Editorial Tres Hermanas, Madrid, 2016, 194 pp. 12 €
María Dolores García Pastor
Algunos libros tienen la capacidad de atraparnos desde la primera página, nos arrastran a través de cada palabra hasta llegar al final. Tal vez que la historia comience con su protagonista atrapada en un paso canadiense en medio del bosque, el silencio y la oscuridad, ayude a que eso ocurra, es un inicio muy prometedor, pero no es sólo eso, en Si quieres, puedes quedarte aquí hay mucho más.
La trama es aparentemente sencilla. Andrea y Gonzalo han decidido darse un tiempo en su relación. Ella atraviesa una situación emocional complicada y él la obliga a permanecer en un lugar de reposo y terapias alternativas en la montaña. Lo que debería ser una estancia idílica se irá mostrando como algo desasosegante y oscuro, desde la primera página nada es lo que parece. El paisaje hostil y las muertes constantes de los animales con los que les toca convivir a los inquilinos del lugar, unas ovejas que forman parte de su estancia en una cabaña, hacen que sintamos en todo momento que algo amenaza en la sombra.
Txani Rodríguez crea una atmósfera que consigue inquietarnos y mantenernos en vilo durante toda la novela. Y lo consigue gracias a sus pormenorizadas descripciones de un paisaje agreste que acaba siendo un personaje más, llegando incluso a establecer analogías con los comportamientos humanos, y su maestría para dosificar los diferentes elementos narrativos. También contribuyen a crear una atmósfera enrarecida los peculiares personajes que pueblan la novela y que están tan desorientados o más que la propia protagonista. El propietario del complejo, su ayudante, los diferentes clientes que llegan para instalarse en las cabañas, la viuda de la que Andrea se hace amiga o Gonzalo son personas complicadas, inquietantes a veces, también ellos parecen ocultar algo.
Pese a que la acción transcurre con un tempo contenido, que recuerda a otras obras que acontecen en lugares de reposo como La montaña mágica de Thomas Mann, por poner un ejemplo, la lectura resulta ágil gracias a la brevedad de los capítulos y al estilo contundente de esta escritora. Su prosa me resulta entre descarnada y lírica, sin artificios pero con sutiles pinceladas poéticas. Sumergiéndonos en este episodio vital de Andrea Rodríguez nos lleva a reflexionar sobre la soledad de la vida moderna, el amor y el desamor, la infelicidad o la fragilidad del ser humano, su insignificancia frente a la fuerza de los elementos o la inmensidad e imprevisibilidad de la naturaleza. También se aprecia una mirada irónica sobre determinados modelos de vida actuales.
A lo largo de la novela, y al tiempo que vamos descubriendo algunas cosas, asistimos al descubrimiento de Andrea de sí misma. El final, aunque no es sorprendente, tampoco resulta previsible. Y todo junto deja muy buen sabor de boca. El paso canadiense reaparece al final como una especie de símbolo que cobra importancia en la reiteración, y que nos recuerda de dónde viene la protagonista, y al mismo tiempo acaba convertido en una especie de justicia poética. Si quieres, puedes quedarte aquí fue finalista del XLVII Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de Barbastro. Una excelente novela breve que sabe a poco.
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