miércoles, abril 26, 2017

El mundo bajo los párpados, Jacobo Siruela


Atalanta, Girona, 2016. 352 pp. 28€

Bruno Marcos

Hace algunos meses encontré una afirmación de Walter Benjamin que me dejó fascinado e inquieto. Tanto que copié la cita y la puse en Facebook por si alguien añadía algo. Los meses pasaron y la respuesta la hallé no en el etéreo de las redes sociales sino en este libro que aquí se reseña, El mundo bajo los párpados. La frase decía: «La historia de los sueños aún está por escribirse».
Lo que le gustó inicialmente a Benjamin de los surrealistas que se sumergieron en lo onírico fue la posibilidad de romper la lógica histórica, que califica de superstición, añadiendo al mundo de las cosas los sueños. «El soñar participa de la historia» asegura y así resalta que los sueños han decidido guerras, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto e incluso las fronteras del propio sueño, lo que puede ser realidad y lo que no.
Jacobo Siruela emprende la escritura de esa historia de los sueños que Benjamin echa en falta e indica, claramente, que no se trata de una interpretación de los sueños, no de una onirocrítica o de psicoanálisis, sino de una historia más allá de la terapéutica o la adivinación, casi una “estadística” que es el término que usa Benjamin. Incluso se habla de sueños colectivos y epocales, como producción mental perfectamente integrada en los hechos políticos o sociales de los tiempos. Para ello se apoya el autor en la cita de Hegel: «Si pudiéramos reunir los sueños de un momento histórico determinado veríamos surgir una exactísima imagen del espíritu de ese periodo». Así pues se habla en el libro, por ejemplo, de la recopilación de sueños llevada a cabo por Charlotte Beradt sobre el periodo del Tercer Reich, en la que establece la categoría de “sueños políticos”, las pesadillas de entonces con el terror nazi. También se citan las prácticas soviéticas de internamiento en psiquiátricos de aquellos sujetos que no comulgaban con las directrices del poder con la intención de neutralizar su mundo onírico que consideraban como foco subversivo.
Se hace en esta obra un recorrido histórico exhaustivo comentando los sueños bíblicos, los de Jacob, Salomon, Asurbanipal, Nabuconodosor, Calpurnia, Augusto, Maria Antonieta, Napoleon, Otto von Bismark, Abraham Lincoln y muchos otros.
El libro está dividido en siete capítulos y magníficamente acompañado por ilustraciones extraordinariamente bien seleccionadas e impresas. Destaca el último, dedicado al sueño y la muerte, en el que se señala el parecido entre el durmiente y el muerto que se viene encontrando desde la antigüedad. Después de advertir, certeramente, que el principal fracaso de la modernidad ha sido no lograr dar respuesta al misterio de la muerte, concluye el libro con una cita fulminante de Jung en la que asegura que los heridos de la Primera Guerra Mundial en estado de muerte cerebral soñaban. Deja así esta historia de los sueños abierta una vía en la que seguramente Benjamin no pensó, que los sueños tuvieran algo que ver con el alma.

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