Fernando Sánchez Calvo
Por fin El Gaviero Ediciones ha vuelto a la carga cuatro años después con la Colección Cartoné, la única dedicada en exclusiva a la narración frente al amplio y cuidado catálogo de poesía que ya atesora la editorial almeriense, y la única que, poniendo una restricción temática (la muerte) a los autores que en ella colaboran, les ofrece la libertad suficiente como para saber que, en el fondo, dicho tema universal la mayoría de las veces es un pretexto para poder hablar de otras cosas.
Por fin el poeta Francisco José Martínez Morán, fiel seguidor de Paul Auster, clásico convencido y, sobre todo, amante de la palabra precisa (la que dice lo que se quiere decir y no otra cosa) ha publicado Peligro de vida, una colección de miserias.
Por fin (para los que conocíamos esa faceta) el poeta Francisco José Martínez Morán, Doctor en Literatura Comparada, Premio Nacional de Poesía Joven, Premio Hiperión, ha publicado su primer libro de relatos, microrrelatos, miniensayos, apotegmas y otras sabidurías en Peligro de vida, un libro que tarda dos horas en leerse y dos días en recuperarse de él.
Parafraseando el prólogo de El Chojin, ni siquiera podríamos afirmar que estamos ante un conjunto de ficciones donde el autor, basándose en ciertas barbaridades del mundo moderno, intenta avisarnos (valga la redundancia) sobre los peligros que acucian a nuestras vidas si estamos demasiado cerca del sitio y momento inadecuados. Peligro de vida es un tratado sobre la humanidad, es una breve acumulación de perversidades que caben todas en 150 páginas, y menos mal. Lapidaciones, mendigos achicharrados por adolescentes ociosos, torturadores, mujeres violadas que al día siguiente se encuentran en el vertedero, niños-soldado, tarados (o no tan tarados) que entran porque sí en un instituto para aniquilar a toda la comunidad educativa, ataques preventivos, piernas que irremediables caminan hacia una mina antipersona… Paro de enumerar, en parte porque no es cuestión de regodearse en la violencia, y en parte porque yo mismo, cuando recuerdo en esta reseña todo lo que Francisco José Martínez Morán me ha relatado de una manera espeluznantemente neutra, no puedo soportarlo, (no sé si al libro, o al autor).
Hay que reconocerlo. No siempre estamos preparados para recibir la bofetada que te da una película o un buen relato. Creemos que sí porque hemos leído mucho, hemos visto mucho, hemos escuchado mucho. Son muchos años ya aunque sean pocos. Tiros, amputaciones, sangre, mocos mezclados con tierra, niños con el vientre hinchado, cadáveres abrazados en una fosa común. No lo hemos vivido pero sí vivenciado gracias (¿gracias?) a la cultura. El problema: que hasta ahora, por lo menos, siempre se acompañaban dichas descripciones, dichas imágenes, con una voz en off o con un presentador de turno que emitía un juicio: “Gran tragedia la de Haití”, “una vez más el despreciable acto de la violencia de género se ha llevado a otra víctima”, “un lamentable incendio se llevó por delante a una anciana que vivía sola”. Con que se acompañe la narración con un adjetivo valorativo, con un tópico, parece que ya no duele tanto porque es otro el que se ha molestado en juzgar el acontecimiento por ti. Peligro de vida, y su autor, son magníficamente insoportables por la sencilla razón de que no se pueden soportar dos horas de lectura (ciento cincuenta páginas) de asesinatos, interrogatorios, abandonos y, en definitiva, injusticias donde el único ojo y la única moral que se pone sobre todo ello son las tuyas. “Esto es lo que pasa”, nos insinúa Martínez Morán. “Ahora, llámalo como quieras”.
Por fin el poeta Francisco José Martínez Morán, fiel seguidor de Paul Auster, clásico convencido y, sobre todo, amante de la palabra precisa (la que dice lo que se quiere decir y no otra cosa) ha publicado Peligro de vida, una colección de miserias.
Por fin (para los que conocíamos esa faceta) el poeta Francisco José Martínez Morán, Doctor en Literatura Comparada, Premio Nacional de Poesía Joven, Premio Hiperión, ha publicado su primer libro de relatos, microrrelatos, miniensayos, apotegmas y otras sabidurías en Peligro de vida, un libro que tarda dos horas en leerse y dos días en recuperarse de él.
Parafraseando el prólogo de El Chojin, ni siquiera podríamos afirmar que estamos ante un conjunto de ficciones donde el autor, basándose en ciertas barbaridades del mundo moderno, intenta avisarnos (valga la redundancia) sobre los peligros que acucian a nuestras vidas si estamos demasiado cerca del sitio y momento inadecuados. Peligro de vida es un tratado sobre la humanidad, es una breve acumulación de perversidades que caben todas en 150 páginas, y menos mal. Lapidaciones, mendigos achicharrados por adolescentes ociosos, torturadores, mujeres violadas que al día siguiente se encuentran en el vertedero, niños-soldado, tarados (o no tan tarados) que entran porque sí en un instituto para aniquilar a toda la comunidad educativa, ataques preventivos, piernas que irremediables caminan hacia una mina antipersona… Paro de enumerar, en parte porque no es cuestión de regodearse en la violencia, y en parte porque yo mismo, cuando recuerdo en esta reseña todo lo que Francisco José Martínez Morán me ha relatado de una manera espeluznantemente neutra, no puedo soportarlo, (no sé si al libro, o al autor).
Hay que reconocerlo. No siempre estamos preparados para recibir la bofetada que te da una película o un buen relato. Creemos que sí porque hemos leído mucho, hemos visto mucho, hemos escuchado mucho. Son muchos años ya aunque sean pocos. Tiros, amputaciones, sangre, mocos mezclados con tierra, niños con el vientre hinchado, cadáveres abrazados en una fosa común. No lo hemos vivido pero sí vivenciado gracias (¿gracias?) a la cultura. El problema: que hasta ahora, por lo menos, siempre se acompañaban dichas descripciones, dichas imágenes, con una voz en off o con un presentador de turno que emitía un juicio: “Gran tragedia la de Haití”, “una vez más el despreciable acto de la violencia de género se ha llevado a otra víctima”, “un lamentable incendio se llevó por delante a una anciana que vivía sola”. Con que se acompañe la narración con un adjetivo valorativo, con un tópico, parece que ya no duele tanto porque es otro el que se ha molestado en juzgar el acontecimiento por ti. Peligro de vida, y su autor, son magníficamente insoportables por la sencilla razón de que no se pueden soportar dos horas de lectura (ciento cincuenta páginas) de asesinatos, interrogatorios, abandonos y, en definitiva, injusticias donde el único ojo y la única moral que se pone sobre todo ello son las tuyas. “Esto es lo que pasa”, nos insinúa Martínez Morán. “Ahora, llámalo como quieras”.
1 comentario:
Inquietante. Te picotea el corazón.
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