Arcopress, Córdoba, 2006. 190 pp. 17 €
Carmen Fernández Etreros
¿Nos hemos preguntado alguna vez cómo son nuestros jóvenes, qué piensan o cuáles son sus intereses? ¿Qué leen, qué música escuchan, qué drogas han probado o qué opinan de la violencia en las aulas? Los jóvenes son un colectivo que suele cargar con diversos estereotipos. Pero en unos años han cambiado: poseen más información que generaciones anteriores y aparecen nuevos comportamientos como el bullying, el fracaso escolar o el consumo masivo de drogas que tanto preocupan a nuestra sociedad. Las periodistas Magda Bandera y Mónica Artigas nos presentan en No somos estúpidos un documento inédito y valiente, publicado por la editorial Arcopress, en el que nos enseñan las opiniones directas y sinceras de tres mil adolescentes de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años ante los nuevos problemas como las drogas de diseño, la violencia en las aulas, los embarazos no deseados, los nuevos modelos de familia o el sexo.
No se trata de ofrecer un ensayo sobre los jóvenes. Tampoco se intenta llegar a ninguna conclusión, ni se ofrece ninguna estadística. Las autoras dejan fluir libremente las ideas de los jóvenes que han participado en esta aventura y por ello el libro es muy enriquecedor y variado. Ambas periodistas han publicado obras relacionadas con el universo de las relaciones familiares y juveniles: Magda Bandera es autora, entre otros, del libro Custodia compartida —editado también por Arcopress— y Mónica Artigas publicó en el año 2000, con el psiquiatra Joseph Toro, el libro El cuerpo como enemigo, basado en testimonios con pacientes de bulimia y anorexia.
Para No somos estúpidos comenzaron haciendo un Autorretrato del adolescente para el magazine de La Vanguardia, pero Arcopress se interesó por el tema y les pidió que hicieran el trabajo de campo de manera más amplia en toda España. Las dos autoras aceptaron el reto: tres mil cuestionarios fueron pasados de manera tranquila y anónima por aulas de colegios públicos y privados, ciudadanos y rurales en una banda de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años.
El resultado es sorprendente, ya que ofrece un mosaico diverso de comportamientos y opiniones que muestra la diversidad de los jóvenes actuales, rompiendo los estereotipos mentales que tenemos ya preconcebidos. El libro nos convence de que todos los jóvenes no piensan igual, no todos los jóvenes se drogan, no todos pasan de la política... Quizás el éxito de sus sinceras respuestas se deba a que ellos mismos responden a estas preguntas en primera persona y lejos de la censura que pudiera imponer su círculo familiar o educativo. El libro resultará muy interesante para los padres de chavales en plena adolescencia y para profesores y educadores de Educación Secundaria y Bachillerato que conviven con ellos día a día en las aulas.
En No somos estúpidos podemos encontrar comentarios maduros, como el de Ana, de 15 años: “Los mayores no nos tienen en cuenta porque creen que no sabemos nada, pero no os decepcionaremos cuando dentro de unos años, las decisiones que se tengan que tomar estén en nuestras manos”. Duelen comentarios como el de Keralt, también de 15 años, en el que relata su experiencia de violencia en las aulas: “En mi clase hay unos cuantos que intentan hacerme la vida imposible, quitarme los amigos, insultarme y quieren que lo pase mal. Soy incapaz de ponerle la mano encima a alguien, pero cuando llevas un tiempo que no levantas cabeza...”. De todos los comentarios me quedo con uno realizado por Ine, de 13 años, imaginando el futuro:“Dentro de 10 años seré joven pero un poco viejo”.
Tres mil comentarios que ayudan a comprender la diversidad de este colectivo. Eso sí, cada apartado podría dar lugar a un interesante estudio sobre los jóvenes. No somos estúpidos es un buen experimento que podría servir de germen para futuros trabajos que amplíen alguno de los apartados que demandan más espacio en el libro, como podrían ser el de la lectura, el consumo de drogas o el de las nuevas y difíciles relaciones familiares.
