Marta Sanz
En este espacio procuro hacer visibles títulos de jóvenes editoriales independientes. No estoy tan al tanto de obras que sacan editoriales ya maduras, pero también independientes. Para corregirme me detengo en El Madrid cotidiano de siglo XVIII de Juana Vázquez en Endymion.
Este ensayo es local e histórico y por esa renuncia a lo globalizador —ciudades descoloridas, uniformes…— merece ser colocado bajo la lupa. También por ofrecer una panorámica a vista de pájaro del Madrid del XVIII a través de textos marginales que matizan las aseveraciones de la Historia oficial situándonos en una dimensión intrahistórica que aprieta el nudo entre economía, política y costumbresdomésticas. Se levanta el plano sensorial de Madrid, luz y fango de detritus. Al ritmo de las actuaciones borbónicas, Madrid sufre una transformación koyaanisqatsi, crece, se pule, va poblándose de petimetres, militares a la violeta o de esos paletos que, acompañados de un nativo, descubren dos contradicciones básicas: corte y aldea, y tradición y modernidad como prestigio de lo foráneo.
Vázquez barre el territorio de arriba abajo y de fuera hacia dentro y, con ojo de google earth y catalejo de James Stewart, asistimos a la toilette del currutaco a través del agujerito de la cerradura. Todo es igual y distinto: los petimetres, a su modo, eran filósofos zombis o fashion victims y, tal vez, haya que revisar —no neutralizar— oposiciones como dentro y fuera, o viejo y joven.
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