César Mallorquí
Existen muchos manuales de escritura, libros que enseñan a escribir con corrección, pero que yo sepa, éste es el primer manual que se publica con el objetivo de enseñar a escribir mal. Sus autores, Mittelmark y Newman, son, respectivamente, un editor y una profesora de escritura creativa, así que cabe suponer que, tras una vida dedicada a leer textos atroces, decidieron perfeccionar el arte de redactar con el trasero. Para ello, publicaron el presente libro con doscientos consejos para escribir una novela que nadie, ni borracho, publicaría.
Naturalmente, el truco consiste en hacer lo contrario de lo que libro aconseja. Los autores han reunido los errores que más frecuentemente cometen los escritores noveles y los muestran de forma ordenada para que el aspirante a literato los eluda. Según la tesis de Mittelmark y Newman, los manuales y los talleres de escritura tienden a ofrecer una serie de normas que acaban constriñendo la voz y la imaginación del escritor, de modo que es mejor exponer lo que no hay que hacer que explicar cómo hacer las cosas bien. Y no les falta razón; por lo que he visto, una de las mejores formas de no llegar a tener jamás un estilo propio es participar en un taller literario.
Cómo no escribir una novela está dividido en siete partes. La primera habla de la trama, la segunda de los personajes, la tercera y la cuarta del estilo, la quinta los escenarios y la sexta, titulada “Efectos especiales y enfoques novedosos. No lo intentes en casa”, se centra en los aspectos más erizados de espinas a la hora de escribir: el sexo, el humor y la posmodernidad. La séptima y última parte habla de cómo encasquetarle el engendro que has escrito a un editor.
A la hora de juzgar este anti-manual hay que dejar dos cosas muy claras. En primer lugar, que se centra en la literatura de consumo y las novelas de género, así que nada de altas pretensiones literarias. En segundo lugar, que todos los (anti) consejos que da son muy elementales. Cualquier escritor (o aspirante a) medianamente avezado los conoce sobradamente; aunque no hay que olvidar que lo más evidente es lo primero que se pierde de vista. En cualquier caso, puede ser un texto útil para los pre-escritores muy juniors.
No obstante, hay un aspecto de Cómo no escribir una novela que lo convierte en recomendable para todo el mundo: el chispeante y malicioso sentido del humor que impregna cada una de sus páginas. Creo que los autores, hartos de leer textos infames debido a sus profesiones, decidieron escribir el libro como una sarcástica venganza hacia todos aquellos que a diario les martirizan con sus prosas de pacotilla. Cualquier editor/a que lea esto comprenderá a qué me refiero.
Todo el libro destila ironía, pero ciertas partes resultan especialmente hilarantes. Cada apartado del anti-manual, cada error de escritura, viene acompañado de un texto, un supuesto fragmento de novela, que ejemplariza exageradamente dicho error. Esos textos, absurdos hasta el surrealismo, suelen ser muy, pero que muy divertidos. Por ejemplo, en el apartado “Hazañas sobrehumanas. Cuando el hombre cumple”, el ejemplo reza:
«Elevó a la corista por los aires y la dejó caer, empalándola con su pene duro como una piedra. Ella chilló y al instante se corrió, una, dos, tres, cuatro, ¡cinco veces! Él continuó alzándola y dejándola caer con sus fuertes brazos, y siguió incluso después de que la chica hubiera quedado inconsciente de tanto placer. Cuando estaba a punto de tener un orgasmo como un terremoto, él no pudo evitar felicitarse a sí mismo. No estaba mal para un cincuentón que ya llevaba echados diez polvos».
O este otro ejemplo titulado: “Cuando los personajes sólo responden a su estereotipo sexual”.
«Melinda recogió el periódico deportivo de Joe manchado de cerveza torciendo el gesto, y en su lugar puso una vela que desprendía un perfume a frambuesas con sacarina. Cuando ella se sentó en su puf para disfrutar de su catálogo de zapatos de novia, se preguntó si él se acordaría de llamarla para celebrar su tercer aniversario de novios.
Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, Joe le guiñó un ojo de lo más taimado a la camarera menor de edad, sacando el troglodita que llevaba dentro. Aprovechándose de la ausencia de Melinda, pidió una doble de cerdo gigante con ración extra de colesterol. Dick llegaría en cualquier momento para quemar la noche con litros de alcohol. Joder, cómo quería a ese condenado gamberro, aunque, por supuesto, nunca se lo diría».
