Finalista del Premio Planeta-Casamérica de Narrativa Iberoamericana 2007. Planeta, Barcelona, 2007. 260 pp. 20 €
Enrique Planas
Pocos autores peruanos como Alonso Cueto para componer personajes exitosos en su mundo profesional, pero profundamente solos, o aburridos al verse contra en espejo. Ídolos de clase media, convencidos de la justicia de sus privilegios, pero que al encontrar pequeñas dudas o redescubrir temores del pasado, su seguridad se desmorona hasta revelar su verdadera naturaleza inválida. Verónica, la madura pero aún bella protagonista de El susurro de la mujer ballena (Finalista del Premio Planeta-Casamérica) es la última de las criaturas del gabinete literario del ganador del Premio Herralde por La Hora Azul (2005), un personaje femenino tan verosímil y fascinante que logró seducir al jurado de un certamen de belleza literaria.
Verónica escribe una historia impulsada por un irresistible impulso, una especie de confesión pública. Debemos saber entonces que ella es una exitosa periodista de la sección internacional en el diario más leído de Lima, aunque su profesión más parezca el simple acto de organizar, recortar y titular los cables de las agencias de noticias internacionales que asaltan su computadora. Además, debe someterse a aburridas reuniones con los otros editores y los ejecutivos de su medio. Todos, en su mayoría, hombres que no dejan de invitarla a almorzar y sueñan con otra clase de encuentros. En su agenda, además de las horas que le quita la burocrática oficina se suman sus sesiones de gimnasio, su rol de madre amorosa y de esposa resignada a compartir la cama con un tipo al que no ama, y las visitas al departamento de su amante, a quien odia por frívolo pero ama por hacerla sentir deseada.
Sin embargo, en su mundo feliz, (o casi) ha irrumpido Rebeca, una mujer de medidas impresionantes, sólo comparables al tamaño de su obsesión por recordar el maltrato que, por gorda, sufría en el colegio. El encuentro en el avión que las devuelve a Lima, aparentemente anecdótico, evoluciona en nuevas coincidencias, que al sumarse terminan revelando un acoso que, a lo largo de la novela, va envolviendo tanto a la protagonista como a los lectores de su historia. Cueto va añadiendo progresivamente recuerdos de infancia que van sosteniendo y justificando el desarrollo de las acciones en el presente. Los excesos de la crueldad juvenil han creado un monstruo. Una mujer que ha macerado durante años un deseo de venganza delirante, y que cuenta con millonarios recursos para jugar con su víctima, su anteriormente admirada compañera de aula, al juego del gato y al ratón. ¿Cuál es la razón de tanto odio? ¿Cuál es el motivo que convierte a Verónica también en sujeto de su venganza?
Enrique Planas
Pocos autores peruanos como Alonso Cueto para componer personajes exitosos en su mundo profesional, pero profundamente solos, o aburridos al verse contra en espejo. Ídolos de clase media, convencidos de la justicia de sus privilegios, pero que al encontrar pequeñas dudas o redescubrir temores del pasado, su seguridad se desmorona hasta revelar su verdadera naturaleza inválida. Verónica, la madura pero aún bella protagonista de El susurro de la mujer ballena (Finalista del Premio Planeta-Casamérica) es la última de las criaturas del gabinete literario del ganador del Premio Herralde por La Hora Azul (2005), un personaje femenino tan verosímil y fascinante que logró seducir al jurado de un certamen de belleza literaria.
Verónica escribe una historia impulsada por un irresistible impulso, una especie de confesión pública. Debemos saber entonces que ella es una exitosa periodista de la sección internacional en el diario más leído de Lima, aunque su profesión más parezca el simple acto de organizar, recortar y titular los cables de las agencias de noticias internacionales que asaltan su computadora. Además, debe someterse a aburridas reuniones con los otros editores y los ejecutivos de su medio. Todos, en su mayoría, hombres que no dejan de invitarla a almorzar y sueñan con otra clase de encuentros. En su agenda, además de las horas que le quita la burocrática oficina se suman sus sesiones de gimnasio, su rol de madre amorosa y de esposa resignada a compartir la cama con un tipo al que no ama, y las visitas al departamento de su amante, a quien odia por frívolo pero ama por hacerla sentir deseada.
Sin embargo, en su mundo feliz, (o casi) ha irrumpido Rebeca, una mujer de medidas impresionantes, sólo comparables al tamaño de su obsesión por recordar el maltrato que, por gorda, sufría en el colegio. El encuentro en el avión que las devuelve a Lima, aparentemente anecdótico, evoluciona en nuevas coincidencias, que al sumarse terminan revelando un acoso que, a lo largo de la novela, va envolviendo tanto a la protagonista como a los lectores de su historia. Cueto va añadiendo progresivamente recuerdos de infancia que van sosteniendo y justificando el desarrollo de las acciones en el presente. Los excesos de la crueldad juvenil han creado un monstruo. Una mujer que ha macerado durante años un deseo de venganza delirante, y que cuenta con millonarios recursos para jugar con su víctima, su anteriormente admirada compañera de aula, al juego del gato y al ratón. ¿Cuál es la razón de tanto odio? ¿Cuál es el motivo que convierte a Verónica también en sujeto de su venganza?
Con El susurro de la mujer ballena, Cueto no sólo nos ofrece las pistas en una entretenida novela de intriga y suspenso, sino que también nos entrega un brillante cuadro de la sensibilidad femenina, de la amistad traicionada, el profundo origen de la culpa y de la precariedad de las almas que vagan por el mundo buscando el perdón.
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