viernes, mayo 11, 2012

Al desnudo, Chuck Palahniuk

Trad. Javier Calvo Perales. Mondadori, Barcelona, 2012. 192 pp. 17,90 €

Santiago Pajares

Chuck Palahniuk lleva sobre sus hombros la pesada carga de ser Chuck Palahniuk. Esto es, tras asombrar a medio mundo con su primera novela publicada, El club de la lucha y hacerse el referente de una nueva generación cuando la novela se convirtió en una película de culto, la gente empezó a pedir más de él. Muchos nuevos escritores y lectores comenzaron a fijarse en las nuevas y originales formas que tenía de escribir novela, en las repeticiones de sus frases y sus extravagantes puntos de vista. Esto hace que cuando te dispones a abrir un nuevo libro de Chuck Palahniuk ya sepas que va a ser algo especial y novedoso. Puede que no sea siempre todo lo bueno que tú esperas, pero sabes que el viejo Chuck habrá buscado otra vuelta de tuerca en lo que se refiere a buscar una nueva forma de narración.
Al desnudo, su última novela, no es una excepción.
Hace poco leía en twitter las conversaciones cruzadas de Alex de la Iglesia y Chuck Palahniuk (pues sigo a los dos) en los que Palahniuk decía que no quería escribir guiones para cine, porque es realmente en una novela donde el escritor tiene el poder absoluto. Y razón no le falta.
Es por este comentario que me ha sorprendido la nueva forma de relatar de Palahniuk en su nueva novela, y es que usa un registro que no había visto nunca (no digo que no haya existido, sino que yo no lo he visto), y es el guión novelado. Incluyendo posiciones y movimientos de cámara, relato de las escenas y el uso de negrita para remarcar personajes y elementos importantes. Los capítulos son muy cortos, apenas cuatro o cinco páginas, pero por esto mismo no se hacen pesados. Como secuencias cortas de una película.
El libro trata la historia de una vieja actriz de Hollywood, Katherine Kenton, narrada por su vieja y fiel ama de llaves, Hazie Coogan. Esta es el verdadero talento detrás de la actriz, aquella que ha modelado cada una de sus actuaciones y ha dirigido su carrera hacia el éxito. El cerebro detrás del cuerpo. El libro está plagado de personajes conocidos de la época que se cruzan constantemente con la protagonista, desde escritores a directores de cine, autores teatrales, actores y gente rica del mundo de la farándula. Tantos, y siempre marcados en negrita, que llegado un punto creía que eran invenciones del autor, hasta que los busqué en internet para darme cuenta de que todos son reales. Incluso Lillian Hellman, casi otra protagonista del libro, un personaje tan absolutamente exagerado que abre el libro corriendo campo a través para huir de los nazis con niños judios atados a sus muslos para ser salvados. Como lo cuento. De ahí a más. Siempre a más, estilo Chuck Palahniuk.
Si algo es marca de la casa de este escritor son las situaciones extravagantes, situaciones en las que el lector se dice: Esto sólo se le puede ocurrir a Palahniuk, a nadie más. Y en este libro, esas situaciones son constantes. Cuando el nuevo marido de Katherine Kenton comienza a escribir una biografía de la actriz esperando que esta muera y así poder publicarla, podemos ver escrito y reescrito el último capítulo de esa biografía, donde se narra una nueva muerte de la actriz y una nueva descripción del glorioso y gigantesco miembro viril de su marido. Es por esto que la actriz debe anticiparse al final que le tiene reservado su marido y sobrevivir para que él narre otro final tremendamente divertido y entretenido.
Personalmente, al ser un libro corto (192 páginas) he decidido no leerlo en autobuses y reservarlo para mi lectura nocturna antes de ir a dormir y así disfrutarlo en plenitud. Mejor no os digo lo que he soñado a continuación. Eso es algo entre Chuck Palahniuk y yo.

1 comentario:

srcocodrilo dijo...

El primer cuento que leí que mezclaba de alguna manera el lenguaje del cine fue uno de Arthur Connan Doyle llamado "El cuarto de la Pesadilla". No es exactamente la misma idea que la narración de "Al desnudo", pero al leer la reseña me he acordado. Uno de los cuentos de la primera novela de Javier Marías, "Los dominios del lobo", también empleaba un recurso similar.

El de Palahniuk, esta vez, me ha sabido a poco.

Saludos