Victoria R. Gil
Fría venganza es una novela negra llena de grises, en la que su protagonista cruza los límites de la legalidad cuando le viene en gana, sin plantearse ningún dilema moral sobre lo que se puede o no se puede hacer. Con un más que particular sentido de la ética, el investigador Joe Kurtz juzga lo que está bien y lo que está mal, para ejecutar acto seguido la sentencia. Por eso no es de extrañar que los cadáveres abunden en esta historia donde casi nadie es inocente, salvo, quizás, Arlene, la secretaria que todo detective privado debe tener, tan hábil tomando notas como disparando un Magnum.
Para que no quede ninguna duda sobre lo poco que le importan a su personaje las leyes, y no digamos la norma no escrita de lo políticamente correcto, Dan Simmons dedica el primer capítulo a informarnos de cómo se las gasta Kurtz, aficionado a tirar por la ventana a matones y asesinos para librar al mundo de la escoria que le sobra. Para quien ha sido capaz de sobrevivir a once años de cárcel sin terminar con el cuello rajado, pese a haber sido objeto de una fatwa mafiosa, los bajos fondos de Búffalo son un patio de colegio en el que se mueve con la habilidad de un tahúr.
Simmons, un escritor estadounidense más conocido en España por sus obras de ciencia ficción que por las policíacas o de terror, alcanzó fama internacional con la saga Los cantos de Hyperion, que ha recibido los premios más importantes del género y que está a punto de llevarse al cine. Sin embargo, entre los aficionados españoles a la novela negra causó una grata impresión El bisturí de Darwin, donde con la excusa de los premios de igual nombre que se conceden en Estados Unidos al modo más estúpido de morir, ofrecía una narración que, sin salirse de los moldes clásicos, aportaba aire fresco y una revitalizante ironía a la tradicional investigación policial.
Con Fría venganza, Simmons vuelve a recorrer con paso firme los caminos del crimen, no siempre muy organizado como pone en evidencia ese grupo de supremacistas blancos que más parecen los golfos apandadores de Disney que delincuentes dignos de aparecer en la lista de los más buscados. Porque aun siendo éste un libro duro y sin pelos en la lengua (ni en el revólver), también exhibe un saludable buen humor, muy de agradecer entre tanto silbido de balas y crujir de huesos.
La trama, aparentemente sencilla, comienza en el momento en que Joe Kurtz sale de prisión y pretende retomar su profesión de detective, por lo que se ofrece a investigar la desaparición del contable de una familia de la mafia. En menos de dos capítulos consigue convertirse en el objetivo de asesinos y policías, y sobrevivir empieza a ser una carrera contra reloj. Pero como todo buen prestidigitador, Simmons guarda varios ases en la manga y no tardaremos en descubrir que la realidad puede adoptar múltiples apariencias y que el sexo no siempre sirve para hacer amigos, dos lecciones que nunca está de más recordar si se quiere salvar el pellejo.
A pesar de someterse a las reglas del género y componer un personaje tan duro como mandan los cánones y dueño de una conciencia tan dúctil como las circunstancias lo exijan, Dan Simmons se permite el lujo de dotarlo de la afición de leer a Epicteto y de dedicar medio capítulo a que dos vagabundos sin techo discutan sobre teología y citen El libro de los Jubileos, un texto apócrifo del que se descubrieron varios fragmentos entre los manuscritos del Mar Muerto:
«—Mastema fue el demonio que le ordenó a Abraham matar a su propio hijo –le aclaró a Kurtz.
—Pensé que Dios fue el que hizo eso –dijo Kurtz.
Soul Dad meneó tristemente la cabeza.
—Ningún dios al que mereciera la pena reverenciar haría tal cosa, Joseph».
Traiciones, asesinatos, sorpresas y alguna que otra mujer fatal. Nada falta en esta novela que cumple lo que promete: acción y entretenimiento de la primera a la última página.
Para que no quede ninguna duda sobre lo poco que le importan a su personaje las leyes, y no digamos la norma no escrita de lo políticamente correcto, Dan Simmons dedica el primer capítulo a informarnos de cómo se las gasta Kurtz, aficionado a tirar por la ventana a matones y asesinos para librar al mundo de la escoria que le sobra. Para quien ha sido capaz de sobrevivir a once años de cárcel sin terminar con el cuello rajado, pese a haber sido objeto de una fatwa mafiosa, los bajos fondos de Búffalo son un patio de colegio en el que se mueve con la habilidad de un tahúr.
Simmons, un escritor estadounidense más conocido en España por sus obras de ciencia ficción que por las policíacas o de terror, alcanzó fama internacional con la saga Los cantos de Hyperion, que ha recibido los premios más importantes del género y que está a punto de llevarse al cine. Sin embargo, entre los aficionados españoles a la novela negra causó una grata impresión El bisturí de Darwin, donde con la excusa de los premios de igual nombre que se conceden en Estados Unidos al modo más estúpido de morir, ofrecía una narración que, sin salirse de los moldes clásicos, aportaba aire fresco y una revitalizante ironía a la tradicional investigación policial.
Con Fría venganza, Simmons vuelve a recorrer con paso firme los caminos del crimen, no siempre muy organizado como pone en evidencia ese grupo de supremacistas blancos que más parecen los golfos apandadores de Disney que delincuentes dignos de aparecer en la lista de los más buscados. Porque aun siendo éste un libro duro y sin pelos en la lengua (ni en el revólver), también exhibe un saludable buen humor, muy de agradecer entre tanto silbido de balas y crujir de huesos.
La trama, aparentemente sencilla, comienza en el momento en que Joe Kurtz sale de prisión y pretende retomar su profesión de detective, por lo que se ofrece a investigar la desaparición del contable de una familia de la mafia. En menos de dos capítulos consigue convertirse en el objetivo de asesinos y policías, y sobrevivir empieza a ser una carrera contra reloj. Pero como todo buen prestidigitador, Simmons guarda varios ases en la manga y no tardaremos en descubrir que la realidad puede adoptar múltiples apariencias y que el sexo no siempre sirve para hacer amigos, dos lecciones que nunca está de más recordar si se quiere salvar el pellejo.
A pesar de someterse a las reglas del género y componer un personaje tan duro como mandan los cánones y dueño de una conciencia tan dúctil como las circunstancias lo exijan, Dan Simmons se permite el lujo de dotarlo de la afición de leer a Epicteto y de dedicar medio capítulo a que dos vagabundos sin techo discutan sobre teología y citen El libro de los Jubileos, un texto apócrifo del que se descubrieron varios fragmentos entre los manuscritos del Mar Muerto:
«—Mastema fue el demonio que le ordenó a Abraham matar a su propio hijo –le aclaró a Kurtz.
—Pensé que Dios fue el que hizo eso –dijo Kurtz.
Soul Dad meneó tristemente la cabeza.
—Ningún dios al que mereciera la pena reverenciar haría tal cosa, Joseph».
Traiciones, asesinatos, sorpresas y alguna que otra mujer fatal. Nada falta en esta novela que cumple lo que promete: acción y entretenimiento de la primera a la última página.
1 comentario:
Dan Simmons es un maestro en la ciencia ficción, no sabía que tambien era autor de novela negra. Pues ya me has despertado el gusanillo para leerlo!
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