viernes, abril 20, 2012

Civilización. Occidente y el resto, Niall Ferguson

Trad. Francisco José Ramos Mena. Debate, Barcelona, 2012. 509 pp. 24,90 €

Ángeles Prieto

Leída Civilización de Niall Ferguson, una concluye que no estamos ante un libro más de historia, sino frente a una auténtica demostración de poderío, un fabuloso despliegue de conocimientos muy bien integrados y magníficamente estructurados a través de un discurso apasionante, sermón que surge de la necesidad que siente Ferguson de hacernos entender que, buena parte de los síntomas de decadencia que hoy vivimos, y padecemos, la debemos al desconocimiento de lo que somos.
En efecto, porque de las tres grandes preguntas existenciales, quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos, la más compleja de todas, la más difícil de contestar, quizá sea la primera. Pues sujetos a un espacio y a un tiempo concreto, ante la imposibilidad de sobrevivir aislados, necesitamos asimismo de la cooperación y ayuda de otros, configurándonos también como entes sociales. Y de esta alianza surgen las civilizaciones, la mayor unidad de organización humana caracterizada por unas respuestas prácticas a las necesidades básicas de alimentarse, abrigarse y defenderse, pero también con unas características culturales definidas en torno a una o varias religiones, filosofía, arte y lengua. Civilizaciones que, cómo no, también están sujetas al ciclo de vida humano, pues surgen, crecen, se expanden y desaparecen al igual que nosotros.
Con estas consideraciones, y partiendo conscientemente del momento crucial en el que vivimos, Ferguson efectuará una amplia, pero muy profunda reflexión, sobre todos aquellos aspectos por los que la civilización occidental, la nuestra, consiguió la supremacía sobre todas las demás, un hecho innegable. Así, frente al populoso y mucho más rico imperio chino, este historiador destacará la feroz competencia que se estableció entre los pequeños, míseros y deshabitados países europeos por conseguir la expansión y la supremacía entre ellos, hecho que les condujo al dominio de los océanos mediante la ciencia y, con ello, a la expansión mercantil. Porque además, esa gran revolución científica no sólo amplió nuestro conocimiento del Universo y de la Naturaleza, también dotó a los europeos de los inventos necesarios para colonizar otros Continentes y poner freno y punto final a la expansión islámica gracias a nuestra superioridad bélica en artillería y poliorcética. Asimismo, Ferguson destacará como fundamental la consagración del derecho de propiedad privada, el imperio de la ley y el gobierno representativo, a la hora de entender las razones del ascenso de Estados Unidos por encima de cualquier otro país de América, como también los avances de la medicina y el más que notable crecimiento de la esperanza de vida occidental, que nos explican el predominio europeo, y la consiguiente colonización, de todo el continente africano. Por último, las claves del consumo y del trabajo determinaron el fin de la Guerra Fría y el triunfo de la economía capitalista sobre la soviética, al tiempo que nos pone en sobreaviso de una más que cercana decadencia frente al ascenso innegable de las economías orientales, caracterizadas por sus bajos salarios, mayores tasas de ahorro y muchísimas más horas de trabajo efectivo.
Como ya hiciera Tony Judt en su impresionante Algo va mal, este quinto gran libro publicado en España de un consagrado profesor de Harvard, constituye un auténtico clamor para que reaccionemos de una vez, ante los múltiples mensajes apocalípticos, milenaristas y sumamente pesimistas que nos invaden desde tantos frentes por la actual crisis económica. Puesto que no esta disciplina, sino la Historia, la que nos enseña quiénes somos y cómo podemos salir de esta decadente situació
n con esfuerzo y creatividad, dado que no es la competencia de otras civilizaciones, sino nuestra propia pusilanimidad, la que ahora tanto nos amenaza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es muy bueno, die que Hitler era un incompetente que no sabía hacer otra cosa que destruir, en vez de aliarse con los ucranianos y otros del Este de Europa, los trató como "negros a exterminar que es lo que ya habían hecho los alemanes en áfrica en sus colonias.