Trad. Miguel Ángel Martín Mas. Crítica, Barcelona, 2009. 725 pp. 39 €
Julián Díez
Recientemente me he visto confortado por el descubrimiento de que un montón de otras personas civilizadas y pacíficas sienten el mismo interés que yo por leer historia militar. Hay algo en el relato de grandes batallas, movimientos tácticos y acciones heroicas que resulta extrañamente apasionante cuando uno está apaciblemente sentado en una mecedora, viendo las hojas caer. La proliferación de volúmenes del tipo de este Las guerras de Napoleón en los últimos tiempos viene a satisfacer esta pulsión.
Sin embargo, la mayoría de las publicaciones se ha centrado en la II Guerra Mundial, con una presencia creciente de la I en nuestras librerías. El libro de Esdale viene a tocar otro conflicto de alcance internacional, en nuestro imaginario colectivo una suerte de Guerra Mundial 0 —aunque Esdale insista en la condición casi mundial tanto de a la Guerra de Sucesión Española y la Guerra de los Siete Años—. Aunque con la particularidad de que, desde el propio título, concede un mayor protagonismo al emperador francés del que resultaría habitual en un tomo sobre todo un conflicto bélico global.
Sin deslizarse directamente en la biografía, con un retrato casi exclusivamente circunscrito a sus acciones, Esdale consigue ofrecer un perfil muy completo e interesante de Napoleón. Ambicioso, arrogante, astuto... y terriblemente pesado, capaz de mantenerse en sus trece bajo cualquier circunstancia para conseguir sus objetivos. Esdaile logra, a través de su seguimiento de las acciones de Bonaparte, explicar buena parte de los sucesos del periodo estudiado (1803-1815), pero tiene la perspicacia de saber detectar cuando el emperador no hizo otra cosa que seguir la lógica de la situación, o doblegarse ante circunstancias superaban que incluso a un carácter de su envergadura.
Esdaile, especialista en particular en las campañas de la Península Ibérica (muy recomendable, por cierto, su previo La Guerra de la Independencia: una nueva historia), se extiende sobre el conflicto tanto en nuestro país como los coletazos en los territorios americanos. En líneas generales, su ritmo narrativo es sostenido y su prosa diáfana, ayudada por la falta de pudor del autor para introducir comentarios y conclusiones personales, con descripciones de las batallas someras y fáciles de seguir. La excepción se da cuando se enreda en la explicación de las cambiantes alianzas de rivales de la Francia revolucionaria, una auténtica pesadilla de emperadores y pequeños estados alemanes e italianos.
El libro resulta una obra de consulta sencilla, una guía introductoria amplia y suficiente para un periodo de enorme interés para cualquier lector con afición por la historia divulgativa "a la antigua" —la de grandes protagonistas, eventos y batallas—, y deja el apetito abierto para conocer textos que traten más a fondo episodios concretos de la época.
Julián Díez
Recientemente me he visto confortado por el descubrimiento de que un montón de otras personas civilizadas y pacíficas sienten el mismo interés que yo por leer historia militar. Hay algo en el relato de grandes batallas, movimientos tácticos y acciones heroicas que resulta extrañamente apasionante cuando uno está apaciblemente sentado en una mecedora, viendo las hojas caer. La proliferación de volúmenes del tipo de este Las guerras de Napoleón en los últimos tiempos viene a satisfacer esta pulsión.
Sin embargo, la mayoría de las publicaciones se ha centrado en la II Guerra Mundial, con una presencia creciente de la I en nuestras librerías. El libro de Esdale viene a tocar otro conflicto de alcance internacional, en nuestro imaginario colectivo una suerte de Guerra Mundial 0 —aunque Esdale insista en la condición casi mundial tanto de a la Guerra de Sucesión Española y la Guerra de los Siete Años—. Aunque con la particularidad de que, desde el propio título, concede un mayor protagonismo al emperador francés del que resultaría habitual en un tomo sobre todo un conflicto bélico global.
Sin deslizarse directamente en la biografía, con un retrato casi exclusivamente circunscrito a sus acciones, Esdale consigue ofrecer un perfil muy completo e interesante de Napoleón. Ambicioso, arrogante, astuto... y terriblemente pesado, capaz de mantenerse en sus trece bajo cualquier circunstancia para conseguir sus objetivos. Esdaile logra, a través de su seguimiento de las acciones de Bonaparte, explicar buena parte de los sucesos del periodo estudiado (1803-1815), pero tiene la perspicacia de saber detectar cuando el emperador no hizo otra cosa que seguir la lógica de la situación, o doblegarse ante circunstancias superaban que incluso a un carácter de su envergadura.
Esdaile, especialista en particular en las campañas de la Península Ibérica (muy recomendable, por cierto, su previo La Guerra de la Independencia: una nueva historia), se extiende sobre el conflicto tanto en nuestro país como los coletazos en los territorios americanos. En líneas generales, su ritmo narrativo es sostenido y su prosa diáfana, ayudada por la falta de pudor del autor para introducir comentarios y conclusiones personales, con descripciones de las batallas someras y fáciles de seguir. La excepción se da cuando se enreda en la explicación de las cambiantes alianzas de rivales de la Francia revolucionaria, una auténtica pesadilla de emperadores y pequeños estados alemanes e italianos.
El libro resulta una obra de consulta sencilla, una guía introductoria amplia y suficiente para un periodo de enorme interés para cualquier lector con afición por la historia divulgativa "a la antigua" —la de grandes protagonistas, eventos y batallas—, y deja el apetito abierto para conocer textos que traten más a fondo episodios concretos de la época.
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