Trad. Jordi Fibla. RBA, Barcelona, 2006. 317 pp. 19,50 €
Gabi Martínez
Probando, probando.
La verdad es que mi primera idea fue reseñar Lunar Park de Bret Easton Ellis pero tras el disfrute (enorme) de sus primeras páginas fui cayendo en una abulia cercana a la indignación que me hizo abandonar el libro. Y como si algo admite esta “tormenta” es la flexibilidad, opté por cambiar a Primera luz (RBA) de Charles Baxter, novela que, aun sin aportar demasiado, se lee bien y permite observar cómo se iba curtiendo el autor de El festín del amor y de posteriores relatos en la onda de la gran estirpe estadounidense tan bien representada por Faulkner o Richard Ford.
Los hermanos Hugh y Dorsey Welch protagonizan esta historia narrada, por decirlo de algún modo, marcha atrás. Baxter parte de un encuentro entre los hermanos, cada uno con sus respectivas y antagónicas familias. Dorsey es una astrofísica aclamada con un marido actor, Simon, y un hijo sordo. Hugh, un vendedor de coches de los USA profundos con una esposa despierta aunque poco atractiva y un par de niños.
Las sofisticadas extravagancias de Simon —capaz de convertir un espectáculo de fuegos artificiales en un simulacro de ataques terroristas en cadena jaleado por los niños— y su cierto elitismo culturalista, le distancian del más rural y ortodoxo Hugh. Dorsey y Hugh tratan de entenderse sin éxito: sus mundos ya están muy lejos. De la infancia guardan un obvio poso de cariño pero entre ambos se ha levantado la incomunicación. ¿Cómo llegaron ahí?
Baxter lo explica marcha atrás (aunque también podría utilizar el símil de un embudo o un tornado). Tras cargar la atmósfera de tensiones cruzadas y esbozar muy bien a los personajes que parece van a ser los principales, emprende un rebobinado en las vidas de los hermanos, únicos verdaderos protagonistas. Así desvela algunos de sus porqués, se entienden actitudes, que aparecen mucho más inteligibles gracias al contexto que faltaba, y, al tiempo que abandona a secundarios como el estimulante Simon, da paso a nuevos individuos pertenecientes al pasado, como por ejemplo Carlo Pavorese, el veterano profesor que removió intelectual y físicamente a la joven Dorsey.
Siguiendo la moviola, se verá a un Hugh esplendoroso en su época deportiva, triunfando con las chicas aunque ya incubando la seguridad que le acompañaría el resto de sus días: ser más tonto que su hermana.
Reculando a través de los miedos y experiencias de Dorsey y Hugh, de sus relaciones con los amigos y los padres y los novios, los trabajos y las escuelas, Baxter aspira a plasmar la América de una generación. Intenta comprender dónde se encuentran los hombres y mujeres treintañeros de “hoy” (la obra se publicó en Estados Unidos en 1987) retrocediendo sobre sus pasos en busca de las luces primordiales que alumbraron más o menos pálidamente el resto de sus vidas. Así, hasta el día en el que la bebé Dorsey atisbó su primera luz.
Y siendo cierto que Baxter consigue un extraño y melancólico efecto mediante tan simple recurso, también lo es que ese mismo quid estructural condena a la lectura a senderos demasiado anunciados. Las expectativas abiertas al principio por diálogos muy bien tensados y por la complejidad de unas personalidades adultamente contradictorias decaen conforme los personajes se hacen más básicos y naturales. La novela esperada se convierte en otra. Y, aunque la intención es buena, a la ejecución le falta gancho. Quizá grasa entre unas escenas y otras. O mayor ritmo lírico, que se antoja desigual. El caso es que hay algo no muy bien cuadrado, además de artificios excesivos —la relación entre Pavorese (véase el propio apellido) y Dorsey.
Sea como sea, y pese a detectar a un escritor todavía en pruebas, aquí está ya el Baxter que busca el lado corriente de las cosas, lo más magnífico de la sencillez. El Baxter que señala al amor como esencia del existir. El Baxter capaz de reflejar nuestros espíritus en toda su lobreguez y melancolía.
Gabi Martínez
Probando, probando.
La verdad es que mi primera idea fue reseñar Lunar Park de Bret Easton Ellis pero tras el disfrute (enorme) de sus primeras páginas fui cayendo en una abulia cercana a la indignación que me hizo abandonar el libro. Y como si algo admite esta “tormenta” es la flexibilidad, opté por cambiar a Primera luz (RBA) de Charles Baxter, novela que, aun sin aportar demasiado, se lee bien y permite observar cómo se iba curtiendo el autor de El festín del amor y de posteriores relatos en la onda de la gran estirpe estadounidense tan bien representada por Faulkner o Richard Ford.
Los hermanos Hugh y Dorsey Welch protagonizan esta historia narrada, por decirlo de algún modo, marcha atrás. Baxter parte de un encuentro entre los hermanos, cada uno con sus respectivas y antagónicas familias. Dorsey es una astrofísica aclamada con un marido actor, Simon, y un hijo sordo. Hugh, un vendedor de coches de los USA profundos con una esposa despierta aunque poco atractiva y un par de niños.
