Mondadori, Barcelona, 2007. 550 pp. 21,90 €
Salvador Gutiérrez Solís
Tal vez todas las historias estén contadas. Puede que todas las historias de amor, todas las traiciones, todas las ambiciones y anhelos, todos los sueños los hayan ya descrito y escrito, una y mil veces —algunos rozan el millón—. Puede que el XIX conquistara con su opulencia el universo de la novela, y delimitara sus fronteras, situaciones y ambientes. Los maestros rusos fueron unos egoístas y se comieron, prácticamente viva, la gallina de los huevos de oro. O puede, simplemente, que la historia, la novela, sólo sea un elemento volátil, adaptable y cambiante, que se regenera cada nueva generación, cuando se renuevan sus escribidores —o escritores, en contadas ocasiones para nuestra desgracia.
Javier Calvo, en Mundo maravilloso, puede que consciente de esta realidad, apuesta por adentrarse en los grandes temas de la Literatura universal desde una particularísima visión de este mundo y sus personajes. Trasgrediendo lo que podríamos definir como una hiperrealidad microscópica, un alcanzar a divisar hasta el detalle más insignificante para ampliarlo a un descomunal tamaño, Javier Calvo logra establecer en su novela un nuevo armazón, con diferentes parcelaciones y disposiciones, sobre el que descansa su sólido andamiaje narrativo. El edificio resiste con holgura el experimento, no se resiente, no vibra cuando los camiones pasan a su lado, no debemos temer nada, está a salvo. Es, simplemente, un edificio/espacio diferente.
O, más bien, un mundo diferente —maravilloso en numerosas ocasiones—. En Mundo maravilloso subyace la tragedia de la paternidad sumamente deseada y no realizada, así como la difícil adaptación a los cambios sociales. Es una novela de dobles y triples lecturas, de personajes que esbozan su interior desde la cotidianidad y que rastrean en los rincones más oscuros que podamos encontrar en los que nos rodean. Temas habituales interpretados desde una nueva lectura.
Continúa Javier Calvo en su última novela, Mundo maravilloso, desarrollando su propia teoría de narrar las historias de siempre de manera diferente, empleando infinidad de elementos y técnicas, e indagando en el camino que debería recorrer el novelista en un futuro inmediato. Ante la sequía argumental, o la saturación, Javier Calvo agarra el taladro y busca el pozo de las historias en su esencia primigenia, para devolverlas a la luz de otro modo, en un nuevo envase que nos las muestran de una forma que podríamos asimilar como nueva. Nada más que la intención ya merece el aplauso.
Salvador Gutiérrez Solís
Tal vez todas las historias estén contadas. Puede que todas las historias de amor, todas las traiciones, todas las ambiciones y anhelos, todos los sueños los hayan ya descrito y escrito, una y mil veces —algunos rozan el millón—. Puede que el XIX conquistara con su opulencia el universo de la novela, y delimitara sus fronteras, situaciones y ambientes. Los maestros rusos fueron unos egoístas y se comieron, prácticamente viva, la gallina de los huevos de oro. O puede, simplemente, que la historia, la novela, sólo sea un elemento volátil, adaptable y cambiante, que se regenera cada nueva generación, cuando se renuevan sus escribidores —o escritores, en contadas ocasiones para nuestra desgracia.
Javier Calvo, en Mundo maravilloso, puede que consciente de esta realidad, apuesta por adentrarse en los grandes temas de la Literatura universal desde una particularísima visión de este mundo y sus personajes. Trasgrediendo lo que podríamos definir como una hiperrealidad microscópica, un alcanzar a divisar hasta el detalle más insignificante para ampliarlo a un descomunal tamaño, Javier Calvo logra establecer en su novela un nuevo armazón, con diferentes parcelaciones y disposiciones, sobre el que descansa su sólido andamiaje narrativo. El edificio resiste con holgura el experimento, no se resiente, no vibra cuando los camiones pasan a su lado, no debemos temer nada, está a salvo. Es, simplemente, un edificio/espacio diferente.
O, más bien, un mundo diferente —maravilloso en numerosas ocasiones—. En Mundo maravilloso subyace la tragedia de la paternidad sumamente deseada y no realizada, así como la difícil adaptación a los cambios sociales. Es una novela de dobles y triples lecturas, de personajes que esbozan su interior desde la cotidianidad y que rastrean en los rincones más oscuros que podamos encontrar en los que nos rodean. Temas habituales interpretados desde una nueva lectura.
Continúa Javier Calvo en su última novela, Mundo maravilloso, desarrollando su propia teoría de narrar las historias de siempre de manera diferente, empleando infinidad de elementos y técnicas, e indagando en el camino que debería recorrer el novelista en un futuro inmediato. Ante la sequía argumental, o la saturación, Javier Calvo agarra el taladro y busca el pozo de las historias en su esencia primigenia, para devolverlas a la luz de otro modo, en un nuevo envase que nos las muestran de una forma que podríamos asimilar como nueva. Nada más que la intención ya merece el aplauso.
1 comentario:
Esta novela es tan mala, está escrita con tan poca fe, con tanta inercia y desgana, y supone tal puesta en abismo de otras puestas en abismo que bate todos los récords en clichés por minuto, destrucción de la literatura y aburrimiento generalizado. Y además en 550 páginas y más de veinte euros. La voy a poner en ebay a ver si puja usted.
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