Miguel Sanfeliu
Julian Barnes es uno de los principales escritores británicos. Lejos queda su desembarco en España, de la mano de la editorial Anagrama, junto a autores de la talla de Hanif Kureishi, Kazuo Ishiguro, Graham Swift, Ian McEwan o Martin Amis. El primer libro que leí de Barnes fue El loro de Flaubert, que me dejó absolutamente deslumbrado: un libro inclasificable y genial. Su carrera es larga, la lista de sus libros, extensa, al igual que la de los premios obtenidos, el último de los cuales lo acaba de ganar con su última novela, aún no publicada en España, titulada The sense of an ending.
Pulso es el título con el que se publica su última colección de cuentos. Narraciones para degustar despacio, sin precipitación, dejándose llevar por un estilo cuidado y elegante, por unos personajes que soportan el peso de la existencia, apenas vislumbrando lo que ésta tiene de misteriosa, sometiéndose a las reglas establecidas, preocupándose por cuestiones que escapan a su control y de las que opinan, a veces con ligereza, y siempre con ingenio.
En el último relato de este libro, el magnífico “Pulso”, que por sí mismo ya justificaría la adquisición de este volumen, el protagonista-narrador dice lo siguiente: «Los grandes temas en ocasiones son tan grandes que uno tiene muy poco que decir sobre ellos, mientras que es más fácil discutir sobre las pequeñas cosas». Y creo que esta frase encierra una de las claves fundamentales de la escritura de Barnes, cuyos personajes se relacionan entre sí, se buscan y se separan, afrontan las dificultades de vivir en pareja y, sin ser conscientes, rozan grandes temas, historias que les superan; así, la terrible experiencia sufrida por una mujer nos llega de un modo indirecto, a través de su relación con un hombre, el narrador. Del mismo modo, los terribles efectos de la muerte los percibimos en la historia de ese hombre que regresa a su casa de campo en una isla escocesa y se enfrenta a la ausencia de su esposa recientemente fallecida. La incomunicación o el deterioro de una relación lo podemos percibir como reflejo en el estado del jardín que una pareja cuida en su casa o en el desempeño de una actividad en común.
Cuatro narraciones dialogadas, tituladas “En casa de Phil y Joanna”, en las que se reproducen las conversaciones sobre todo tipo de temas de actualidad, de un grupo de amigos que pasan de una cosa a otra sin tomarse nada realmente en serio, se intercalan entre los relatos de la primera parte de este libro que, pese a su heterogeneidad, resulta misteriosamente compacto. Puede identificarse esa unidad no sólo en la sugestiva voz narradora, en el tono culto y reconfortante, no exento de un toque irónico, de una voz que nos contagia la magia de las historias, sino en la visión descreída sobre la madurez y las relaciones de pareja, la visión acerada sobre un mundo cada vez más superficial.
La segunda parte del libro reúne cinco historias que, de uno u otro modo, tienen como protagonista uno de nuestros sentidos: la sordera de ese pintor que se gana la vida haciendo retratos en los que la gente pretende aparecer más digna de lo que realmente es, esa mujer que sufre una extraña enfermedad en las manos que la obliga a llevarlas cubiertas con guantes, esa historia que recrea la relación entre el doctor Franz Anton Mesmer y la compositora ciega Maria Theresa von Paradís, así como los intentos de éste por aplicarle un tratamiento basado en la energía magnética, una curiosa reflexión sobre la importancia del gusto o esa intensa historia de una familia en la que el padre sufre de pronto una inexplicable anosmia que desvía la atención de la verdadera tragedia que se avecina. Y tras todas estas historias, se intuye la presencia de esos detalles que nos conforman como humanos, de esas pequeñas tragedias como la soledad, el desamparo, la incomunicación, el egoísmo, nuestra insignificancia o nuestra impotencia ante el entorno. Un magistral libro que nos sumerge en el universo personal de un autor sumamente interesante.
1 comentario:
hola que bueno que lo hayas publicado es uno de mis escritores favoritos
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