miércoles, mayo 07, 2008

África con un par, Alvaro Neil

Edición del autor, Oviedo, 2007. 197 pp. 20 €

Alberto Luque Cortina

Como metáfora de la vida, el viaje es uno de los motivos más recurrentes en la literatura: es lógico si se piensa que se viaja a través de la vida y se vive a través de la literatura. Del mismo modo, hay escritores viajeros y viajeros escritores. Álvaro Neil (Oviedo, 1967), sin duda, responde al segundo tipo, subsección “aventureros”.
Cabría considerar que la aventura, entendida desde la perspectiva decimonónica aún consagrada, es imposible en el siglo XXI. Sin embargo, y siempre desde esa perspectiva, Neil es un aventurero: en noviembre de 2004 dio la primera pedalada en Oviedo, ciudad a la que regresará después de diez “largos” años, una vez haya recorrido en bicicleta los 140.000 km con los que completará la vuelta al mundo en solitario. Su proyecto se llama MOSAW (Miles of smiles around the World), ya que Álvaro Neil es también payaso y mago (y en tiempos un prometedor abogado), y allí por donde pasa ofrece espectáculos gratuitos en barrios marginales, cárceles, campos de refugiados, etc. Diez años de viaje en condiciones precarias (Neil carece de grandes patrocinadores aunque sí de una legión de incondicionales que le siguen diariamente a través de su web biciclown.com): un moderno Ulises cuya filosofía de viaje parece consistir en vivir con lo estrictamente necesario (parece tautológico, ¿verdad?), no poseer nada que no seas capaz de transportar y, pase lo que pase, no dejar de pedalear.
Su primer gran reto ha sido recorrer el continente africano, que ha supuesto el paso por 31 países, 38.000 kilómetros, casi 1.000 días de viaje y cuatro malarias, experiencias que recoge en el presente libro, África con un par. Escrito durante un breve receso en El Cairo, muestra la mano presurosa de quien sabe que el libro será una forma de financiar su aventura. A lo largo de su lectura surge la sensación de que a Álvaro Neil se le han quedado muchas, y apasionantes, historias por contar. Quizá esta narrativa nerviosa sea, pese a todo, una de las grandes virtudes del libro: hay un poso de honestidad muy intenso en cada uno de los capítulos. No hay literatura barata ni épica de salón. Álvaro Neil no se detiene a recrearse en las palabras (no tiene tiempo), ni a adornar sus experiencias, sino que las narra con rapidez y efectividad. Lo que cuenta es su verdad, vaya palabra.
Las únicas concesiones las realiza al hablar de los otros, especialmente cuando relata las muestras de apabullante generosidad de quienes, encontrándose entre los más pobres de la Tierra, no reparan en ofrecer lo poco que tienen a un desconocido. Quizá esta sea una de las características que diferencian a este de otros libros de viajes: los ojos de Álvaro Neil se detienen en las personas, mientras que otros autores, lícitamente, habrían centrado la narración en su esfuerzo deportivo o en el paso azaroso por algunos de los lugares más “calientes” del planeta sin otra red que una bicicleta y una tienda de campaña. Esta visión humanista es, más allá de las peripecias de su protagonista, el verdadero eje central de la obra.
A lo largo de 38.000 km, el autor ha atravesado grandes desiertos donde resulta casi imposible encontrar agua, altas cordilleras y peligrosas “zonas de alto riesgo”, pero sobre todo ha accedido al corazón de algunas personas, sin duda el lugar más inexplicable de la Tierra. En definitiva, un libro muy interesante y divertido, de lectura ágil, emotivo en algunos momentos, muy recomendable para los aficionados al ciclismo y a los libros de viajes, y por extensión a todos aquellos que encuentren interesante ver el mundo desde una perspectiva ajena a los teletipos y las declaraciones institucionales.
Ah, una advertencia: África con un par está fuera de los circuitos comerciales, así que para conseguirlo hay que dirigirse a la web del biciclown. Mientras escribo esto Álvaro Neil está pedaleando por Turquía, hacia el corazón de Asia. Es de esperar que en un par de años podamos leer su periplo por este nuevo continente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Me encanta la Tormenta! De estos libros no habla nadie más. Qué adicción. Enhorabuena.