Trad. Benito Gómez Ibáñez. Anagrama, Barcelona, 2007. 185 pp. 16 €
Pablo García Casado
Soy un austeriano apasionado. Me enamoré de su escritura, como muchos, con aquella Trilogía de Nueva York. Inmensa, extraña, plural. Eran tres discursos interrumpidos, historias fragmentadas que no terminaban de encajar, correlatos interiores que trufaban el texto hasta convertirlo en un ente inorgánico semejante a la propia vida. Es una novela del hombre contemporáneo.
Soy un austeriano apasionado. Me enamoré de su escritura, como muchos, con aquella Trilogía de Nueva York. Inmensa, extraña, plural. Eran tres discursos interrumpidos, historias fragmentadas que no terminaban de encajar, correlatos interiores que trufaban el texto hasta convertirlo en un ente inorgánico semejante a la propia vida. Es una novela del hombre contemporáneo.
Su maestría se ha desplegado en títulos inolvidables, como Leviatán o La Música del Azar, pero también ha encontrado entregas poco o nada afortunadas, libros que simplemente defraudan. Estuve a punto de tirar Tombuctú por la ventana, o qué decir de El Libro de las Ilusiones, un tostón que parecía haber estado escrito por un negro a sueldo de Auster. Empecé a pensar en una factoría agotada sin nada que ofrecer.
Me equivocaba, como casi siempre. Porque ya Brooklyn Follies era un más que aceptable recorrido por los sumideros de la naturaleza humana. Pero estos Viajes por el Scriptorium recogen al mejor Auster de la década. Un libro complejo, que se inicia con un velado homenaje a Kafka, donde un personaje al borde del olvido intenta, sin éxito, reconstruir un pasado que ya no le pertenece. Una novela muy carnal, donde casi palpamos las heridas del protagonista, en un espacio completamente cerrado. Pero es además —no quiero revelarlo— una reflexión sobre el propio hecho de escribir, sobre el poder de los correlatos para definir nuestra propia vida.
Vuelve Paul Auster a esa narración incompleta e inquietante, donde culpa y deseo, mentira y violencia, se incorporan conscientemente a este diseño del hombre contemporáneo a modo de autobiografía. Una novela para reconciliarse con Auster, pero también para descubrirlo. Ojalá continúe por esta línea y se instale definitivamente como el gran clásico contemporáneo.
4 comentarios:
Pues no es eso lo que se dice por ahí.
Me han entrado ganas de leerlo.
Un saludo.
¿Has leído "La soledad del laberinto"?
Yo descubrí a Auster con "La música del azar". Lo saqué de la biblioteca pública, empecé a leer las primeras líneas para ver "de qué iba" mientras la cena se hacía... Cuando me di cuenta iba por la página veinte y la cena se me había quemado...
Comparto tu incomprensión hacia "Tombuctú" pero no hacia "El libro de las ilusiones". A ésta última yo la calificaría de accesible y sentimental, pero en absoluto de mala.
llegidor pecador, las opiniones son como los culos: cada uno tiene una. y el libro que a ti te parece una obra maestra, para mí puede ser una basura. he ahí el quid de la cuestión: que tres o cuatro críticos hayan coincidido no significa que sea cierto.
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