María Dolores García Pastor
Que me perdone la irreverencia el señor Andersen pero en esta nueva edición de Los zapatos rojos su texto queda en un segundo lugar, perdiendo algo de protagonismo para cedérselo a las imágenes que lo ilustran. Sus palabras son la excusa, perfecta eso sí, para que Sara Morante pueda desplegar todo su universo creativo. Un mundo en blanco, negro y rojo en el que el lector queda atrapado irremediablemente.
En el año 1845 se publicó por primera vez este cuento del escritor danés Hans Christian Andersen. Comparte el autor con Karen, la protagonista, una infancia marcada por la pobreza y la desgracia. Otra pincelada autobiográfica podría ser el hecho de que el padre del escritor fuera zapatero. Los zapatos rojos es uno de los más de ciento sesenta cuentos de Andersen, puede que uno de los menos conocidos. Esta producción cuentística hcuento, a convertido a su autor en uno de los grandes clásicos de la literatura europea. Al parecer la amistad del autor danés con su contemporáneo Charles Dickens fue determinante para que Andersen consiguiera el equilibrio justo entre realidad y fantasía que le caracteriza y que plasma en sus cuentos. Su obra se ha reinterpretado infinidad de veces y constituye la base de muchos de los cuentos escritos posteriormente y hasta nuestros días, versionado en varias ocasiones y llevado incluso a la gran pantalla.
Los lectores hemos tenido la gran fortuna de que la editorial Impedimenta haya rescatado este clásico indiscutible y lo haya puesto en manos de una ilustradora de la talla de Sara Morante. Los zapatos rojos inaugura la colección El Mapa del Tesoro que, a juzgar por la primera entrega, va a dar mucho que hablar. Y no solo han tenido el acierto de pensar en esta artista para el primer número de la serie sino que le han otorgado total libertad de acción. Cinco meses de trabajo han dado como resultado esta interpetación tan personal que hace Morante de la pieza de Andersen. Con ella volvemos a la verdadera esencia de los cuentos clásicos que, hasta que llegó la Disney, eran mucho más realistas y tenían su trasfondo cruel, porque la crueldad también forma parte de la vida. La tendencia a edulcorarlos ha hecho que pierdan su esencia y que su objetivo de instruir al niño sobre lo que es la vida quede bastante difuminado.
Sara Morante nos propone lo que algunos han dado en llamar un “sangriento” cuento de hadas. Su interpretación en imágenes va un poco más allá del texto, rompiendo algunos de los tabúes que Andersen dejó ocultos entre líneas. Sus dibujos se mueven entre la ternura y lo siniestro, siendo por momentos tiernos o realmente oscuros. Rostros muy realistas y expresivos en escenas verdaderamente oníricas. Un universo personalísimo en el que vemos el clásico a través de los ojos de esta artista y, todo ello, tintado con su particular “tricromía”. Aunque por encima de sus tres colores de referencia está el rojo. El rojo que es vida y muerte, el rojo de la sangre, los labios o las vísceras, el rojo pasión, el rojo Morante.
Añadir que la versión original ha sido traducida bastante fielmente. Y si hablamos del libro como objeto, la cosa va a más. La edición es una verdadera maravilla. Cuidada hasta el último detalle, desde las guardas al papel que tiene un tacto maravilloso y huele aún mejor. Y luego están los guiños que nos hace Sara Morante apareciendo ella misma en alguna de las ilustraciones o colando a Amy Winehouse en alguna que otra escena. Un libro estupendo con una edición delicatessen que nos hace desear que se sigan ilustrando más libro para adultos.
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