Minotauro, Barcelona, 2015. 381 pp. 20,90 €
Daniel Sánchez Pardos
Varias cosas llaman la atención de esta novela antes incluso de iniciar su lectura. Para empezar, la firma Edgar Cantero, un nombre ya familiar para los habituales de El Jueves (donde el autor ejerce desde hace años como historietista) y también para los lectores catalanes, que ya tuvieron ocasión de descubrir el talento originalísimo de este autor con las novelas Dormir amb Winona Ryder (2007) y Vallvi (2011). El primero de estos dos libros recuperaba un clásico tema borgesiano, el de la búsqueda de un personaje inalcanzable a través de las personas sobre las que ha ido dejando su huella, y lo reconvertía en una historia radicalmente moderna y original; el segundo era un alucinado thriller distópico que revelaba ya el viraje de su autor hacia la literatura especulativa y lo asentaba firmemente en las coordenadas pulp y noir que son una de las marcas de su imaginario personal.
El factor sobrenatural parece, en este sentido, una consecuencia natural de la evolución de su autor: una historia de casas encantadas situada en la Norteamérica profunda y protagonizada por dos jóvenes de los 90 atiborrados de ironía, autoconsciencia y cultura popular. Una historia, incluso, escrita y publicada originalmente en inglés. Edgar Cantero, en efecto, debe de ser uno de los poquísimos escritores de nuestro país que ha alcanzado la condición de superventas (o, en todo caso, de autor muy leído y comentado) en el mundo anglosajón con un libro escrito directamente en inglés. The Supernatural Enhancements apareció en 2014 en los Estados Unidos, se publicó luego en el Reino Unido y fue traducido al francés antes de ver la luz en España en mayo de 2015 bajo el sello de Minotauro, con traducción de Xavi Morató y del propio Cantero. El hecho no es anecdótico. El factor sobrenatural no sólo es una novela cuya historia transcurre en los Estados Unidos, y cuyos referentes son estrictamente anglosajones: El factor sobrenatural es también una novela que nace directamente de cierta tradición literaria de ese país, que asume e interioriza plenamente sus modos, sus tropos y su marco de referencias y que invita a ser leída como un nudo más en esa red que une a autores tan diversos como Shirley Jackson y Philip K. Dick, Stephen King y Mark Z. Danielewski, H. P. Lovecraft, Richard Matheson y cualquiera de los otros muchos nombres a los que alude, directa o indirectamente, el cargado imaginario de esta novela.
Los protagonistas de El factor sobrenatural son dos jóvenes europeos que llegan a Point Bless, en Virginia, para tomar posesión de Axton House, un viejo caserón familiar que ha quedado vacío después de que su anterior propietario se suicidara de manera incomprensible. Estamos en 1995, pero el mundo en el que ingresan A. y Niamh es el de las viejas historias de fantasmas: sociedades cerradas, historias a medio contar, susurros y sobreentendidos, pasillos quebrados y bibliotecas descomunales. A. es el nuevo heredero de Axton House, descendiente de los dos últimos Wells (observen el apellido) que habitaron y murieron en la casa, y suya es la voz que nos cuenta buena parte de la historia a través de una serie de entradas de diario; Niamh es una muchacha muda, punk y vagamente traumatizada que se comunica a través de intensos silencios y de mínimas notas en una libreta. Solos en un caserón cargado de secretos y de presencias extrañas, ellos serán los protagonistas de una historia absorbente y enormemente entretenida que comienza ajustándose voluntariamente a todos los elementos del canon y que pronto empieza a derivar hacia algo mucho más interesante: una vuelta de tuerca (que por supuesto no desvelaremos) altamente original a cierta tradición venerable de la ficción especulativa.
Entradas de diario, transcripciones de filmaciones de audio y de vídeo, cartas, entrevistas, guiones de escenas de Expediente X... La forma que Edgar Cantero escoge para narrar su historia abunda en la autorreferencialidad constitutiva de El factor sobrenatural, una novela habitada por personajes que conocen todas las convenciones del género en el que viven insertos y actúan a menudo de acuerdo a las mismas. El humor omnipresente en el libro refuerza este cierto distanciamiento de un horror que, sin embargo, se va infiltrando en la historia y culmina en una parte final imaginativamente muy poderosa. La sombra de La casa de hojas de Danielewski, esa otra gran historia posmoderna de casas encantadas, se disuelve pronto: pese a la multiplicidad de materiales que conforman la historia, su lectura es siempre ágil y fluida y en ningún momento entorpece la creciente sensación de inquietud que emana de las sombras de Axton House.
Una excelente novela, en resumen, que invita a seguir atendiendo muy de cerca a la evolución impredecible de Edgar Cantero.
1 comentario:
He comenzado a leerte hace poco, me gusta el blog, felicidades. Sobre esta entrada en concreto ¡qué preciosidad de portada! A mí, como a ti, la historia colateral de "La casa de hojas" no me aportó nada, así que confío en tu criterio, e igual le echo un ojo a ésta. M. Corleone
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