jueves, mayo 18, 2006

Una breve historia de la misoginia, Anna Caballé (ed.)

Lumen, Barcelona, 2006. 498 págs. 20€

Amadeo Cobas

En este recomendable ensayo, Anna Caballé nos invita a un interesante recorrido por la historia de la misoginia, desde la Grecia clásica, pasando por La Biblia, la Edad Media, el Siglo de Oro y hasta la actualidad. Esta recopilación tiene poco de ensayo y mucho de documento, en el que se plasman auténticas aberraciones. La autora busca y descubre las causas ocultas, los agentes malintencionados que las propiciaron. Por ejemplo, la Iglesia, sus ministros y valedores: «La Iglesia católica con gran razón tiene prohibido que ninguna mujer pueda predicar, ni confesar ni enseñar; porque su sexo no admite prudencia ni disciplina», decía un médico allá en las postrimerías del siglo XVI.
De una forma muy didáctica y entretenida, siempre sus palabras auspiciadas bajo el amparo de lo escrito por otros, descubre el «doble rasero» a la hora de juzgar la calidad de una obra escrita por una mujer y la de un escritor varón. En la de éste se comentaba el texto, en la de aquélla se empezaba mentando la osadía de haberla escrito.
Utiliza un tono mesurado, que se convierte en acerba crítica (hacia las escritoras) con la simple lectura de los textos firmados por hombres, los cuales enriquecen el conjunto, dotándolo de uniformidad. No lo enriquecen por su calidad, entiéndase, sino por lo mucho que refuerzan la tesis expuesta por Anna Caballé, patente ya desde el título del ensayo. ¿No me creen? Se acabó mi reseña (sólo haré de comentarista). Que hable por mí esta selección de lindezas y definiciones sobre la mujer:
«Sexo envidioso, liviano, irascible, avaro, desmedido en la bebida» (¿será por eso que los bares están llenos de hombres?)
«Confundimiento del hombre, bestia que nunca se harta» (Alfonso X, ¿el Sabio?)
«Un hombre imperfecto» (Aristóteles, ¿el hombre perfecto?)
«No se la puede domesticar» (dijo la fiera).
«La mujer jamás yerra callando, y muy poquitas veces acierta hablando» (dijo la fiera. Digo, el fraile. Perdón por la redundancia).
«Hacen que los perros pequeños se orinen» (¿y mearán por fuera de la taza?)
«Es buena cuando está en la sepultura» (Francisco enterrador Quevedo).
«Son el mismo pecado» (Samaniego, el zorro y las uvas).
«La instrucción de la mujer debe estar reducida únicamente a sentir, a amar a su esposo y a sus hijos y a saber educar a sus hijas para que sean lo que ellas deben ser: buenas esposas y buenas madres» (de parte de una dócil esposa y sufrida madre).
«El marido que, sorprendiendo en adulterio a su mujer, matare en el acto a ésta o al adúltero, o les causare lesiones graves, será castigado con la pena de destierro» (Código Penal de 1870: no cabe duda, era más grave delito ser cornudo que asesino).
«El juicio en la mujer es una cualidad tan rara como la sensibilidad en un hombre» (yerra la poetisa en una de las dos partes de su comparación).
«El arte no ha sido, ni es, ni será jamás, patrimonio de la mujer» (dijo un adivino de pega).
«En todas las que han dejado un nombre ilustre en la historia, se pueden descubrir los rastros del sexo masculino» (Dr. Gregorio Marañón, quien dice más): «administrar la justicia me parece muy difícil de lograr por el espíritu exuberantemente sentimental de la mujer» (otro al que le fallaba la bola de cristal).
«Los hombres se enamoran de las corzas, de lo que hay de corza en la mujer» (Ortega y Gasset, de profesión sus cacerías. Del mismo autor, esta definición de mujer): «una forma de humanidad inferior al varón» (¿una corza?)
«A causa de su debilidad mental el psiquismo femenino tiene muchos puntos de contacto con el infantil y el animal» (esto es, respectivamente, con el del niño y el del hombre).
«A la mujer, como al cocodrilo, hay que cazarla» (Jardiel Poncela, de safari con Ortega y Gasset).
Moraleja: después de tanto oprobio, yo me pregunto: hoy en día, ¿quién lee libros?
Pues eso.

4 comentarios:

Enrique Gallud Jardiel dijo...

Sobre la misoginia de mi abuelo, Jardiel, me gustaría añadir que era sólo en sus escritos., Le gustaban muchísimo y estuvo rodeado de ellas toda su vida. Además, una frase suya dice que en el mundo sólo hay una cosa peor que las mujeres y son los hombres.

Anónimo dijo...

Me gustaría recomendar, para quienes creen conocer algo del feminismo por propia deducción o por lo que les han contado, el libro de la periodista Nuria Varela titulado "Feminismo para Principiantes". Didáctico y entretenido.
Saludos,

miwok dijo...

¿Se habla en este libro de San Vicente Ferrer? Era todo un misógino, que entre otras cosas, fundó el lugar donde vivo.

Janario dijo...

Me gustaría aprovechar este excelente artículo sobre la misoginia para invitarte a visitar una modesta Tira cómica sobre el maltrato a las mujeres:
Machismo extremo - El asesino de mujeres