lunes, mayo 23, 2016

Esta noche moriré, Fernando Marías


Alrevés, Barcelona, 2016. 160 pp. 14 €

Juan Laborda Barceló

Si el poder del cine reside en decir sin decir, en mostrar lo que la pantalla no explicita, y emocionar con ello; el de la literatura se centra en la sugerencia total. La capacidad de generar imágenes subyugantes, marcando a fuego la retina con el recuerdo de lo no vivido, es la esencia de las letras. Así, el lector podrá recorrer mundos, vidas y sentimientos ignotos o cercanos y, si las palabras se ajustan a un orden determinado, a una musicalidad, cadencia, ritmo y propósito concreto, quedará prendado para siempre de las vivencias que allí se narran.
La editorial Alrevés reedita ahora Esta noche moriré de Fernando Marías. Una obra tan necesaria como cumplidora de los dogmas anteriormente señalados. La novela tiene, además de diversas capas, tintes cinematográficos en sus formas y contenidos, pero mucho más de esencia literaria.
La brevedad de la extensión no impide la terrible crudeza de la venganza que aquí se narra. Es más, su explosiva contundencia, como el incisivo empuje de los tacos de un velocista, hollará nuestra mirada de lectores (en caso de no haberlo hecho ya en alguna de las ediciones previas).
Delmar, un exitoso policía, es el objeto de una terrorífica, coreografiada y milimetrada revancha. El delincuente Corman, miembro de una misteriosa “Corporación”, verá cumplido su plan dieciséis años después de suicidarse en prisión. Cómo es posible tal alarde de técnica narrativa (y conspirativa) es un preciso mecano que tendrán que descubrir ustedes mismos al adentrarse en esta novela breve. Sí les diré, sin embargo, que el descenso a los infiernos del policía no desmerece al de Dante, con la salvedad de que éste funciona en términos mucho más realistas y no tan alegóricos como los de la Divina comedia.
Marías afina el catálogo de crueldades para impactarnos, para zaherir sensibilidades, con una doble semiótica. Por un lado, el uso del lenguaje, aceradísimo, cuidado hasta el extremo de hacer verosímil a un demente brillante que describe con detalle sucesos que aún no han ocurrido. Género epistolar de frases largas, destiladoras de un veneno intenso y evocador, pero en el sentido más oscuro del término, pues se desean horrores al protagonista que, con ligeras variaciones, se irán cumpliendo. Una vez sembradas las hieles, el camino al averno es en línea recta.
Por otro lado, este estilo preciso y sugerente parece el trasunto, trazado con tiralíneas, de los maléficos y concisos planes de Corman. Fondo y forma caminan paralelos en una valiente y singular prosa epistolar.
Si la literatura es, y debe ser, un ejercicio de estilo cuyos contenidos lleguen a incomodar, emocionar o conmover, en esta obra, Fernando Marías, lo consigue plenamente. Pocas veces se ha dicho más con menos, y se ha afilado tanto la vertiente malvada del ser humano con una mayor economía de medios. Los trazos, los fondos del paisaje, el sabor que nos deja esta “película dentro de una película” es el desamparo absoluto.
Si aún no la han leído, no se la pierdan.

1 comentario:

Pipe Bonilla dijo...

Excelente colaboración. Me encanta este blog, ¡es mi favorito! Y no me perderé el libro, lo leeré en cuanto pueda.