Rubén Castillo Gallego
En el mundo de la novela negra hay tal cantidad de tendencias, líneas de actuación, posibilidades narrativas y mezcla de ingredientes que parece difícil que alguien pueda encontrar un camino personal, distinto, reconocible. Se ha mezclado al asesinato la gastronomía, el esoterismo, la política, la psicología y la psiquiatría, por citar algunos ejemplos paradigmáticos. Pero creo que Joaquín Lloréns (Bilbao, 1962) ha encontrado un sendero muy personal, vertebrado alrededor de Beatriz, una “investigadora licenciosa” que llena de erotismo sus páginas. Así, los lectores irán comprobando cómo su sensual protagonista besa con lengua a la prostituta Mireia (p.22), hace el amor con su padre adoptivo (p.59), se acuesta con el hijo del mayordomo (p.93), le hace una felación a Julio (p.232) o actúa de bisagra en un trío explosivo con un camarero y un policía (p.235). Pero que nadie se llame a engaño imaginándose que los atractivos de esta larga novela se circunscriben a esas pinceladas de sexo explícito. Ni mucho menos. Joaquín Lloréns, con habilidad de buen narrador, nos presenta desde el principio de la trama un enigma magnético y desconcertante: una misteriosa organización que se hace llamar a sí misma “Hermandad para la regeneración democrática” envía una serie de cartas donde lo que brilla no es tanto el idealismo como el chantaje: indica con claridad a los receptores (uno de ellos, el padre adoptivo de Beatriz) que deben sumarse a su campaña de purificación... matando a una persona corrupta del mundo político. Si no lo hacen así serán considerados desafectos a la causa, y ellos o alguna persona de su entorno sufrirán el castigo correspondiente. La pregunta que nos queda entonces a los lectores de la obra es clarísima: ¿cómo actuaríamos nosotros ante una tesitura de tal envergadura? En resumen, ¿qué hacer ante una amenaza de ese orden? ¿Obedecer, denunciar, rebelarse? Usando todas las armas a su alcance (su cuerpo, pero también su habilidad, su intrepidez y su inteligencia), Beatriz viajará por varias ciudades para conocer a los principales sospechosos, que se conectan entre sí por dos vinculaciones chocantes: pertenecen al mundo de las inmobiliarias y han mostrado en algún momento simpatía por el partido UPyD, de Rosa Díez. ¿Es posible que esa organización política se encuentre detrás de la oscura y amenazante hermandad? Cuando empiezan a aparecer las primeras víctimas (un antiguo concejal del PSOE, la esposa de uno de los amenazados, un exministro), los políticos, la prensa, la policía y la opinión pública se alertan escandalosamente: hay que poner coto a esta locura y descubrir a los culpables... Beatriz, moviéndose al margen de la investigación oficial, consigue una pista fiable, de cuyos hilos tira. Lo que descubre es tan sorprendente que ningún lector se sentirá defraudado por haber invertido su tiempo en las casi cuatrocientas páginas de esta fabulación. No hay duda de que Joaquín Lloréns ha elaborado una obra primorosa, que nos hace esperar ansiosos su siguiente entrega, titulada Venganza criminal y que aún no ha visto la luz. Ojalá Baile del Sol no demore demasiado su bautizo.
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