jueves, mayo 31, 2012

Steampunk: Antología retrofuturista, Félix J. Palma (ed.)

Fábulas de Albión, Madrid 2012. 322 pp. 22 €

Victoria R. Gil

Aun siendo devota lectora de los sucesivos mapas de Félix J. Palma (dos hasta ahora, El mapa del tiempo y El mapa del cielo), de Tim Powers y de la serie La liga de los hombres extraordinarios, de Alan Moore, destacados ejemplos del steampunk, no soy una fiel seguidora de este movimiento que nació como un subgénero literario de la ciencia ficción y que hoy alcanza a todo tipo de manifestaciones artísticas y culturales. Quizás por eso he disfrutado de la lectura de esta antología sin buscar en cada párrafo los efluvios del vapor ni el chasquido de los engranajes mecánicos, como seguramente hará un auténtico steampunker, atento a captar cualquier posible traición al espíritu retrofuturista que anima el libro.
Cargados de una atmósfera sugerente y a veces ingenua, como nos parece el siglo XIX visto desde nuestros días, vamos a encontrar en estos cuentos numerosas referencias a la literatura victoriana, la revolución industrial y el cine más moderno. Así, Óscar Esquivias, que abre la antología con “El arpa eólica”, nos invita a contemplar desde una nueva perspectiva al compositor Héctor Berlioz, que adquiere maneras de doctor Frankenstein en una narración fantástica, matizada, sin embargo, con un cierto tono de farsa. Introduce Esquivias personajes históricos, no sólo a Berlioz, sino también al músico Luigi Cherubini y al cirujano Jean Zuléma Amussat, que se mueven en el relato con la naturalidad de la ficción.
Este mismo juego de verdad e impostura es el que propone Care Santos en su provocadora “Aria de la muñeca mecánica”, donde rescata el Teatro Soriano (actual Teatro Victoria), al relojero suizo José Merleti y al domador Henriksen, nombres todos ellos reales en la Barcelona de 1909. Algunos aparecieron ya en su última novela, Habitaciones cerradas, en la que nos avanza la inquietante noticia de que el domador de tigres tuvo que ser resucitado para su debut en la ciudad. Disfruten de esta historia sin prejuicios, y si en algún momento de su lectura se encuentran pensando en Blade Runner y en uno de sus personajes más seductores, no les extrañe, a mí también me ocurrió.
No podía faltar en una antología como ésta uno de los principales nombres de la narrativa fantástica y de ciencia ficción en España como es José Carlos Somoza. Y su cuento, “That way madness lies” (de este modo llegarás a la locura, según advierte Shakespeare en el Rey Lear) no defrauda en absoluto. También aquí se juega con las vidas alternativas de sus personajes, famosos escritores de la época como Arthur Machen, y con la obsesión —y el miedo— que quizás inspiró sus obras.
Mención especial para los que amamos a Clint Eastwood merece la aportación de Fernando Marías a este volumen. En “Gringo Clint” nos vamos a reencontrar con películas como The Wild Wild West, Robocop y hasta Almas de metal, además de todos esos spaghetti westerns en los que actor norteamericano se reconstruyó a sí mismo. Una reconstrucción muy similar a la que llevarán a cabo tres italianos de cinéfilos apellidos, Leone, Solima y Tessari, para convertir al forajido protagonista de este relato en un engendro mecánico sin ayer y sin mañana. Marías mezcla con habilidad de pistolero el polvo de ese paisaje desértico donde mejor hablan las balas con el movimiento obrero que en la Inglaterra de la revolución industrial se opuso a la introducción de las máquinas en los métodos de producción. Y aunque la combinación parezca inestable, el resultado no puede ser más efectivo.
Ingenios portentosos, misteriosos autómatas, fantásticos vehículos de locomoción, enigmas y criptogramas… Nada falta en este inventario del futuro pasado, ni siquiera los guiños cómplices al mundo loco y apresurado en que vivimos, como “London Gardens”, de Juan Jacinto Muñoz Rengel, donde su protagonista se lamenta de que la Oficina de Patentes del Reino Unido invalidara su descubrimiento, un teléfono portable, «por vulnerar la normativa que vela por un progreso deseable y por el bienestar de las sociedades venideras». Y como “Prisa”, de José María Merino, en el que los emergentes vehículos con motor de explosión, «uno de los mayores peligros que ha conocido la humanidad», amenazan con poner fin a una sociedad limpia y silenciosa que viaja feliz en autociclo. Pero también encontramos antídotos para ese futuro distópico, digital y automatizado, como el que propone Andrés Neuman en su “Fahrenheit”: la imprenta, esa «extraña maravilla, el ingenio que cambiaría para siempre nuestra historia».
Fernando Royuela, Luis Manuel Ruiz, Ignacio del Valle, Pilar Vera y Marian Womack completan el listado de firmas que Félix J. Palma ha reunido en esta antología imprescindible, no sólo para los aficionados al steampunk, sino a los cuentos y a la literatura en general. Un libro evocador y quimérico, al que sólo se le puede reprochar la ausencia del propio Palma en el índice de autores. Suya es, y con ella concluye su prólogo al libro, la invitación a disfrutar de sus páginas: «Pasen y sueñen».
Háganle caso. No se arrepentirán.

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