miércoles, julio 15, 2009

Señora de rojo sobre fondo gris, Miguel Delibes

Destino, Barcelona, 2009. 130 pp. 17 €

Recaredo Veredas


Escrita en 1991, Señora de rojo sobre fondo gris es una espléndida novela sobre la difícil aceptación de la pérdida y del consiguiente vacío. Transcurre en un entorno muy adecuado, perfecto correlato de la agonía de la protagonista: los últimos años del franquismo. Nos adentramos en dos mundos que se desmoronan en paralelo: el pequeño parnaso del narrador —acosado por la nostalgia y el alcohol— y la estructura de todo un régimen, cuyos sucesores quedan perfectamente perfilados en unos hijos ilustrados y levemente rebeldes, paradigma de las élites que pronto heredarían el poder.
Posee, además, un altísimo interés social, casi antropológico, por la descripción del adocenado ambiente artístico de la época. No en vano, el narrador es un rígido pintor realista, quien considera que uno de los mayores méritos de su esposa es su diletancia, su falta de determinación a la hora de llevar adelante una carrera profesional y su absoluta supeditación a los intereses de su marido, de sus hijos y de su clase social. Haber sido, como se dice de Doña Sofía, una excelente profesional.
Pero no es una novela espléndida por lo antes mencionado o, al menos, no sólo por esas causas. Cuenta con un elevado interés literario: el narrador elegido es, como ya he indicado, una primera persona moderadamente subjetiva, que dosifica la información con pulcritud y precisión, planteando preguntas y ofreciendo respuestas con perfecta sincronía. Resulta también destacable la creación del interlocutor, del narratario a quien se dirige la voz, esa hija que ha pasado por la cárcel y a quien se intenta transmitir un recuerdo imborrable de su madre. La distorsión etílica del narrador incrementa su parcialidad -aunque nunca se aproxime al delirio- y el interés de la coprotagonista, demasiado plana en su perfección absoluta.
Posee una más que notable dominio del suspense, materializado en una ralentización casi sádica del tiempo. Sabemos desde el inicio que esa Señora de rojo sobre fondo gris morirá y nos preguntamos inevitablemente el cómo, permanentemente desviado en un juego macabro que roza la trampa pero, gracias a la sinceridad de la pena del narrador, no termina de apelar al morbo. La habilidad de Delibes para el regate en distancias cortas, para manipular al lector sin caer en la ofensa es poco frecuente en estos insípidos tiempos. Se ejemplifica en la catalogación del tumor como benigno a escasas páginas del final y culmina en un cierre peligrosamente cercano al deus ex machina. Sólo la maestría técnica del autor evita la caída en tan penoso recurso.
Señora de rojo sobre fondo gris posiblemente se edite y reedite durante cien años más, mientras cientos de luminarias caen en el olvido. La causa: ayuda a comprender el dolor. El propio y el de los demás.

1 comentario:

Encarna Hernández (Elis Nennit) dijo...

Es uno de mis libros favoritos.. aquí Delibes muestra todo ese mundo de sensibilidad interna que algunos hombres se niegan a percibir.. Me encanta.