Trad. Kristi Baggethun y Asunción Lorenzo. Nórdica, Madrid, 2015. 368 pp. 21,50 €
Santiago Pajares
La bendición de la tierra es sin duda una de las obras cumbres de Knut Hamsun, tanto que tras su publicación recibió el premio Nobel en 1920. Famoso mundialmente desde su primera novela Hambre, que escribió recién llegado de su periplo de seis años por Estados Unidos, siempre renegó de las grandes ciudades, viviendo gran parte de su vida en una cabaña en el bosque en Noerholm, en su Noruga natal. Y de eso trata La bendición de la tierra, de la vida en el bosque, concretamente en los páramos de Noruega donde los colonos comenzaron a establecer granjas y a trabajar la tierra con sus manos. La obra de Knut Hamsun es considerada una de las más influyentes del siglo XX, inspirando a autores como Thomas Mann, Franz Kafka, Herman Hesse o Charles Bukowski, quien incluso le citó en su famoso poema “Cómo ser un gran escritor”.
En esta novela nos centraremos en la figura de Isak, un colono que tras varios días de estudio del terreno, decide asentarse en una meseta, construir una cabaña y empezar a arar la tierra por sus propios medios para tratar de sobrevivir. Trabajando de sol a sol logra subsistir, tanto que llegado un momento necesita ayuda para las tareas cotidianas, por lo que pide en el pueblo a alguna mujer que suba al páramo a echarle una mano con los animales que comienzan a parir. Aparece entonces Inger, una campesina poco agraciada con un labio leporino, que se remanga y comienza a trabajar las largas jornadas con Isak, creándose entre los dos un vínculo, una sociedad de supervivencia que acaba en una relación amorosa. La relación que puede surgir cuando dos personas están solas en una isla desierta, que es lo que representa aquel páramo olvidado casi hasta por el propio gobierno. Sin embargo este, el gobierno, se acercará a pedir tributo a quien está trabajando las tierras del estado, instándole a regularizar su situación. Entonces Isak, el trabajador granjero, deberá pedir la ayuda de Geissler, un funcionario que no sólo le ayuda, sino que usa la cabeza como otros las manos para rescatar la riqueza de la tierra. Así comienza La bendición de la tierra, una novela en la que veremos a Isak ampliar su hacienda, sus cosechas, su ganadería y su propia familia, hasta convertirse en un hombre rico, el marqués del Páramo. Una historia rural que página a página nos emocionará con sus vicisitudes y sus problemas: Las envidias, las penurias, los amores y desamores, la riqueza, la miseria y el odio, dejándonos la historia de un hombre que llegó a Noruega con nada y a fuerza de trabajo y esfuerzo lo acabó consiguiendo todo. Uno no puede dejar de imaginar así los principios del propio Knut Hamsun tras su vuelta de América, las carencias que tuvo que pasar para recién llegado escribir su obra más famosa, Hambre, de la que aquí quedan claros rescoldos. Todos los personajes tienen algo del autor, y tras leer La bendición de la tierra, creo que podremos conocer un poco más no al colono Isak, sino a Knut Hamsun, que no sembrando sino recogiendo palabras de la propia tierra, supo crear su personal riqueza.
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