Isla del náufrago, Segovia, 2010. 348 pp. 14 €
Alma Grey
Bajo este título equívoco entre la verdad y la mentira se nos presentan 18 relatos. Espléndidos. Se trata del primer libro de relatos de su autor que, eso sí, había publicado algún relato suelto en libros de errática circulación. Hasta ahora Abella había escrito cuatro novelas. Nada puedo decir de las mismas, pero estos relatos dejan al lector sin aliento. En la solapa se presenta como médico, escultor y escritor. También se nos dice que tres de estos relatos habían obtenido alguno de los premios más importantes del panorama, entre ellos el Hucha de Oro. No me extraña. El lector que se embosque en este libro se va a encontrar con esas tres profesiones, la medicina, la escritura y la escultura, ocupando a los personajes o a los narradores de algunos de estos cuentos. Imagino que por simple afinidad, como si el autor nos abriera las puertas de su mundo íntimo y nos hiciera partícipes de sus experiencias o de sus ensoñaciones más recurrentes. Aunque otros relatos se pierden por derroteros que nada tienen que ver con esas tres profesiones.
Pero eso qué importa. Lo que importa aquí es el pulso, la tensión, la intriga y cierta ironía poética. Y, por supuesto, los personajes que se mueven por estas páginas y dan consistencia al conjunto. Cada cuento es independiente, quiero decir que no hay ni tema ni hilo conductor que los una. Tampoco hay cuentos desfallecidos, metidos para relleno. Yo diría que el conjunto de estos relatos se mueven entre el notable alto y el sobresaliente. Y los más curioso: no son los relatos premiados en esos prestigiosos certámenes los que más me han interesado. La subjetividad del lector. El contratiempo con el que se abre el libro resulta desconcertante. También lo es el que lo cierra La ciudad sumergida que tiene aliento de novela corta y nos presenta una situación límite y alucinante, una especie de diluvio que lleva el agua hasta las cotas más altas de los edificios de un barrio donde azarosamente se juntan para tratar de sobrevivir una serie de personajes cuando menos curiosos, unidos por el azar y la precariedad. La última lección de Germán Bueno recrea la vida de un profesor que podría ser una especie de don Antonio Machado sabio y bondadoso, con un desenlace final que mueve a la sonrisa melancólica. Porque la ironía es otro de los atributos de estos relatos.
Pero si yo tuviera que destacar uno entre todos, me quedaría con Piernas. Preciosa historia de amor y desamor con un desenlace desconcertante y poético, uno de esos cuentos inolvidables, propios de las antología más exigentes. Su lectura obliga a la relectura y deja en el ánimo una alargada estela de melancolía.
Hay que decir también que con este libro nace también una editorial que cuida las formas, que proclama su vocación minoritaria y que sólo vende por correo, sin costes añadidos, a través de Internet. Supongo que es una manera de luchar contra la tiranía que imponen las grandes editoriales. Aquí está ya, supongo, una parte del mercado que se nos avecina.
Los amantes de los relatos, cada vez más numerosos, no deberían olvidarse de este nombre: José Antonio Abella.
Alma Grey
Bajo este título equívoco entre la verdad y la mentira se nos presentan 18 relatos. Espléndidos. Se trata del primer libro de relatos de su autor que, eso sí, había publicado algún relato suelto en libros de errática circulación. Hasta ahora Abella había escrito cuatro novelas. Nada puedo decir de las mismas, pero estos relatos dejan al lector sin aliento. En la solapa se presenta como médico, escultor y escritor. También se nos dice que tres de estos relatos habían obtenido alguno de los premios más importantes del panorama, entre ellos el Hucha de Oro. No me extraña. El lector que se embosque en este libro se va a encontrar con esas tres profesiones, la medicina, la escritura y la escultura, ocupando a los personajes o a los narradores de algunos de estos cuentos. Imagino que por simple afinidad, como si el autor nos abriera las puertas de su mundo íntimo y nos hiciera partícipes de sus experiencias o de sus ensoñaciones más recurrentes. Aunque otros relatos se pierden por derroteros que nada tienen que ver con esas tres profesiones.
Pero eso qué importa. Lo que importa aquí es el pulso, la tensión, la intriga y cierta ironía poética. Y, por supuesto, los personajes que se mueven por estas páginas y dan consistencia al conjunto. Cada cuento es independiente, quiero decir que no hay ni tema ni hilo conductor que los una. Tampoco hay cuentos desfallecidos, metidos para relleno. Yo diría que el conjunto de estos relatos se mueven entre el notable alto y el sobresaliente. Y los más curioso: no son los relatos premiados en esos prestigiosos certámenes los que más me han interesado. La subjetividad del lector. El contratiempo con el que se abre el libro resulta desconcertante. También lo es el que lo cierra La ciudad sumergida que tiene aliento de novela corta y nos presenta una situación límite y alucinante, una especie de diluvio que lleva el agua hasta las cotas más altas de los edificios de un barrio donde azarosamente se juntan para tratar de sobrevivir una serie de personajes cuando menos curiosos, unidos por el azar y la precariedad. La última lección de Germán Bueno recrea la vida de un profesor que podría ser una especie de don Antonio Machado sabio y bondadoso, con un desenlace final que mueve a la sonrisa melancólica. Porque la ironía es otro de los atributos de estos relatos.
Pero si yo tuviera que destacar uno entre todos, me quedaría con Piernas. Preciosa historia de amor y desamor con un desenlace desconcertante y poético, uno de esos cuentos inolvidables, propios de las antología más exigentes. Su lectura obliga a la relectura y deja en el ánimo una alargada estela de melancolía.
Hay que decir también que con este libro nace también una editorial que cuida las formas, que proclama su vocación minoritaria y que sólo vende por correo, sin costes añadidos, a través de Internet. Supongo que es una manera de luchar contra la tiranía que imponen las grandes editoriales. Aquí está ya, supongo, una parte del mercado que se nos avecina.
Los amantes de los relatos, cada vez más numerosos, no deberían olvidarse de este nombre: José Antonio Abella.
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