miércoles, febrero 08, 2012

Retrato de un matrimonio Nigel Nicolson

Trad. Óscar Luis Molina. Lumen, Barcelona, 2011. 327 pp. 21,90 €

Pilar Adón

No debe de ser muy cómodo escribir sobre los propios padres. Y no sólo porque no parece que la obra pueda depararle al autor grandes hallazgos o momentos de pura evasión, sino también porque, en cierto modo, implica poner en tela de juicio, a disposición de los demás, la propia existencia. No obstante, Nigel Nicolson (autor de una excelente biografía de Virginia Woolf, y editor de Lolita en Inglaterra a pesar de los muchos obstáculos que se alzaron en su camino), hijo del matrimonio formado por la escritora y especialista en jardines Vita Sackville-West y el también escritor y diplomático Harold Nicolson, decidió narrar la historia perfectamente documentada de dos personas que se toleraron mutuamente prácticamente todo: sus padres.
El germen de la obra se origina, como el propio Nicolson cuenta en el prólogo a la edición original de 1973, cuando su madre muere y él ha de encargarse de revisar sus papeles, cartas y documentos. De esta forma va a dar con un diario que Vita escribió a los veintiocho años, en el que revelaba las circunstancias y dilemas de la turbulenta historia de amor que mantuvo con Violet Trefusis durante tres años, concretamente entre 1918 y 1921, momento en que Vita estaba ya casada con Harold, con quien tenía dos hijos, y periodo durante el que Violet se casó con Denys Trefusis tras hacerle jurar que jamás mantendrían relaciones sexuales. A partir de este descubrimiento, Nicolson pasó diez años sopesando la posibilidad de publicar el diario. Consultó a familiares y amigos, y finalmente optó por esperar a que murieran los otros dos principales involucrados en la historia (Harold en 1968 y Violet en 1972), para no causarles problemas.
Muchas voces se alzaron contra la publicación. Rebecca West, por ejemplo, dijo que debería haber dejado el manuscrito allí donde lo encontró, y hubo quien acusó a Nicolson de odiar a su madre. No obstante, Retrato de un matrimonio es mucho más que el diario de Vita y la narración de su apasionada historia con Violet Trefusis. Se trata de una lúcida y consciente declaración de amor filial en la que, haciendo uso de una perfecta alternancia de voces entre el diario y la explicación posterior a modo de glosa del propio Nicolson, que sitúa en contexto, ilumina y ordena las confesiones previas de su madre, se nos ofrece, como lo define el autor, «un elogio del matrimonio» y una perspectiva de la vida de Vita desde su niñez hasta sus últimos años, cuando se volvió más solitaria y se dedicó casi exclusivamente a la jardinería y la literatura,siempre acompañada de distintas figuras más o menos relevantes y, esencialmente, de Harold, su marido.
Nicolson describe a su madre sin escamotear detalles. Nos habla de sus remilgos sociales y de su esnobismo desatado. De una Vita joven, cuenta: «Se sentía herida por cualquier falta de amabilidad, sufría pensando que podía provocar hilaridad con algún traspiés, pues ansiaba sobre todo destacarse», y también que poseía una imbatible conciencia de clase que hacía que considerara vulgares a todos los que no pertenecían a su ámbito social. Vita concedía la mayor importancia al nombre y la fortuna, y consideraba que las personas de clase media, a los que los Sackville llamaban «vulgares», eran dignas de compasión y debían evitarse, a no ser que hubieran adquirido algo de distinción con sus riquezas. Ese desprecio por los «vulgares», por los que no habían nacido con sus privilegios, era algo que compartía con Harold. Y quizá fuera este empeño de Nicolson por no ocultar nada lo que algunos consideraron desmedido y ofensivo. Además de cierto pudor inevitable ante las frecuentes declaraciones de carácter íntimo que salpican el libro. En una de las cartas más crispadas que Harold le dirigió a Vita en medio de su relación con Violet, le plantea sus dudas acerca de su propio carácter: «¿No soy lo bastante cariñoso?», y muestra el dolor que le causa la situación con un deseo de «Ojalá se muriera Violet», que luego matiza diciendo que no odia a Violet más de lo que odiaría el opio si Vita lo fumase.
Vita fue en su juventud una persona inquieta, vivaz y despierta. Conocía a Violet desde la infancia, pero la parte más intensa de su relación comenzó en abril de 1918, cuando se embarcaron en sucesivos viajes por Europa, en los que Vita solía vestirse como un hombre (Julian). Posteriormente, el suceso más polémico aconteció en febrero de 1920, cuando los dos maridos se presentaron en Amiens dispuestos a llevarse a sus esposas a París. Ambas eran muy conocidas en Londres y París, y los chismorreos iban en aumento. De hecho, Challenge, la novela que Vita le dedicó a Violet, y en la que el eje central es su amor y la defensa del mismo, no se publicó de inmediato en Inglaterra (sí en los EE.UU., en 1924) ya que el retrato de Violet era demasiado reconocible y las familias temieron un escándalo.
En la quinta parte del libro aparece brevemente Virginia Woolf, rememorada por Nigel Nicolson con su habitual destreza y afecto («Virginia Woolf es el ser humano más admirable que he tenido la oportunidad de conocer»). En este apartado, el autor no necesita seguir justificando el comportamiento de sus padres, ni hacer más hincapié en el amor que sentían el uno por el otro, y simplemente se dedica a describir la personalidad de, según sus propias palabras, «un genio».
A pesar del tema y de los grandes riesgos que una cercanía tan evidente podía conllevar, Nicolson se muestra tremendamente objetivoa la hora de exponer cada aventura, cada giro y cada reflexión. Seguramente fue esa sinceridad (que trajo sus consecuencias) lo que le llevó a escribir un nuevo prólogo para la edición del libro de 1992. Si en el primero las justificaciones de la decisión de publicar la obra eran más bien de carácter personal, en el segundo (con un tono a la defensiva y más dolido; menos entusiasta) dicho alegato se dirige a los críticos y conocidos que le habían acusado de traicionar a su madre y de haber publicado su autobiografía con un evidente afán de venganza. En cualquier caso, madre e hijo parecen haber compartido esa devoción por la transparencia. En palabras de la propia Vita: «La gente, por muy franca que sea, siempre oculta algo. Yo no puedo ocultarme nada a mí misma».

1 comentario:

LUIS GUERRERO dijo...

BUEN RESUMEN PILAR.QUE VALENTIA LA DE NIGEL PARA ESCRIBIR SOBRE LA VIDA BORRASCOSA DE SUS PADRES.