¿Nos hemos preguntado alguna vez cómo son nuestros jóvenes, qué piensan o cuáles son sus intereses? ¿Qué leen, qué música escuchan, qué drogas han probado o qué opinan de la violencia en las aulas? Los jóvenes son un colectivo que suele cargar con diversos estereotipos. Pero en unos años han cambiado: poseen más información que generaciones anteriores y aparecen nuevos comportamientos como el bullying, el fracaso escolar o el consumo masivo de drogas que tanto preocupan a nuestra sociedad. Las periodistas Magda Bandera y Mónica Artigas nos presentan en No somos estúpidos un documento inédito y valiente, publicado por la editorial Arcopress, en el que nos enseñan las opiniones directas y sinceras de tres mil adolescentes de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años ante los nuevos problemas como las drogas de diseño, la violencia en las aulas, los embarazos no deseados, los nuevos modelos de familia o el sexo.
No se trata de ofrecer un ensayo sobre los jóvenes. Tampoco se intenta llegar a ninguna conclusión, ni se ofrece ninguna estadística. Las autoras dejan fluir libremente las ideas de los jóvenes que han participado en esta aventura y por ello el libro es muy enriquecedor y variado. Ambas periodistas han publicado obras relacionadas con el universo de las relaciones familiares y juveniles: Magda Bandera es autora, entre otros, del libro Custodia compartida —editado también por Arcopress— y Mónica Artigas publicó en el año 2000, con el psiquiatra Joseph Toro, el libro El cuerpo como enemigo, basado en testimonios con pacientes de bulimia y anorexia.
Para No somos estúpidos comenzaron haciendo un Autorretrato del adolescente para el magazine de La Vanguardia, pero Arcopress se interesó por el tema y les pidió que hicieran el trabajo de campo de manera más amplia en toda España. Las dos autoras aceptaron el reto: tres mil cuestionarios fueron pasados de manera tranquila y anónima por aulas de colegios públicos y privados, ciudadanos y rurales en una banda de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años.
El resultado es sorprendente, ya que ofrece un mosaico diverso de comportamientos y opiniones que muestra la diversidad de los jóvenes actuales, rompiendo los estereotipos mentales que tenemos ya preconcebidos. El libro nos convence de que todos los jóvenes no piensan igual, no todos los jóvenes se drogan, no todos pasan de la política... Quizás el éxito de sus sinceras respuestas se deba a que ellos mismos responden a estas preguntas en primera persona y lejos de la censura que pudiera imponer su círculo familiar o educativo. El libro resultará muy interesante para los padres de chavales en plena adolescencia y para profesores y educadores de Educación Secundaria y Bachillerato que conviven con ellos día a día en las aulas.
En No somos estúpidos podemos encontrar comentarios maduros, como el de Ana, de 15 años: “Los mayores no nos tienen en cuenta porque creen que no sabemos nada, pero no os decepcionaremos cuando dentro de unos años, las decisiones que se tengan que tomar estén en nuestras manos”. Duelen comentarios como el de Keralt, también de 15 años, en el que relata su experiencia de violencia en las aulas: “En mi clase hay unos cuantos que intentan hacerme la vida imposible, quitarme los amigos, insultarme y quieren que lo pase mal. Soy incapaz de ponerle la mano encima a alguien, pero cuando llevas un tiempo que no levantas cabeza...”. De todos los comentarios me quedo con uno realizado por Ine, de 13 años, imaginando el futuro:“Dentro de 10 años seré joven pero un poco viejo”.
Tres mil comentarios que ayudan a comprender la diversidad de este colectivo. Eso sí, cada apartado podría dar lugar a un interesante estudio sobre los jóvenes. No somos estúpidos es un buen experimento que podría servir de germen para futuros trabajos que amplíen alguno de los apartados que demandan más espacio en el libro, como podrían ser el de la lectura, el consumo de drogas o el de las nuevas y difíciles relaciones familiares.
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