jueves, junio 19, 2008

Conspiratio. El caso del ladrón de agua, Ben Pastor

Traducción de José Antonio Soriano. Barcelona, Seix Barral, 2007. 447 pp. 22 €

María Pilar Queralt del Hierro

Ben Pastor
vive a caballo entre los Estados Unidos y su país natal, Italia. Una dualidad cultural que parece volcarse especialmente en su novela Conspiratio, donde consigue aunar con maestría y sin estridencias la mejor tradición del thriller norteamericano y la rigurosidad documental que debe hallarse en la base de cualquier novela histórica y que, sin duda, propicia la tradición cultural europea.
El caso del ladrón del agua, como reza el subtítulo de la novela, vuelve sobre el tema, siempre inconcluso, de la muerte en aguas del Nilo de Antinoo, el que fuera favorito del emperador Adriano. La trama arranca casi dos siglos después de la muerte de Adriano cuando Elio Espartiano, un soldado e historiador romano, es comisionado en el año 304 d.C. para escribir la biografía del emperador. Intrigado por la incógnita que representa la muerte de Antinoo y convencido de que no fue un suceso fortuito, acude a Egipto donde se encontrará inmerso en una serie de asesinatos relacionados con una carta aparecida junto al cuerpo de Antinoo. Lentamente, irá deshaciendo la madeja hasta descubrir que conjura se escondió tras la muerte del favorito hasta llegar a la conclusión de que éste no fue, al fin, más que víctima propiciatoria de un plan fallido que pretendía acabar con el Imperio.
Contra lo que pueda parecer y a la vista de la trayectoria de Ben Pastor —mundialmente conocida por su serie protagonizada por el detective Martin Bora—, Conspiratio no es uno más de los abundantes thrillers históricos que adornan las estanterías de nuestras librerías. La novela de Pastor, por el contrario, es una perfecta disección del Egipto corrupto y decadente del siglo IV, cuando la burocracia y el ejército romanos habían impuesto sus leyes e imperaba el poder de la fuerza, menudeaban las intrigas y se intentaba evitar lo inevitable: la caída definitiva del Imperio Romano. Ese documentado y veraz transfondo histórico unido a la agilidad narrativa, el dominio de la técnica del suspense y un lenguaje claro pero depurado, han sido méritos suficientes para que Conspiratio se erigiera en la novela ganadora del IV Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza —galardón que el autor recoge hoy jueves en la capital aragonesa y a cuya celebración ha querido sumarse La Tormenta en un Vaso con esta reseña—. Finalista del mismo certamen ha resultado otro sólido valor del género histórico: el español Julio Murillo con su novela El agua y la tierra (Edhasa, 2007).
El premio se estrenó como galardón internacional en 2004 y se otorga anualmente a la mejor novela histórica publicada en el año anterior. Su primer ganador fue Alfonso Mateo Sagasta con su espléndida Ladrones de tinta (Ediciones B, 2003), un verdadero ejercicio estilístico y argumental en torno a la publicación del Quijote de Avellaneda; le siguió La boca del Nilo (Edhasa, 2004) de León Arsenal, un explosivo cocktail de novela de aventuras y rigurosidad histórica y, en 2006, La gran marcha (Roca Editorial, 2005) del maestro Doctorow, una grandiosa epopeya sobre la Guerra de Secesión norteamericana que bien pudiera calificarse del Guerra y paz del siglo XXI. El galardón instituido por iniciativa del Ayuntamiento de Zaragoza, bien secundado por la labor de la Asociación Aragonesa de Escritores, ha conseguido hacer de la capital aragonesa una referencia ineludible a la hora de hablar de Novela Histórica y permite augurar que, a orillas del Ebro, puede acabar por establecerse un importantísimo punto de encuentro para las letras españolas e internacionales.

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