Pedro Pujante
Es Joseph Roth (1894-1939) uno de los escritores centroeuropeos más valorados del siglo XX. Su obra, de un estilo sencillo y directo, suele aproximarse al tema de la expulsión de los judíos y a la evocación nostálgica del mundo de los Habsburgo. El Leviatán se publicó póstumamente en 1940.
A pesar de que estamos ante una novela corta o relato extenso (no excede las ochenta páginas) se podría considerar El Leviatán de Roth como una pequeña obra de orfebrería, pequeña pieza como las que encontraremos en la narración interior, hechas de coral auténtico y resistentes al tiempo. Y es que la autenticidad es uno de los asuntos que se tratan en esta historia, entre otros.
El argumento de El Leviatán nos transporta a un tranquilo pueblo llamado Progody en el que vive Nissen Piczenik, judío y comerciante de coral muy respetado por su comunidad. Su vida transcurre con sosiego en el comercio de estos animalitos ornamentales que para Piczenik simbolizan lo hermoso y profundo, la pureza y la belleza, en definitiva, su vida. Considera los corales su único mundo y se olvida de todo lo demás. No obstante, la cotidianidad se va lentamente tornando ante los ojos del comerciante Nissen pálida y deslucida. Un sueño obsesivo comienza a florecer en su corazón: viajar al mar para conocer de cerca el universo marino en el que habitan sus preciados corales. Poco a poco su mundo aburrido de vendedor de corales va perdiendo fuerza y el sueño abisal y mágico se intensifica. Emprenderá travesía al mar. A la vuelta un inesperado vendedor de corales artificiales se ha establecido en un pueblo vecino. Y con él la amenaza de perder su hegemonía en el comercio de coral. Pero lo peor no es esa amenaza mercantil sino que este vendedor mefistofélico le tentará con traficar con corales falsos. De este modo Piczenik sucumbirá seducido por el diablo y comenzará a pervertir su honradez y excelencia, en un acto de traición hacia sí mismo y hacia sus corales.
En este cuento hay una pasión, un renacer y un viaje al fondo de los deseos. Una fábula en la que encontrará el lector un hombre sencillo, que podría ser cualquiera de nosotros, y que reniega de sus valores. También es Piczenik el perseguidor de sueños que convertirá su vida en una singladura iniciática que le conducirá al fondo insondable de su propia alma.
Deseos insatisfechos y cumplidos, traición a uno mismo, nostalgia, honor y miedo a que los sueños nos embarguen. En esta breve novela, transcrita en una prosa natural y sin artificios, sincera y limpia, encontramos una profusa enredadera de emociones y sentimientos que nos hacen reflexionar y contemplar la vida desde otra perspectiva.
Nunca he sido partidario de literaturas moralizantes pero en este el exceso de didactismo no es tal, sino que recibimos de forma indirecta una ‘verdad’ a través del espíritu atribulado y confuso del propio personaje. Tal vez ahí, en la complejidad y contrariedad del alma sencilla de Piczenic esté la grandeza de El Leviatán.
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