viernes, diciembre 23, 2011

Pictograma. El origen de la escritura china, Po Yen Chang

Thule ediciones. Barcelona, 2011. 96 pp. 13,90 €

Ignacio Sanz

Decía mi admirado Pereira, don Antonio, que hay cuentos cortos que lógicamente se leen en un momento, pero que te dejan un sabor perdurable que dura toda la tarde o todo el día, porque una vez leídos no te los puedes quitar de la cabeza. Y, vayas al cine, vayas al teatro o vayas de paseo, el cuento te persigue. Por eso él, irónicamente, decían que tenían el aliento de una novela rusa. Don Antonio.
El cuento que hoy traemos a colación es sencillo, la invención de la escritura china por parte de Cang Jie, uno de los sabios del viejo emperador. Qué fácil resulta venir al mundo con un código caligráfico ya incorporado a nuestra cultura. Pero no siempre hubo escritura. Precisamente de eso nos habla el cuento, de cuando no había escritura y los imperios metían la pata porque era imposible registrar las crónicas. Y se repetían los mismos errores. Una y otra vez. Y así, el emperador le ordenó al sabio que inventara un sistema sencillo para la transmisión de saberes. El sabio lo pensó mucho. Primero se fijó en la huellas que dejaba una paloma, luego en la que deja un ciervo sobre la nieve. Y por ahí comenzó todo, por las huellas. Resultó fácil, tirando de ese hilo hacer un ovillo grande, con la mirada puesta siempre en la naturaleza. Y así empezaron a nacer los caracteres pictográficos.
Lo bueno del libro es que nos muestra luego algunos de estos caracteres en los que descubrimos cierta analogía entre el perfil de una cabra, de un río o de una montaña y los pictograma correspondientes.
El último capítulo del libro se titula “El cuento no termina aquí”. Nos muestra la silueta de una lagartija, de un pavo real, de una araña o de una mariposa y nos invita a que hagamos su pictograma.
Un libro pequeño que puede dar juego para una tarde de largas invenciones creativas. No sabía yo que mi amiga Sonia Antón, que hace pictogramas maravillosos, había tenido al sabio Cang Jie, como antecedente lejano. No hay libro, este tampoco, que no enseñe algo estimulante.
Enhorabuena.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre se aprende algo con lo que nos cuentas, también. Gracias, Ignacio...
JMdelaH

ignacio sanz dijo...

Hombre, JMdelaH, es que los años van cayendo sobre la espalda. Y ya sabes que enseñan más un camino que cien catedráticos. Por lo demás, el único sabio es el pueblo y también se equivoca. Abrazos.