Nórdica, Madrid, 2016. 48 pp. 9,95 €
Rubén Castillo Gallego
Afirmaba Baltasar Gracián que «más obran quintaesencias que fárragos», pero ese inteligente dictamen no ha sido seguido (ni en España ni en ningún lugar del mundo, que yo sepa) por los compositores de biografías, mucho más afanosos a la hora de acopiar detalles que a la hora de seducir a los lectores eligiendo los más rutilantes. Por fortuna, he aquí ante nuestros ojos una excepción: las páginas que Jesús Marchamalo le dedica a la baronesa Karen Christence Blixen, más conocida en el mundo de las letras como Isak Dinesen, autora de Memorias de África. Con una extensión mínima (si las trasvasamos a folios, las 48 páginas de este volumen se convierten en poco más de 15), el periodista madrileño logra una semblanza deliciosa, lírica, sinóptica, diamantina, donde se nos presenta a esta mujer nacida cerca de Copenhague, flaquísima desde la infancia, cuyo padre se ahorcó sin motivo conocido y que, casada con su primo Bror, fue propietaria de una explotación cafetera en el continente africano.
Jesús Marchamalo selecciona elegantemente los datos biográficos de la escritora y los une a pinceladas paisajísticas, fotografías donde aparece junto a Marilyn Monroe, anécdotas despóticas, informaciones curiosas sobre su alimentación o enfermedades que la aquejaron. Y el conjunto, lejos de convertirse en un texto snob o superficial, alcanza una categoría casi borgiana, donde los detalles cuajan hasta convertirse en un delicioso retrato puntillista.
Se entra en este pequeño volumen identificando a Isak Dinesen con la frase «Yo tenía una granja en África» (palabras que popularizó el cine con el apoyo de los actores Meryl Streep y Robert Redford) y se sale con una imagen mucho más completa de ella, gracias al minucioso ramillete de diapositivas vitales que Marchamalo ha cribado, abrillantado y reunido para nosotros. Sin duda, una lectura hermosa, que las ilustraciones de Antonio Santos redondean para el sello Nórdica.
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