Las sofisticadas extravagancias de Simon —capaz de convertir un espectáculo de fuegos artificiales en un simulacro de ataques terroristas en cadena jaleado por los niños— y su cierto elitismo culturalista, le distancian del más rural y ortodoxo Hugh. Dorsey y Hugh tratan de entenderse sin éxito: sus mundos ya están muy lejos. De la infancia guardan un obvio poso de cariño pero entre ambos se ha levantado la incomunicación. ¿Cómo llegaron ahí?
Baxter lo explica marcha atrás (aunque también podría utilizar el símil de un embudo o un tornado). Tras cargar la atmósfera de tensiones cruzadas y esbozar muy bien a los personajes que parece van a ser los principales, emprende un rebobinado en las vidas de los hermanos, únicos verdaderos protagonistas. Así desvela algunos de sus porqués, se entienden actitudes, que aparecen mucho más inteligibles gracias al contexto que faltaba, y, al tiempo que abandona a secundarios como el estimulante Simon, da paso a nuevos individuos pertenecientes al pasado, como por ejemplo Carlo Pavorese, el veterano profesor que removió intelectual y físicamente a la joven Dorsey.
Siguiendo la moviola, se verá a un Hugh esplendoroso en su época deportiva, triunfando con las chicas aunque ya incubando la seguridad que le acompañaría el resto de sus días: ser más tonto que su hermana.
Reculando a través de los miedos y experiencias de Dorsey y Hugh, de sus relaciones con los amigos y los padres y los novios, los trabajos y las escuelas, Baxter aspira a plasmar la América de una generación. Intenta comprender dónde se encuentran los hombres y mujeres treintañeros de “hoy” (la obra se publicó en Estados Unidos en 1987) retrocediendo sobre sus pasos en busca de las luces primordiales que alumbraron más o menos pálidamente el resto de sus vidas. Así, hasta el día en el que la bebé Dorsey atisbó su primera luz.
Y siendo cierto que Baxter consigue un extraño y melancólico efecto mediante tan simple recurso, también lo es que ese mismo quid estructural condena a la lectura a senderos demasiado anunciados. Las expectativas abiertas al principio por diálogos muy bien tensados y por la complejidad de unas personalidades adultamente contradictorias decaen conforme los personajes se hacen más básicos y naturales. La novela esperada se convierte en otra. Y, aunque la intención es buena, a la ejecución le falta gancho. Quizá grasa entre unas escenas y otras. O mayor ritmo lírico, que se antoja desigual. El caso es que hay algo no muy bien cuadrado, además de artificios excesivos —la relación entre Pavorese (véase el propio apellido) y Dorsey.
Sea como sea, y pese a detectar a un escritor todavía en pruebas, aquí está ya el Baxter que busca el lado corriente de las cosas, lo más magnífico de la sencillez. El Baxter que señala al amor como esencia del existir. El Baxter capaz de reflejar nuestros espíritus en toda su lobreguez y melancolía.
5 comentarios:
Pues resulta que yo también disfruté muchísimo con las primeras páginas de Lunar Park, y con las siguientes, fue ya, con las siguientes de las siguientes cuando dejé de disfrutar, pero no dejé de leer, ya por obstinación del que es pobre y no se puede permitir el lujo de abandonar libros sin leer, porque la alternativa es no leer al no haber otro libro, que porque me interesara esa falsa historia de fantasmas. Así que hizo bien en abandonar, que la historia no remontaba. Por otro lado, no es la primera vez que oigo, en este caso, leído, halagos hacia este autor, así que le otorgaré un minipunto a poxibles candidatos, siempre y cuando, claro, lo editen en bolsillo, "usease", más barato de esos 19,5 euros ;)
Baxter es el p... amo. No le pongas tantas pegas, Gabi. Maravilloso autor.
Angela
LOS LIBROS SON BARATOS, TODOS ELLOS.
NO SÉ POR QUÉ LA GENTE SE QUEJA DE QUE SON CAROS. ¿ES CARA UNA TRISTE CAMISETA DE ZARA DE 19'50 EUROS? NO HE OIDO A NADIE QUEJARSE DE ELLO.
ME AGOTA LA GENTE QUE SE QUEJA DE LO CAROS QUE SON LOS LIBROS: PUES QUE NO LEAN SI NO QUIEREN PAGARLOS!!
19,5 por unos diez libros que me leo al mes, igual a 195 euros. Cobro 915 euros al mes. No todo el mundo posse una gran sueldo. Un libro te lo lees, como máximo, 3 veces en tu vida, y solo algunos. Una camiseta de Zara, la usas más de 3 veces. Podrías haber puesto otro ejemplo, un par de copas, pero claro, con mi sueldo prefiero los libros a las copas. ¿Cambiamos el trabajo?
Esto... ¿Y las bibliotecas? ¿Y los libros prestados? Yo tiro de ahí, básicamente...
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