En resumen, más que un manual de escritura, Cómo no escribir una novela es la demostración de que leer textos simplistas execrablemente escritos puede ser muy divertido.
Naturalmente, el truco consiste en hacer lo contrario de lo que libro aconseja. Los autores han reunido los errores que más frecuentemente cometen los escritores noveles y los muestran de forma ordenada para que el aspirante a literato los eluda. Según la tesis de Mittelmark y Newman, los manuales y los talleres de escritura tienden a ofrecer una serie de normas que acaban constriñendo la voz y la imaginación del escritor, de modo que es mejor exponer lo que no hay que hacer que explicar cómo hacer las cosas bien. Y no les falta razón; por lo que he visto, una de las mejores formas de no llegar a tener jamás un estilo propio es participar en un taller literario.
Cómo no escribir una novela está dividido en siete partes. La primera habla de la trama, la segunda de los personajes, la tercera y la cuarta del estilo, la quinta los escenarios y la sexta, titulada “Efectos especiales y enfoques novedosos. No lo intentes en casa”, se centra en los aspectos más erizados de espinas a la hora de escribir: el sexo, el humor y la posmodernidad. La séptima y última parte habla de cómo encasquetarle el engendro que has escrito a un editor.
A la hora de juzgar este anti-manual hay que dejar dos cosas muy claras. En primer lugar, que se centra en la literatura de consumo y las novelas de género, así que nada de altas pretensiones literarias. En segundo lugar, que todos los (anti) consejos que da son muy elementales. Cualquier escritor (o aspirante a) medianamente avezado los conoce sobradamente; aunque no hay que olvidar que lo más evidente es lo primero que se pierde de vista. En cualquier caso, puede ser un texto útil para los pre-escritores muy juniors.
No obstante, hay un aspecto de Cómo no escribir una novela que lo convierte en recomendable para todo el mundo: el chispeante y malicioso sentido del humor que impregna cada una de sus páginas. Creo que los autores, hartos de leer textos infames debido a sus profesiones, decidieron escribir el libro como una sarcástica venganza hacia todos aquellos que a diario les martirizan con sus prosas de pacotilla. Cualquier editor/a que lea esto comprenderá a qué me refiero.
Todo el libro destila ironía, pero ciertas partes resultan especialmente hilarantes. Cada apartado del anti-manual, cada error de escritura, viene acompañado de un texto, un supuesto fragmento de novela, que ejemplariza exageradamente dicho error. Esos textos, absurdos hasta el surrealismo, suelen ser muy, pero que muy divertidos. Por ejemplo, en el apartado “Hazañas sobrehumanas. Cuando el hombre cumple”, el ejemplo reza:
«Elevó a la corista por los aires y la dejó caer, empalándola con su pene duro como una piedra. Ella chilló y al instante se corrió, una, dos, tres, cuatro, ¡cinco veces! Él continuó alzándola y dejándola caer con sus fuertes brazos, y siguió incluso después de que la chica hubiera quedado inconsciente de tanto placer. Cuando estaba a punto de tener un orgasmo como un terremoto, él no pudo evitar felicitarse a sí mismo. No estaba mal para un cincuentón que ya llevaba echados diez polvos».
O este otro ejemplo titulado: “Cuando los personajes sólo responden a su estereotipo sexual”.
«Melinda recogió el periódico deportivo de Joe manchado de cerveza torciendo el gesto, y en su lugar puso una vela que desprendía un perfume a frambuesas con sacarina. Cuando ella se sentó en su puf para disfrutar de su catálogo de zapatos de novia, se preguntó si él se acordaría de llamarla para celebrar su tercer aniversario de novios.
Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, Joe le guiñó un ojo de lo más taimado a la camarera menor de edad, sacando el troglodita que llevaba dentro. Aprovechándose de la ausencia de Melinda, pidió una doble de cerdo gigante con ración extra de colesterol. Dick llegaría en cualquier momento para quemar la noche con litros de alcohol. Joder, cómo quería a ese condenado gamberro, aunque, por supuesto, nunca se lo diría».
En resumen, más que un manual de escritura, Cómo no escribir una novela es la demostración de que leer textos simplistas execrablemente escritos puede ser muy divertido.
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