Trad. Ricardo San Vicente. Alianza, Madrid, 2007. 248 pp. 7,50 €
Ana Gorría
Para contextualizar a este autor es necesario tener presentes las palabras de Boris Eichenbaun, uno de los máximos exponentes junto a Propp, Shklovski, o Tinianov de aquella escuela teórica que se dio a conocer como el formalismo ruso y que supuso una nueva mirada sobre los estudios literarios, frente a los abusos de la crítica ecdótica, textual e historiográfica característica del romanticismo. Eichenbaun, en uno de sus artículos definió el método formal como una manera de análisis que no resultaba «de la constitución de un sistema metodológico particular, sino de los esfuerzos de creación de una ciencia autónoma y concreta». En general —afirmaba— «la noción de método había adquirido proporciones desmesuradas para llegar a significar demasiadas cosas. Para los formalistas, lo esencial no es el problema del método en los estudios literarios, sino el de la literatura considerada como objeto de estudio».
Los estudios de Vladimir Propp, cuya erudición le valió entre otros cargos la Cátedra de estudios sobre el folclore en la Universidad de Leningrado en 1932 tomaron como elemento de análisis los relatos tradicionales de la literatura rusa, literatura que, desde las bylinas, conoce un amplio acervo de estos textos. Su magistral y clásico Morfología del cuento ruso comenzaba con las siguientes palabras: «Nadie ha pensado en las potencialidades que esa noción y ese término, morfología del cuento, encierran. Sin embargo, en ese ámbito del cuento popular, folclórico, el estudio de las formas y el establecimiento de las leyes que rigen su estructura es posible. Y puede llevarse a cabo con tanta precisión como en la morfología de las formas orgánicas.»
Esa precisión, que el autor vincula a Goethe a través de la cita que preside Morfología del cuento, es la que liga sus esfuerzos a la obra de los demás formalistas con títulos como Transformaciones de los cuentos de hadas además del ya citado Morfología...
No obstante, y como nos sugiere Pau Sanmartín Ortí, en su tesis La finalidad poética en el formalismo ruso: el concepto de desautomatización, Propp no fue nunca un formalista al uso, ya que aunque sus presupuestos coincidieran, su concepción del hecho literario se acercaba a lo que más adelante conoceremos como estructuralismo transformacional, en el que redundarán diversas escuelas como la lingüística generativa, la antropología estructural de Levi-Strauss y el estructuralismo francés. Su distancia en intenciones y en metodología —cabe pensar en el esfuerzo de Propp como en el intento de crear una humanitas a través de las variaciones y de la comparación de los textos en los que introduce tradiciones de una gran multitud de pueblos y de etnias— le acarreó múltiples críticas de sus colegas, especialmente por la acusación de alejarse de la realidad.
Desde esta perspectiva, es entendible que el gran teórico del cuento desplazara sus intereses hacia una realidad extratextual, articulada a través de la etnografía con títulos como no sólo el que tenemos entre manos sino también Las fiestas campesinas rusas.
En Folclore y realidad, Propp parte de la siguiente tesis para llevar a cabo sus estudios estructurales: «En cada variante de cuento aduciremos materiales extrafolclóricos que muestran que el cuento no se construye sobre la libre fantasía, sino que refleja ideas y costumbres realmente existentes. De este modo, se abrirá ante nosotros no sólo la diversidad del motivo sino también sus fundamentos históricos.»
Partir de esa realidad extratextual, ponerla a dialogar con las distintas variantes de los cuentos tradicionales es el objetivo de folclore y realidad, que se adscribe al tratamiento que Engels da a la literatura.
En la versión que tratamos sólo tenemos a nuestra disposición tres de los ensayos del originario Folclore y realidad de Vladimir Propp: Edipo a la luz del folclore, La risa ritual en el folclore y El motivo del nacimiento milagroso, además de la acertada inclusión de la traducción del cuento Nesmeyana, motivo de estudio del segundo de los ensayos.
Vladimir Propp analiza en estos artículos temas de especial interés para la antropología: el incesto, la familia, el tránsito y los espacios que se dan entre las sociedades matriarcales y patriarcales, las distintas maneras de enfrentarse del hombre a ritos de transición como el nacimiento y la muerte, abriendo un camino que, como hemos afirmado con anterioridad, será uno de los más fecundos en el pensamiento humanístico de la segunda mitad del siglo XX.
