Santiago Pajares
Al buscar información de Tao Lin la primera entrada que nos encontramos dice: «Tao Lin, el escritor joven más conocido del mundo». Aunque pueda parecer chino, la verdad es que es americano, nacido en Virginia en 1983, de padres taiwaneses. He de reconocer que nunca había oído hablar de él hasta que llegó éste libro a mis manos, pero al parecer es la punta de lanza de la nueva Literatura Alternativa, cuya temática es el uso de internet y las redes sociales. No quiere decir esto que sea su eje principal, sino que sus historias tratan de captar la nueva realidad de los jóvenes y sus formas de comunicarse. Y de eso hay mucho en Taipéi, pero mucho. Es una novela tan cargada de tintes autobiográficos que al investigar un poco se hace difícil diferenciar al escritor del personaje, al Tao Lin del Paul de la novela. Éste último es un escritor de origen Taiwanes con unos cuantos libros publicados, una pequeña estrella literaria que aún no ha llegado al punto de eclosionar en un autor verdaderamente famoso. Mientras espera la gira promocional de su último libro visita a sus padres en Taipéi. Unos padres con quien tiene una relación muy tangencial y que siempre andan advirtiéndole sobre su uso excesivo de drogas y fármacos. Allí quedan sus raíces y su extensa familia, mientras él vive en Nueva York, rodeado de gente y sintiéndose solo y miserable. Alguien que sólo sale de fiesta, como él mismo dice, para encontrar pareja. Pero cuando, tras numerosas noches las encuentra, se aburre, se frustra, duda de sí mismo, de ellas, de la sociedad o del mismo valor de las palabras. ¿Cómo soluciona una situación así? Con calmantes, relajantes, estupefacientes o vigorizantes, dependiendo de la hora del día. Pero el tedio y la inapetencia, como el agua, van encontrando rendijas para empapar cualquier cuerpo, y llega un momento que no hay drogas que salven una vida que, en el fondo, no quiere ser vivida. Hay muchos momentos en esta novela en que los protagonistas se soportan tan poco que no pueden comunicarse sin el cortafuegos de una red social. Llegando al punto, en uno de mis momentos favoritos del libro, en el que deciden comentar una película en tiempo real en la propia sala a través de twitter.
¿Existe algo más comercial que filmar un documentar sobre McDonalds desde un MacBook? La novela ha sido criticada por mucha gente debido a cierta (casi) propaganda encubierta, como por ejemplo cambiar el uso de ordenador por MacBook, queriendo referirse específicamente a un tipo de computador como si eso definiese a un tipo de gente. ¿Viven la vida los usuarios de esta marca de una forma distinta a los demás? ¿Son mejores personas los usuarios de Gmail o los de Yahoo? Sus editores tratan de salvarle de sí mismo, de su imprudencia y descontrol, pero nunca llegan a ser un buen sustituto de sus padres, al otro lado del mundo. La infinita enumeración de drogas y sus usos nos hace llegar a dudar si el autor está a favor o en contra de las mismas.
Taipéi nos invita a hacernos numerosas reflexiones sobre el modo de vida actual. No ya cosas del estilo “Qué significa estar vivo”, sino: “Ok. Estoy vivo. ¿Ahora qué?” En cualquier caso, siempre se llega a la conclusión de que para que los demás te puedan soportar, primero te tienes que soportar tú mismo. Y cada uno de nosotros somos, en esencia, la red social más pequeña que existe. La verdad es que, para ser el escritor joven más conocido del mundo, sólo le siguen veintidós mil personas en twitter. Ya se sabe, cosas de las redes.
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