lunes, mayo 01, 2017

El libro de Jonás, Ramón Pernas


Espasa, Madrid, 2017. 288 pp. 19,90 €

Pedro M. Domene

Ramón Pernas (Vivero, Lugo, 1952) nos tiene acostumbrados a que uno o varios personajes de sus historias nos cuenten, desde la feliz época de la niñez o los complejos días de la adolescencia, buena parte de su existencia, esos años que incluyen determinados episodios, o algunas difíciles vicisitudes que en su devenir le han ocurrido hasta llegar a una madurez placentera pero que, de alguna manera, cierran ese ciclo final de todo un trayecto vital. Pernas parece que ensaya un ajuste de cuentas a la conciencia libre de quien vuelve la vista atrás tanto a los momentos felices, como a los amargos de su existencia pasada, y se enfrenta a sus recuerdos en una calculada y sostenida narración que alterna con las voces diversas de quienes compartieron episodios de su vida anterior. Es así como restituye vivencias propias con otros personajes de ficción entre los que destacan algunos de sus amigos de la infancia: Humberto Rey y, sobre todo, Justo Pastor Blanco, víctima de un accidente cuando siendo un vaquero el disparo de la varilla metálica de un paraguas se le clavó en el ojo; y todo queda envuelto la mágica visión de los juegos en las tardes de los jueves en la plaza que aún puede verse en la parte trasera de la iglesia de Santa María de Vilaponte; y nunca hay que olvidar que El libro de Jonás (2017) cuenta, también, la historia de las hermanas, Áurea, Argenta y Cobre.
El narrador gallego traza con El libro de Jonás un auténtico recorrido sentimental cargado de un finísimo lirismo que alude al paisaje de sus amores secretos, y así el lector asiste al relato de las innumerables vivencias que durante tantos años han dormido en la memoria de la infancia del protagonista; una historia que debemos ir descifrando porque goza en muchas de sus páginas de una auténtica atmósfera mística. A medida que avanzamos en su lectura tenemos la sensación de que el autor, guiado por los latidos de su escritura, nos invita a visitar esos rincones que frecuentó y a pasear entre esos paisajes que tanto amó. Capítulo a capítulo El libro de Jonás quiere presentarnos a todos esos amigos, a los libros leídos y a los lugares que dejaron una huella tan profunda en su vida, y quizá por eso la narración se ve impulsada por un acentuado afán de celebrar la vida, de recuperar ese territorio que es la infancia, a veces equivocadamente perdida, aunque sea una infancia que nos proporciona una visión del mundo privilegiada y, desde luego, bastante más agradable.
Ramón Pernas consigue con su libro trazar el sentido último de su propia historia, y pone en pie el valor de esos personajes secundarios envueltos en la magia gallega donde lo fantástico cobra un valor especial, caso de las mellizas guardianas del infierno o la joven Ada que reconocerá su futuro cuando rescate su soledad, y la fuerza vital de la pelirroja Argenta que duerme desnuda y sueña con conseguir ese anhelado deseo ya en su madurez; el secreto que esconde Humberto Rey, el propietario de Nemo —librería general del mar y los océanos— que durante mil y una noches lee a sus visitantes diez páginas de un libro; y, lo mejor, ese melancólico recuerdo del narrador al que un día el actor Orson Welles le regaló el talismán de medio dólar de plata y siempre que lo acaricia con sus dedos le devuelve el curioso episodio vivido en su niñez. Todas y cada una se convierten en esas voces que alternativamente aparecen en el relato, que evocan un pasado particular y no menos dramático, y que en el presente se muestran como esos espejos donde queda reflejado lo que oculta cada una de ellas. Al final de todo Pernas va encajando las piezas en el puzzle de una no menos compleja y bien estructurada historia que rezuma la magia de saber contar porque entre penumbras y silencios escuchamos en el fondo mismo del pasado de los días vividos en Vilaponte, y la fabulosa historia de ese mítico Jonás a quien un día una ballena albergó en su inmenso vientre, y lo hizo para salvarlo durante tres días y tres noches.

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