Pedro M. Domene
El género del cuento ha generado, desde siempre, opiniones que no dejan a nadie indiferente, incluso proporciona alguna que otra polémica acerca del lugar que ocupa en el mundo de la narrativa contemporánea. De «extraño género en el que se da la paradoja de ser, quizás, el más antiguo del mundo y el más tardío en adquirir forma literaria», fue calificado por Baquero Goyanes. Y, no menos cierto, es el hecho de que debamos seguir considerándolo como la cenicienta de la literatura, nos atrevamos a dudar de la calidad de los relatos o microrrelatos que se publican o nos mofemos de algunos autores, cuando inician, precisamente, su carrera literaria entregando colecciones de cuentos.
En las últimas décadas, editoriales grandes y pequeñas han apostado por el género: Páginas amarillas (1997), con introducción de Sabas Martín, Los cuentos que cuentan (1998), una edición de J.A. Masoliver Ródenas, Cien años de cuentos (1998), selección y prólogo de José María Merino, Lo que cuentan los cuentos, (México, 2001), Cuento al Sur (2001), de quien suscribe y, coeditado el segundo con Jesús Martínez Gómez, Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español (2002), selección de Andrés Neuman. No menos cierto es el hecho de la publicación de antologías y de los peligros que estas acarrean cuando aparecen en las mesas de novedades de las librerías. Como suele ocurrir, se suele afirmar que una antología es el capricho de quien selecciona y además de la forma más heterogénea que nadie puede imaginar; otra cosa es la selección que el propio autor hace de su obra. Rompamos una lanza en favor de quienes sacan pecho y se convierten en antólogos de las más raras selecciones que nadie pueda imaginar: mar, adulterio, eróticos, navideños, trenes, animales, bélicos, magia o aquellos que de alguna manera brindan la oportunidad a noveles que por primera vez se asoman al mundo editorial. Unas y otras tienen su espacio y su público en el enmarañado mundo editorial que pugna por ofrecer una variedad tan asfixiante como heterogénea y sobre todo competir con el marketing impuesto por razones conocidas. Nada más lejos en mi voluntad al escribir este preámbulo que sentar las bases de una polémica o mostrar una errónea visión del panorama cuento en este país al que le he dedicado no pocas horas de mi vida hasta el momento. Me resulta, eso debo admitirlo, muy gratificante, como estudioso y lector, cuando se publica una antología sea cual sea su intención y defenderé cualquier proyecto que contenga una selección extremadamente realizada bajo la estricta mirada y exclusiva de la calidad.
En estos días se presenta Ficción Sur. Antología de relatistas andaluces (2008), una selección de veintitrés cuentistas de todas las edades y generaciones, a cargo de Juan Jacinto Muñoz Rengel. Pero el editor centra su atención en autores andaluces o aquellos que, de alguna manera, están vinculados a Andalucía como es el caso de Pilar Mañas, Fernando Iwasaki, Ginés S. Cutillas, o Cristina Gálvez, el resto se reparte por nuestra geografía, desde Almería a Huelva, de Granada a Sevilla o de Jaén a Cádiz.
Muñoz Rengel subraya que los autores reunidos en su antología nada tienen en común, salvo su adscripción al género, la variedad de sus planteamientos o la singularidad de sus textos. En la mayoría de las antologías citadas se repiten, de una forma reiterada, los nombres de algunos de ellos: Benítez Reyes, Bonilla, Busutil, Hipólito G. Navarro, Palma, Pérez Domínguez, Neuman y Olgoso; es pues, una excelente constatación del buen quehacer de estos autores y, sobre todo, su dedicación al género, algunos desde hace varías décadas. Autores que, de alguna manera, representan en, al menos dos generaciones distintas, lo mejor que se escribe en relato breve en la actualidad andaluza y buena parte del resto de comunidades o en el panorama nacional. Otros nombres se van incorporando a la nómina ya existente, como ocurre en la presente, Ficción Sur, casos de Miguel Ángel Muñoz, Jesús Tíscar, Ginés S. Cutillas, Miguel Ángel Zapata, Nacho Albert Bordallo, José Lobillo, Cristina Gálvez, Lara Moreno y Cristina García Morales, donde lo onírico, lo distorsionado, lo fantástico, lo plástico, lo experimental o cuentos con estructura más clásica, muestran sus verdaderas dimensiones. El libro suscitará la atención de aquellos enamorados del género, actualizará la nómina incompleta, incluidas sus limitaciones y, por supuesto, no dejará a nadie indiferente por su pretensión y calidad.
