Berenice, Córdoba, 2007. 235 pp. 18 €
Amadeo Cobas
Aquí está la tercera parte de la saga. Tras La novela de un novelista malaleche y El batallón de los perdedores llega Guadalajara 2006.
En esta ocasión Germán Buenaventura está de viaje, va invitado a la FIL (Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México), después de mover los hilos precisos para ser incluido dentro de la delegación andaluza que allá representará a esta Comunidad Autónoma.
Hay un repaso a lo ya conocido para los fieles seguidores de esta saga: personajes, editoriales (vuelve a salir la inefable La Medusa), clanes, filias y fobias. No falta don Arturo Ballesteros, el mecenas, con sus manías y su determinación, con esa forma suya de entender el mundo, la cartera siempre dispuesta para arreglar cualquier contratiempo, cualquier contingencia que le contraríe.
Esta novela es, en palabras de su propio autor, una «crónica disparatada y hueca» con una narración entrecortada con (quizás) abuso de apostillas, guiones, intervenciones, aclaraciones y redundancias que ralentizan la lectura y pueden dar lugar al despiste, desviando la atención de lo verdaderamente importante, que consiste en saber quién ha cometido el asesinato de…, no les digo más, discúlpenme, y quién ha robado el ordenador portátil de…, todo con el trasfondo del mundillo literario tan particular como estrafalario. Me estoy refiriendo al real, no al «inventado» en la novela por Gutiérrez Solís.
Se salpica el hilo narrativo de las aventuras mexicanas de Germán Buenaventura con las peripecias de El Escritor a Sueldo (otro más, distinto al de la novela anterior de la saga, que por motivaciones similares aunque desde situaciones distintas tiene cabida en ésta), o del Descubridor del Cráneo de Lorca, que lo muestra hasta en un programa de televisión, por poner un par de ejemplos. Pero caben también las acotaciones del transcriptor (justificándose, como siempre que discrepa con Buenaventura: en este caso porque ha recibido un texto demasiado limitado y que le hace trabajar de más), y hasta las impresiones del grupo de escritores andaluces, y esto es lo único real de la novela (a priori), que participaron en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2006.
Dentro del maremágnum que suele ofrecer Gutiérrez Solís contando la vida y milagros del novelista malaleche es especialmente meritoria la historia de El Escritor a Sueldo y el mendigo, porque aunque tiene algo de moralina soportable, es ingeniosa la forma de resolver el enfrentamiento de estos dos antagonistas tan bien perfilados.
Amadeo Cobas
Aquí está la tercera parte de la saga. Tras La novela de un novelista malaleche y El batallón de los perdedores llega Guadalajara 2006.
En esta ocasión Germán Buenaventura está de viaje, va invitado a la FIL (Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México), después de mover los hilos precisos para ser incluido dentro de la delegación andaluza que allá representará a esta Comunidad Autónoma.
Hay un repaso a lo ya conocido para los fieles seguidores de esta saga: personajes, editoriales (vuelve a salir la inefable La Medusa), clanes, filias y fobias. No falta don Arturo Ballesteros, el mecenas, con sus manías y su determinación, con esa forma suya de entender el mundo, la cartera siempre dispuesta para arreglar cualquier contratiempo, cualquier contingencia que le contraríe.
Esta novela es, en palabras de su propio autor, una «crónica disparatada y hueca» con una narración entrecortada con (quizás) abuso de apostillas, guiones, intervenciones, aclaraciones y redundancias que ralentizan la lectura y pueden dar lugar al despiste, desviando la atención de lo verdaderamente importante, que consiste en saber quién ha cometido el asesinato de…, no les digo más, discúlpenme, y quién ha robado el ordenador portátil de…, todo con el trasfondo del mundillo literario tan particular como estrafalario. Me estoy refiriendo al real, no al «inventado» en la novela por Gutiérrez Solís.
Se salpica el hilo narrativo de las aventuras mexicanas de Germán Buenaventura con las peripecias de El Escritor a Sueldo (otro más, distinto al de la novela anterior de la saga, que por motivaciones similares aunque desde situaciones distintas tiene cabida en ésta), o del Descubridor del Cráneo de Lorca, que lo muestra hasta en un programa de televisión, por poner un par de ejemplos. Pero caben también las acotaciones del transcriptor (justificándose, como siempre que discrepa con Buenaventura: en este caso porque ha recibido un texto demasiado limitado y que le hace trabajar de más), y hasta las impresiones del grupo de escritores andaluces, y esto es lo único real de la novela (a priori), que participaron en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2006.
Dentro del maremágnum que suele ofrecer Gutiérrez Solís contando la vida y milagros del novelista malaleche es especialmente meritoria la historia de El Escritor a Sueldo y el mendigo, porque aunque tiene algo de moralina soportable, es ingeniosa la forma de resolver el enfrentamiento de estos dos antagonistas tan bien perfilados.
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