Trad. del autor. Ariel, Barcelona, 2007. 199 pp. 16 €
Care Santos
Todo el que conozca a Emili Teixidor, ya sea a través de sus libros o de sus colaboraciones en los medios de comunicación, sabe de la claridad y sabiduría con que expone sus conocimientos respecto al mundo de la literatura en general y de la lectura en particular. Profesor en ejercicio durante gran parte de su vida, se nota que sus teoría acerca de los modos de conseguir que los chavales y los niños lean están testadas sobre un terreno que ha transitado mucho. Se nota, además, que su inflexibilidad en algunas cuestiones deriva de su profundo amor a los libros, a la letra impresa, a las historias inolvidables que esa letra impresa contiene. «Cuantas más palabras poseemos, más humanos somos», nos dice.
Que ahora Emili Teixidor se haya decidido, quién sabe si con el consejo bien administrado de algún editor que le conoce bien, a recopilar sus artículos sobre el tema, y seguramente a añadir alguna reflexión más, en este volumen —aparecido primero en catalán (Columna) y ahora en castellano, con traducción del propio autor— es sin duda un acierto que beneficiará a todos los que estén preocupados por la transmisión del gusto por contar historias y, sobre todo, a dos colectivos claros: los padres que deseen saber más acerca de cómo contagiar el virus de la lectura a sus hijos y los maestros, en quienes recae la responsabilidad de transmitir la pasión por los libros la mayoría de las veces.
Para ellos Emili Teixidor ofrece trucos que no tienen desperdicio, explicados con la seguridad de quien los ha puesto en práctica muchas veces. Descartar la obligación por la lectura en las aulas; resumir a los clásicos y acompañar en su lectura con paciencia y sabiduría en lugar de pedir a los alumnos que los lean de cabo a rabo y por su cuenta; incentivar el interés a través de la prohibición y de la presentación de dificultades («Sólo lo difícil es estimulante. En tiempos de saciedad y facilidad, regalemos necesidad y dificultad», nos aconseja, arremetiendo contra la literatura que rebaja temas, estilos y tratamientos, que censura y hace demagogia); conocer bien a cada lector para poder recomendarle con tino lo que más puede seducirle; regresar a la práctica de la lectura en voz alta, que tanto contribuye a la comprensión lectora (en la que tan deficitaria es España, según el reciente Informe PISA).
Care Santos
Todo el que conozca a Emili Teixidor, ya sea a través de sus libros o de sus colaboraciones en los medios de comunicación, sabe de la claridad y sabiduría con que expone sus conocimientos respecto al mundo de la literatura en general y de la lectura en particular. Profesor en ejercicio durante gran parte de su vida, se nota que sus teoría acerca de los modos de conseguir que los chavales y los niños lean están testadas sobre un terreno que ha transitado mucho. Se nota, además, que su inflexibilidad en algunas cuestiones deriva de su profundo amor a los libros, a la letra impresa, a las historias inolvidables que esa letra impresa contiene. «Cuantas más palabras poseemos, más humanos somos», nos dice.
Que ahora Emili Teixidor se haya decidido, quién sabe si con el consejo bien administrado de algún editor que le conoce bien, a recopilar sus artículos sobre el tema, y seguramente a añadir alguna reflexión más, en este volumen —aparecido primero en catalán (Columna) y ahora en castellano, con traducción del propio autor— es sin duda un acierto que beneficiará a todos los que estén preocupados por la transmisión del gusto por contar historias y, sobre todo, a dos colectivos claros: los padres que deseen saber más acerca de cómo contagiar el virus de la lectura a sus hijos y los maestros, en quienes recae la responsabilidad de transmitir la pasión por los libros la mayoría de las veces.
Para ellos Emili Teixidor ofrece trucos que no tienen desperdicio, explicados con la seguridad de quien los ha puesto en práctica muchas veces. Descartar la obligación por la lectura en las aulas; resumir a los clásicos y acompañar en su lectura con paciencia y sabiduría en lugar de pedir a los alumnos que los lean de cabo a rabo y por su cuenta; incentivar el interés a través de la prohibición y de la presentación de dificultades («Sólo lo difícil es estimulante. En tiempos de saciedad y facilidad, regalemos necesidad y dificultad», nos aconseja, arremetiendo contra la literatura que rebaja temas, estilos y tratamientos, que censura y hace demagogia); conocer bien a cada lector para poder recomendarle con tino lo que más puede seducirle; regresar a la práctica de la lectura en voz alta, que tanto contribuye a la comprensión lectora (en la que tan deficitaria es España, según el reciente Informe PISA).
Teixidor es claro, valiente, contundente. Sus palabras van en favor no sólo de los lectores, también de la buena literatura. Y, por supuesto, en contra de la otra: la fácil, la oportunista, la impostora. Destilan pasión por la palabra impresa, respeto, preocupación y honestidad. Son una buena herramienta para quienes compartan estos sentimientos. Y recuerdan grandes verdades: «La literatura es la única materia de que disponemos actualmente para educar las emociones».
2 comentarios:
Hola a tod@s.
Soy Inma, de la Biblioeca Pública de Carcabuey.
Para todos los amantes de la literatura, anunciar que el próximo día 12 de diciembre (miércoles) nos visitará Juana Castro y el día 13 (jueves), Andrés Neuman.
Hola Care!
Ya tenía el libro de Teixidor en mi lista de libros para comprar en Navidades, pero tu comentario sobre él me ha acabado de convencer.
Gracias,
Susanna
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