En las últimas décadas, editoriales grandes y pequeñas han apostado por el género: Páginas amarillas (1997), con introducción de Sabas Martín, Los cuentos que cuentan (1998), una edición de J.A. Masoliver Ródenas, Cien años de cuentos (1998), selección y prólogo de José María Merino, Lo que cuentan los cuentos, (México, 2001), Cuento al Sur (2001), de quien suscribe y, coeditado el segundo con Jesús Martínez Gómez, Pequeñas resistencias. Antología del nuevo cuento español (2002), selección de Andrés Neuman. No menos cierto es el hecho de la publicación de antologías y de los peligros que estas acarrean cuando aparecen en las mesas de novedades de las librerías. Como suele ocurrir, se suele afirmar que una antología es el capricho de quien selecciona y además de la forma más heterogénea que nadie puede imaginar; otra cosa es la selección que el propio autor hace de su obra. Rompamos una lanza en favor de quienes sacan pecho y se convierten en antólogos de las más raras selecciones que nadie pueda imaginar: mar, adulterio, eróticos, navideños, trenes, animales, bélicos, magia o aquellos que de alguna manera brindan la oportunidad a noveles que por primera vez se asoman al mundo editorial. Unas y otras tienen su espacio y su público en el enmarañado mundo editorial que pugna por ofrecer una variedad tan asfixiante como heterogénea y sobre todo competir con el marketing impuesto por razones conocidas. Nada más lejos en mi voluntad al escribir este preámbulo que sentar las bases de una polémica o mostrar una errónea visión del panorama cuento en este país al que le he dedicado no pocas horas de mi vida hasta el momento. Me resulta, eso debo admitirlo, muy gratificante, como estudioso y lector, cuando se publica una antología sea cual sea su intención y defenderé cualquier proyecto que contenga una selección extremadamente realizada bajo la estricta mirada y exclusiva de la calidad.
En estos días se presenta Ficción Sur. Antología de relatistas andaluces (2008), una selección de veintitrés cuentistas de todas las edades y generaciones, a cargo de Juan Jacinto Muñoz Rengel. Pero el editor centra su atención en autores andaluces o aquellos que, de alguna manera, están vinculados a Andalucía como es el caso de Pilar Mañas, Fernando Iwasaki, Ginés S. Cutillas, o Cristina Gálvez, el resto se reparte por nuestra geografía, desde Almería a Huelva, de Granada a Sevilla o de Jaén a Cádiz.
Muñoz Rengel subraya que los autores reunidos en su antología nada tienen en común, salvo su adscripción al género, la variedad de sus planteamientos o la singularidad de sus textos. En la mayoría de las antologías citadas se repiten, de una forma reiterada, los nombres de algunos de ellos: Benítez Reyes, Bonilla, Busutil, Hipólito G. Navarro, Palma, Pérez Domínguez, Neuman y Olgoso; es pues, una excelente constatación del buen quehacer de estos autores y, sobre todo, su dedicación al género, algunos desde hace varías décadas. Autores que, de alguna manera, representan en, al menos dos generaciones distintas, lo mejor que se escribe en relato breve en la actualidad andaluza y buena parte del resto de comunidades o en el panorama nacional. Otros nombres se van incorporando a la nómina ya existente, como ocurre en la presente, Ficción Sur, casos de Miguel Ángel Muñoz, Jesús Tíscar, Ginés S. Cutillas, Miguel Ángel Zapata, Nacho Albert Bordallo, José Lobillo, Cristina Gálvez, Lara Moreno y Cristina García Morales, donde lo onírico, lo distorsionado, lo fantástico, lo plástico, lo experimental o cuentos con estructura más clásica, muestran sus verdaderas dimensiones. El libro suscitará la atención de aquellos enamorados del género, actualizará la nómina incompleta, incluidas sus limitaciones y, por supuesto, no dejará a nadie indiferente por su pretensión y calidad.
3 comentarios:
Algo tuve que ver también yo en la antología `Los cuentos que cuentan´, que publicó Anagrama, querido Pedro.
Qué bueno es el cuento de Hipólito García Navarro... Madre mía. De esta antología me quedo con éste y con el de José Eduardo Tornay. ¡Leedlos!
Los autores granadinos son lo mejor de la selección. Y me refiero a ellos (no es cuestión de género, por supuesto, sino, en este caso, de calidad artística). Geniales.
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