Ariadna G. García
Tanto en su novela anterior, Purga, como en su libro más reciente, la escritora finlandesa Sofi Oksanen (1977) revisa la historia reciente del país de su madre: Estonia. Ambas obras guardan similitudes formales que vamos a repasar brevemente: desarrollo paralelo de acciones, saltos espacio-temporales y multiperspectivismo. Además, los dos libros se sumergen en idénticos temas: las conflictivas relaciones familiares, la impostura, la ocupación nazi y comunista de Estonia, y la increíble capacidad de adaptación de algunas personas para sobrevivir bajo cualquier régimen. No obstante estas analogías, entre un libro y otro se abre un abismo estético. Si Purga rezumaba lirismo y violencia a partes igual; Cuando las palomas cayeron del cielo presenta una prosa depurada, exenta tanto de metáforas y símbolos, como de un léxico desgarrado y soez. Este estilo responde a una mirada mucho menos subjetiva sobre los hechos narrados, a un distanciamiento emotivo y a un mayor deseo de objetividad. La propia naturaleza de muchas de las escenas descritas –estáticas y localizadas en restaurantes, cafeterías o espacios interiores cerrados (habitaciones, oficinas, despachos)–, exige un estilo frío y reposado, del que da cuenta cabal la meritoria traducción de Luisa Gutiérrez Ruiz.
A quienes encandiló la belleza cruel de Purga, es más que posible que les decepcione la última novela de Sofi Oksanen. Su comienzo, sin embargo, es soberbio y sigue la línea del libro anterior. Narrado a dos voces, comienza con un relato en primera persona que nos adentra en el campo de batalla. Se trata del diario de Roland, un estonio que lucha junto a su primo Edgard por el bando alemán contra el Ejército Rojo. Estamos en la Segunda Guerra Mundial. Su deseo: liberar a Estonia del protectorado soviético con la ayuda nazi, para después proclamar a su país estado independiente. La segunda de las voces pertenece a un narrador omnisciente en tercera persona. Su misión es la contextualizar a ambos primos. De este modo, en la primera parte de la novela discurren a la vez dos tramas: la desarrolla en el frente y la ambientada en la aldea familiar. En esta segunda conocemos a la novia de Roland (Rosalie, que desaparecerá misteriosamente) y a la esposa de Edgard (Judith, que vive una frustrante y casi inexistente vida sexual, sin pasión y sin hijos).
La segunda parte nos sitúa en plena Guerra Fría. Estamos en 1963. Edgard ha cambiado de identidad y trabaja en calidad de espía para la Unisón Soviética, a la que pertenece la República Socialista de Estonia. En adelante, y hasta el final de la novela, se irán alternando capítulos de los años 60 con flash back desarrollados durante la ocupación nazi del estado báltico. Esta alternancia va a ser en Cuando las palomas cayeron del cielo mucho más relevante que en Purga. No se trata de actualizar un pasado para tener información sobre el carácter de los personajes, sino de comprender las razones por los que ese pasado acabado dando caza a cada criatura de la novela. Nadie escapa al pasado.
Los cambios espacio-temporales van a marcar un antítesis demoledor en el caso de Judith. El lector asistirá impotente a la falla que separa su romance con un oficial alemán en los años 40 y su enclaustramiento en casa bajo el mismo techo de su marido estonio veinte años después. En el caso de Edgard, el marco servirá para pintarnos a un hombre sin escrúpulos, ruin y mezquino, a un hombre servil capaz de colaborar con los alemanes primero y con los soviéticos más tarde.
La novela resulta un alegato contra la opresión de un pueblo, el estonio, disputado por fuerzas contrapuestas a lo largo de su historia reciente: el totalitarismo nazi y el comunista.
Un consejo: lean sin prejuicios Cuando las palomas cayeron del cielo. Olvídense de la obra anterior. Y entonces disfrutarán de una buena novela.
2 comentarios:
Pues no tiene mala pinta...
No conocía esta novela. La tendré en cuenta.
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