Trad. Miguel Ángel Coll. Ediciones del Viento, A Coruña, 2009. 288 pp. 20,50 €
Miguel Baquero
Es famosa la historia del motín de la Bounty. Sobre ella se han rodado varias películas —una de ellas memorable, protagonizada por Marlon Brando— y en los últimos meses se ha publicado una novela sobre el tema escrita por John Boyne, el célebre autor de El niño con el pijama de rayas. Para quienes no conozcan, o no les suene demasiado el episodio, uno de los más famosos de la historia naval de Inglaterra, aquí va un breve resumen:
En el año 1787, la fragata Bounty (“generosidad”), parte hacia Tahití con el objeto de cargar allí varios ejemplares de la planta conocida como “árbol del pan”, que crece en la isla con especial exuberancia, y transportarlos hasta Jamaica, para intentar allí su cultivo. El barco arriba sin mayor novedad a la isla de Tahití y pasa en ella cerca de seis meses, mientras se van disponiendo las plantas en la bodega y en lo que encuentran vientos favorables para zarpar; casi medio año durante el cual la tripulación confraterniza con los nativos del lugar. Al fin, en abril de 1789 el barco emprende viaje rumbo a Jamaica, pero apenas han transcurrido veinte días de travesía cuando algunos marineros se amotinan, se hacen con el control de la fragata y ponen de nuevo rumbo a Tahití dispuestos a desembarcar allí, quemar la nave e instalarse entre los naturales. Al capitán del barco, teniente de navío Bligh, y a otros dieciocho tripulantes que no secundan el motín, les hacen embarcarse en un pequeño bote y les abandonan en medio del océano Pacífico, en la convicción de que no lograrán sobrevivir. Sin embargo, y tras una dantesca travesía, estos diecinueve hombres, a bordo del pequeño bote, consiguen llegar hasta la isla de Timor, donde enseguida dan parte a las autoridades del incidente y pronto la Armada Británica se lanza a la captura de los amotinados.
Sobre el episodio de la Bounty se ha creado una leyenda, apoyada por el cine, según la cual los amotinados, al mando de Christian Fletcher, eran idealistas románticos en defensa de la libertad y en lucha contra la tiranía que, a bordo del barco, había impuesto el teniente Bligh. No parece, sin embargo, que esa fuera exactamente la verdad. Ediciones del Viento acaba de editar La verdadera historia del motín de la Bounty, el relato original que de los hechos hace el teniente Bligh. A un lado la justificación que de sí mismo pueda hacer el teniente en su relato, lo que parece cierto es que los hechos no sucedieron tal como cuenta la leyenda, al menos en lo que se refiere al carácter tiránico del capitán y al idealismo que impulsaba a Fletcher, quien es retratado aquí poco menos que como un hombre de fortuna, traicionero y sin escrúpulos. Pese a lo hermoso de la leyenda, parece avalar la visión del capitán el que tantos hombres, y precisamente los de mayor calidad del buque, decidieran acompañarle a bordo del pequeño bote, en su singladura supuestamente sin esperanzas por el océano Pacífico.
Esta última parte, sin duda, la de los dos terribles meses de travesía a bordo del bote, teniendo que racionar el pan y el agua hasta límites casi impensables, y sin posibilidad de desembarcar en ninguna isla por miedo a ser atacados por los nativos —como efectivamente ocurre en la primera en que recalan, donde los aborígenes asesinan a un tripulante— constituye un relato magnífico, abundante en escenas conmovedoras.
La verdadera historia del motin de la Bounty es, en resumen, un espléndido libro en el que, a través de la seca prosa de un cuaderno de bitácora, podemos pese a todo vibrar con el sabor de una aventura a la vieja usanza, verídica para mayor encanto.
Miguel Baquero
Es famosa la historia del motín de la Bounty. Sobre ella se han rodado varias películas —una de ellas memorable, protagonizada por Marlon Brando— y en los últimos meses se ha publicado una novela sobre el tema escrita por John Boyne, el célebre autor de El niño con el pijama de rayas. Para quienes no conozcan, o no les suene demasiado el episodio, uno de los más famosos de la historia naval de Inglaterra, aquí va un breve resumen:
En el año 1787, la fragata Bounty (“generosidad”), parte hacia Tahití con el objeto de cargar allí varios ejemplares de la planta conocida como “árbol del pan”, que crece en la isla con especial exuberancia, y transportarlos hasta Jamaica, para intentar allí su cultivo. El barco arriba sin mayor novedad a la isla de Tahití y pasa en ella cerca de seis meses, mientras se van disponiendo las plantas en la bodega y en lo que encuentran vientos favorables para zarpar; casi medio año durante el cual la tripulación confraterniza con los nativos del lugar. Al fin, en abril de 1789 el barco emprende viaje rumbo a Jamaica, pero apenas han transcurrido veinte días de travesía cuando algunos marineros se amotinan, se hacen con el control de la fragata y ponen de nuevo rumbo a Tahití dispuestos a desembarcar allí, quemar la nave e instalarse entre los naturales. Al capitán del barco, teniente de navío Bligh, y a otros dieciocho tripulantes que no secundan el motín, les hacen embarcarse en un pequeño bote y les abandonan en medio del océano Pacífico, en la convicción de que no lograrán sobrevivir. Sin embargo, y tras una dantesca travesía, estos diecinueve hombres, a bordo del pequeño bote, consiguen llegar hasta la isla de Timor, donde enseguida dan parte a las autoridades del incidente y pronto la Armada Británica se lanza a la captura de los amotinados.
Sobre el episodio de la Bounty se ha creado una leyenda, apoyada por el cine, según la cual los amotinados, al mando de Christian Fletcher, eran idealistas románticos en defensa de la libertad y en lucha contra la tiranía que, a bordo del barco, había impuesto el teniente Bligh. No parece, sin embargo, que esa fuera exactamente la verdad. Ediciones del Viento acaba de editar La verdadera historia del motín de la Bounty, el relato original que de los hechos hace el teniente Bligh. A un lado la justificación que de sí mismo pueda hacer el teniente en su relato, lo que parece cierto es que los hechos no sucedieron tal como cuenta la leyenda, al menos en lo que se refiere al carácter tiránico del capitán y al idealismo que impulsaba a Fletcher, quien es retratado aquí poco menos que como un hombre de fortuna, traicionero y sin escrúpulos. Pese a lo hermoso de la leyenda, parece avalar la visión del capitán el que tantos hombres, y precisamente los de mayor calidad del buque, decidieran acompañarle a bordo del pequeño bote, en su singladura supuestamente sin esperanzas por el océano Pacífico.
Esta última parte, sin duda, la de los dos terribles meses de travesía a bordo del bote, teniendo que racionar el pan y el agua hasta límites casi impensables, y sin posibilidad de desembarcar en ninguna isla por miedo a ser atacados por los nativos —como efectivamente ocurre en la primera en que recalan, donde los aborígenes asesinan a un tripulante— constituye un relato magnífico, abundante en escenas conmovedoras.
La verdadera historia del motin de la Bounty es, en resumen, un espléndido libro en el que, a través de la seca prosa de un cuaderno de bitácora, podemos pese a todo vibrar con el sabor de una aventura a la vieja usanza, verídica para mayor encanto.
1 comentario:
He visto la película que mencionas con Marlon Brando, pero nunca pueden igualar a los textos (o rara vez sucede al menos...)
Será cuestión de leer esta novela, al menos como la planteas puede ser muy interesante.
Saludos!
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