridades, acodado en la barra de un bar mientras es rodeado por una plétora de mujeres, fans y representantes. Aún hoy se considera uno de los mejores retratos periodísticos del siglo XX, por su ironía y perspicaz observación.
En La mujer de tu prójimo, si ya de por si el tema resulta tan fascinante como seguir los distintos vaivenes que ha experimentado la relación de la sociedad estadounidense con el sexo a través de su historia, éste se ve fortalecido con el juego narrativo que utiliza, similar a las cajas chinas, de manera que cada capítulo se centra en un personaje con un papel bien definido en la evolución del pensamiento y la moral americanos (ya sea ofreciendo nuevas perspectivas o castrándolas) al tiempo que sirve como punto de referencia para engarzar con el siguiente capítulo, que presenta a su vez a un nuevo protagonista, pasando el conjunto a conformar un rico mosaico en el que hemos podido ser conscientes de la relación entre sí de las diversas teselas. De esta manera, Talese hace desfilar a lectores de revistas ligeras, modelos fotográficas sin pudor, visionarios fundadores de imperios del erotismo, distribuidores de libros prohibidos, amantes del sexo liberal, censores autoerigidos como defensores de la moral puritana, incluso se incluye a sí mismo, lo que aporta una riqueza poco frecuente en este tipo de textos, que tienden a aplicar una óptica parcial al tener decididas sus preferencias de antemano. Por otra parte, no sólo se nos mencionan hechos de relevancia pública más o menos fácilmente verificables mediante notas de prensa o biografías al uso, sino que nos sumerge en sus anhelos, sus pasiones, sus temores, permitiéndonos entender la deriva personal de cada uno de ellos y, consecuentemente, la paulatina evolución de una sociedad de mentalidad cerrada a otra bipolar tan orgullosa de enarbolar la libertad de expresión como principal seña de identidad nacional como escandalizada por los escarceos amorosos de sus presidentes.
Durante la lectura se hace patente la impresionante labor de investigación, las arduas y por fuerza incisivas entrevistas que debió llevar a cabo, puesto que no sólo desgrana con suma habilidad y concisión los principales hechos de sus vidas desde su infancia hasta los momentos que le sirven como puntos de partida para su narración, sino que hace un pormenorizado retrato del ambiente histórico en el que tuvieron que desenvolverse y de aquellos que les rodearon y tuvieron alguna importancia en su recorrido vital, fuese a través de un contacto directo o indirecto. La impresión final es la de haber disfrutado de una borrachera de periodismo de alta graduación destilado con una elegancia y profesionalidad difícil de igualar.
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