Trad. Francesc Rovira.
Anagrama, Barcelona, 2016. 296 pp. 19,90 €
Santiago Pajares
Imagina que uno de tus libros favoritos es El guardián entre el centeno. Imagina que por casualidad descubres cuál es la casa en la que J. D. Salinger pasa sus últimos días. Imagina que subes al porche y te dispones a tocar su puerta. Y entonces te rajas, no llamas, vuelves al coche y te vas por donde has venido. Pues eso es lo que le pasó a Frédéric Beigbeder en 2007. Se rajó y se volvió al coche, pero no se quedó allí. Después volvió a su mesa y escribió una novela.
Esta es una novela de ecos. De los ecos que resuenan en los primeros años cuarenta en Manhattan mientras la guerra comienza a volverse cruenta en Europa. En esos primeros días, en un club nocturno se reúnen los jóvenes a bailar, beber y por supuesto, contar cotilleos. Hay tres chicas y un chico. Las chicas son las ricas herederas Gloria Vanderbilt, Carol Marcus y Oona O´Neill. El chico es Truman Capote, su confidente. Olvidémonos de dos de las chicas y el chico y centrémonos en Oona, hija de Eugene O`Neill, uno de los más famosos dramaturgos de Norteamérica. En el otro lado de la barra está Jerry Salinger, en ese momento un estudiante hijo de un charcutero. Los dos se conocen, se gustan y entablan una relación platónica que no llega a desembocar en nada. Pero la guerra necesita de soldados, y el incipiente escritor marcha hacia Europa para combatir y así mostrar su valor a Oona. Lamentablemente el tiro le sale por la culata, ya que ella, en vez de esperar como en cualquier buena película romántica, se casa con un hombre treinta y cinco años mayor, mundialmente famoso y millonario: Charlie Chaplin.
¿Cómo afecta esto a J. D. Salinger? ¿Cómo afecta a Oona O´Neill? Y lo que es más importante... ¿cómo afecta a Frédéric Beigbeder? Porque de la misma forma que Salinger reverenciaba a Francis Scott Fitzgerald, Beigbeder reverencia a Salinger (e incluso me aventuro a presumir que habrá alguien que reverencie a Beigbeder). La historia se basa en la existencia de unas cartas que Oona O´Neill Y J. D. Salinger se escribieron durante la guerra. Estas cartas pertenecen a la familia Chaplin, que ha decidido no hacerlas públicas. Esto, que habría detenido a un buen documentalista, no es obstáculo para el escritor, que decide recrearlas en su imaginación. Basándose en la técnica de la ficción, en la que todos los hechos y fechas son reales y comprobables, se inventa todo lo demás, llegando incluso a escribir un nueva escena que nunca existió: Cuarenta años después de aquellas cartas, cuando Oona es ya la viuda de Charlie Chaplin y Salinger un escritor mundialmente famoso, quedan a comer y hablar de lo sucedido.
Y como no podía ser de otra manera, Frédéric Beigbeder aprovecha todos estos datos para hablar de sí mismo, de su vida y sus relaciones personales. Enamorado del icono que es Oona O´Neill y de la escritura de J. D. Salinger, los usa como dos flechas que apuntan a su persona. Este es un libro que apasionará a los seguidores del autor de El guardián entre el centeno, a los amantes de los iconos femeninos y a los acérrimos seguidores de Frédéric Beigbeder. Porque como el mismo autor nos dice: Si la historia no fuera cierta, tendría una enorme decepción.
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