Ana Gorría
Para contextualizar a este autor es necesario tener presentes las palabras de Boris Eichenbaun, uno de los máximos exponentes junto a Propp, Shklovski, o Tinianov de aquella escuela teórica que se dio a conocer como el formalismo ruso y que supuso una nueva mirada sobre los estudios literarios, frente a los abusos de la crítica ecdótica, textual e historiográfica característica del romanticismo. Eichenbaun, en uno de sus artículos definió el método formal como una manera de análisis que no resultaba «de la constitución de un sistema metodológico particular, sino de los esfuerzos de creación de una ciencia autónoma y concreta». En general —afirmaba— «la noción de método había adquirido proporciones desmesuradas para llegar a significar demasiadas cosas. Para los formalistas, lo esencial no es el problema del método en los estudios literarios, sino el de la literatura considerada como objeto de estudio».
Los estudios de Vladimir Propp, cuya erudición le valió entre otros cargos la Cátedra de estudios sobre el folclore en la Universidad de Leningrado en 1932 tomaron como elemento de análisis los relatos tradicionales de la literatura rusa, literatura que, desde las bylinas, conoce un amplio acervo de estos textos. Su magistral y clásico Morfología del cuento ruso comenzaba con las siguientes palabras: «Nadie ha pensado en las potencialidades que esa noción y ese término, morfología del cuento, encierran. Sin embargo, en ese ámbito del cuento popular, folclórico, el estudio de las formas y el establecimiento de las leyes que rigen su estructura es posible. Y puede llevarse a cabo con tanta precisión como en la morfología de las formas orgánicas.»
Esa precisión, que el autor vincula a Goethe a través de la cita que preside Morfología del cuento, es la que liga sus esfuerzos a la obra de los demás formalistas con títulos como Transformaciones de los cuentos de hadas además del ya citado Morfología...
No obstante, y como nos sugiere Pau Sanmartín Ortí, en su tesis La finalidad poética en el formalismo ruso: el concepto de desautomatización, Propp no fue nunca un formalista al uso, ya que aunque sus presupuestos coincidieran, su concepción del hecho literario se acercaba a lo que más adelante conoceremos como estructuralismo transformacional, en el que redundarán diversas escuelas como la lingüística generativa, la antropología estructural de Levi-Strauss y el estructuralismo francés. Su distancia en intenciones y en metodología —cabe pensar en el esfuerzo de Propp como en el intento de crear una humanitas a través de las variaciones y de la comparación de los textos en los que introduce tradiciones de una gran multitud de pueblos y de etnias— le acarreó múltiples críticas de sus colegas, especialmente por la acusación de alejarse de la realidad.
Desde esta perspectiva, es entendible que el gran teórico del cuento desplazara sus intereses hacia una realidad extratextual, articulada a través de la etnografía con títulos como no sólo el que tenemos entre manos sino también Las fiestas campesinas rusas.
En Folclore y realidad, Propp parte de la siguiente tesis para llevar a cabo sus estudios estructurales: «En cada variante de cuento aduciremos materiales extrafolclóricos que muestran que el cuento no se construye sobre la libre fantasía, sino que refleja ideas y costumbres realmente existentes. De este modo, se abrirá ante nosotros no sólo la diversidad del motivo sino también sus fundamentos históricos.»
Partir de esa realidad extratextual, ponerla a dialogar con las distintas variantes de los cuentos tradicionales es el objetivo de folclore y realidad, que se adscribe al tratamiento que Engels da a la literatura.
En la versión que tratamos sólo tenemos a nuestra disposición tres de los ensayos del originario Folclore y realidad de Vladimir Propp: Edipo a la luz del folclore, La risa ritual en el folclore y El motivo del nacimiento milagroso, además de la acertada inclusión de la traducción del cuento Nesmeyana, motivo de estudio del segundo de los ensayos.
Vladimir Propp analiza en estos artículos temas de especial interés para la antropología: el incesto, la familia, el tránsito y los espacios que se dan entre las sociedades matriarcales y patriarcales, las distintas maneras de enfrentarse del hombre a ritos de transición como el nacimiento y la muerte, abriendo un camino que, como hemos afirmado con anterioridad, será uno de los más fecundos en el pensamiento humanístico de la segunda mitad del siglo XX.
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